sábado, 25 de marzo de 2017

JIGER, EL SEÑOR DEL CAOS (1970)

Las últimas entregas de Gamera habían resultado un desastre a nivel artístico, y pese a la popularidad de la simpática tortuga, este hecho ya se estaba notando en la taquilla. Además, Gamera había pasado de ser un héroe temido y siniestro a convertirse directamente en un monigote, un superhéroe y el mejor amigo de los niños.
El agotamiento de Noriaki Yuasa, el alma de la serie clásica de la tortuga, provocó que para la siguiente entrega tuvieran que cuidar algo mejor las cosas. Jiger, el señor del caos (1970) supone una mejora respecto a las 2 entregas anteriores de la saga. El presupuesto es un poco más alto, así que podemos disfrutar de nuevo de escenas de destrucción y batallas colosales en medio de la ciudad. Tienen la decencia de ahorrarse stock shots de anteriores entregas (solamente unos segundos que no molestan), y el guión, sin ser ninguna maravilla, presenta elementos interesantes y que hace que sigas el film con interés. En ese sentido, esta entrega va muy en línea con el tono de Gaos, el terror de la noche (1967).
Un ídolo es profanado en una remota isla, lo que provoca la furia del dios Jiger. Sus dardos y rayos destruyen todo lo que encuentran a su paso. Gamera sufrirá en sus propias carnes estas mortíferas armas. Sólo el coraje de unos valientes niños, que se introducen en el interior de la tortuga, conseguirá derrotar al señor del caos.
En este film viajamos al interior de Gamera
El film, ambientado durante la real e increíble Expo 70 de Osaka, sigue teniendo el elemento infantil muy presente aunque esta vez de una forma más equilibrada y aguantable (aunque algún que otro momento se atragante), con sus partenaires adultos, siendo éstos simpáticos y algo más carismáticos que anteriores adultos de la saga. Jiger es un monstruo interesante, una criatura cuadrúpeda (parecida a Barugon) que resulta ser un dios ancestral de una civilización antigua y que se le da un aura indestructible. Un monstruo que va en línea con la criatura del film Caltiki, el monstruo inmortal (1959). Además, es un enemigo para Gamera duro de pelar, (a pesar de su tosco y rígido diseño) dotado de un láser desintegrador, lanzador de dardos y capaz de pegar saltos tremendos.
El elemento más interesante del film es que (en una escena inolvidable), logra vencer a Gamera inoculándole dentro de su cuerpo unas larvas de mini-Jigers, las cuales destrozan a la tortuga desde su interior. Para solucionar el entuerto, los niños se introducen mediante un vehículo dentro de las entrañas de Gamera y destruyen a las pequeñas criaturas Jigers. Una escena inédita y curiosa en la saga.

Jiger, un nuevo enemigo para Gamera
Deja al borde de la muerte a la tortuga introduciéndole parásitos
Y comienza a destruirlo todos a su paso
¿Puede caber más gente en este plano?
Gamera se hace unos tapones para los oídos con los postes del cableado eléctrico
Foto de rodaje con las espaldas de Gamera al descubierto
Después de ver este Viaje Alucinante en formato Kaiju, Gamera se recupera dispuesta a enfrentarse contra Jiger. Las escenas de destrucción son aceptables, presentando momentos explosivos como el uso que hace Jiger de su rayo desintegrador, destruyendo un distrito entero o reduciendo a simples esqueletos a unos cuantos soldados que pasaban por ahí.
Las batallas, aunque limitadas, son entretenidas de ver aunque parecen no escaparse de la humanización que se les hace a los monstruos, realizando éstos saltos imposibles entre otros delirios.
Así, Jiger, el señor del caos (1970), es una sorpresa a estas alturas de la saga. Un film que no supone un salvavidas para la saga pero que es mínimamente entretenida, algo más cuidada técnicamente y que presenta ideas muy interesantes e inusuales, como el viaje al interior del cuerpo de Gamera. Un film que resulta harto entrañable a pesar de sus muchas limitaciones Y que se convierte en uno de los más recomendables de la serie clásica de la tortuga.

viernes, 24 de marzo de 2017

GUIRON, GUARDIÁN DEL PLANETA FANTASMA (1969)

Guiron, guardián del planeta fantasma (1969) sigue los mismos parámetros decadentes ofrecidos por la anterior entrega de la saga, Viras ataca la Tierra (1968) pero con la particularidad de que toda la cinta transcurre en un planeta perdido en medio de la galaxia.
Esta vez, y a través de un telescopio, unos niños ven aterrizar un platillo volante cerca de su casa. Al próximo día van a verlo y, accidentalmente, lo hacen despegar. Tras un largo viaje por el espacio, llegan al extraño planeta Tera, donde presencian una sangrienta lucha entre el monstruo Guiron y un Gaos. Poco después son recibidos por dos mujeres alienígenas que esconden perversas intenciones.
El film vuelve a ser un festival de temática infantil, aunque a su favor debo decir que la pareja intercultural de niños presentada aquí es algo más soportable que los boy scouts de Viras ataca la Tierra (1968). Eso no evita que los niños continúen haciendo estupideces sin gracia, destrozar ellos solitos los planes de las malvadas extraterrestres de turno y gritar con insistencia el nombre de Gamera. Aquí, la calamidad alcanza cotas infinitas, los niños consiguen despegar ellos solitos ¡un OVNI alienígena! Además de darse un garbeo por la galaxia hasta llegar al citado planeta fantasma. A pesar de lo delirante de la situación, es un momento que encantaría a la chiquillería en los cines.
Las extraterrestres devora-cerebros. Una maravilla
Los personajes adultos no tienen ninguna relevancia, de hecho solo tengo el recuerdo de 2; la madre y el policía (personaje insoportable y quien demuestra una torpeza y estupidez terrible), además de la pareja de féminas alienígenas. El film técnicamente es muy pobre, reduciendo las maquetas a la mínima expresión aunque debo defender que la superficie del planeta Tera es llamativa, colorida y presenta detalles muy simpáticos y trabajados a pesar de las limitaciones presupuestarias. En este sentido los efectos especiales ya están al nivel de un episodio de la época de Ultraman, lo que es una verdadera lástima, sin desmerecer los esfuerzos de los técnicos de Ultraman. Una vez más, te cuelan 20 minutos de stock shots de todas las anteriores entregas de la saga con la excusa de que las extraterrestres quieren conocer más sobre Gamera. Uno de los aspectos más interesantes de esta entrega son las extraterrestres de turno. A pesar de ser 2 japonesas en chándal plateado y luminoso y un magnífico casco con antenas presentan una particularidad: devoran cerebros. Y en este sentido el film es muy inquietante, a pesar de su tratamiento infantil podemos ver cosas como que las extraterrestres quieren devorar los cerebros de los niñatos, que éstas rapen al cero a uno de ellos y le hagan una lobotomía o las cruentas y gore batallas monstruosas del film. Más motivos para el delirio.
Los niños protagonistas, milagros del cine, consiguen hacer despegar un OVNI
En su travesía son acompañados por Gamera
En el planeta fantasma, Guiron descuartiza a un nuevo Gaos. Momentazo
Gamera acude al rescate de los infantes
Demuestra ser toda una gimnasta profesional
Inquietante plano final del film.
Madre: ¡Donde te has metido niño! ¡Hoy sin postre!
Foto de rodaje
Y respecto al nuevo enemigo al cual se enfrenta Gamera sigue la línea psicotrónica de Viras. Guiron es el guardián del planeta del film, una especie de plátano dentado con una enorme y temible cuchilla alojada en su cabeza, además, ¡cuidado que también te dispara shurikens! Las batallas siguen siendo un festival de momentos increíbles. Aparece un nuevo Gaos remodelado y plateado para la ocasión el cual acaba siendo descuartizado por Guiron (dicha escena fue censurada en algunos países), un momento alucinante en todos los sentidos. Y la batalla final de Gamera es un festival de estupideces humanizadas con saltos, llaves de karate, Gamera haciendo gimnasia entre otros momentos sanguinolentos que te crean una sensación muy lisérgica. Resuelto el entuerto y tras destruir la base extraterrestre, Gamera devuelve a la pareja de niños sanos y salvos a casa al son de la cancioncilla de la saga; ¡Gameraaaa, gameraaaaa!
Guiron, guardián del planeta fantasma (1969), quinta entrega de la saga es un nuevo desastre de carácter muy Z, con infantilismo estomagante, situaciones estúpidas y muy baja pobreza técnica aunque el hecho de que la historia ocurra en un planeta extraterrestre es algo único en la saga y un aspecto a tener en cuenta. Las batallas son divertidas y tienes a 2 japonesas de cascos con antenas que quieren comerles el cerebro a los niños (lástima que no lo acaben haciendo).
El film, para su estreno televisivo en EEUU, se tituló Attack of the monsters y es protagonista de uno de los episodios de la mítica serie Mystery Science Theater 3000, dedicada a comentar y cachondearse con cariño de lo peorcito del cine de ciencia ficción. Todo un honor.

jueves, 23 de marzo de 2017

VIRAS ATACA LA TIERRA (1968)

Pese a que Gaos, el terror de la noche (1967) fue un film que obtuvo un fuerte éxito, la tortuga Gamera tenía que enfrentarse a enemigos extra cinematográficos a los cuales era imposible vencer; la futura bancarrota de la Daiei. Los problemas financieros del estudio provocaron una drástica reducción del presupuesto en las entregas de la tortuga, hecho que provocó una caída monumental a nivel artístico en la saga Gamera. Viras ataca la Tierra (1968) supone un descalabro monumental por muchos motivos.
En el film, una raza alienígena se propone invadir la Tierra, pero se encuentran con la resistencia de Gamera, a quien deciden someter para tenerlo a su servicio. Para ello secuestran a dos niños a los que la tortuga había protegido y así consiguen implantarle un controlador para que obedezca todas sus órdenes. Gamera comienza a atacar Japón sin que nadie pueda evitarlo
En esta entrega se decidió que Gamera abrazara completamente el cine más infantil, y en ese sentido el film es para y protagonizado por niños, y no unos cualquiera, sino una selección de lo más repelente que había por aquel entonces en el cine japonés realizando una aventura, muy a lo Parchís, en el que una pareja intercultural infantil formada por un japonés y un norteamericano, no dejan de poner caras extrañas para hacer gracia, y salvan la Tierra destruyendo los planes de los ineptos y atontados malvados de turno. Y en este sentido, el infantilismo del film resulta insoportable, poniendo la guinda con los niños gritando sin parar hasta quedarse afónicos el nombre de Gamera, mientras ésta les saluda desde los cielos al son de la cancioncilla de turno. Los personajes adultos no tienen nada que hacer frente al tufo infantil del film y éstos parecen no enterarse de nada de lo que está pasando.
El bajísimo presupuesto provoca que toda la película ocurra en apenas 2 localizaciones: una playa donde los niños juegan a ser boy-scouts, y el cutre interior de una nave espacial. No hay escenas de destrucción y en general apenas vislumbramos nuevas secuencias de carácter monstruoso.
Los efectos especiales son nulos. Los stock shots de anteriores films son indignantes, colándote 20 minutos de las batallas entre Barugon y Gaos con la excusa de que los extraterrestres necesitan estudiar a Gamera. Para colmo, la supuesta invasión extraterrestre es de chiste, con media docena de japoneses con chándal y ojos brillantes controlando a Gamera para destruir la Tierra, y una vez más colándonos las imágenes de destrucción de Gamera en El mundo bajo el terror (1965), pasadas a un filtro color sepia para la ocasión.

Una invasión alienígena se aproxima
Los niñatos repelentes. Multiculturidad al poder
Extraterrestre japonés: "Que hago metido en esta película"
Controlan a Gamera para destruir la Tierra
Al fallar el plan, los aliens se fusionan y el resultado es el calamar Viras
Tortuga ensartada
El habitual Kojiro Hongo, parece que lo pasó bien en el rodaje
Pero no todo puede ser malo en Viras ataca la Tierra (1968), aunque pueda parecerlo. Puedo destacar el curioso diseño de la nave espacial y pese a la orgía infantil estomagante que ofrece, contiene una escena en la que los niños navegan en un mini submarino junto a Gamera que me hace esbozar una sonrisa.
El monstruo enemigo (aunque no aparezca hasta los 10 minutos finales debido a la fusión entre sí de la tripulación extraterrestre), es uno de mis favoritos de la saga Gamera; Viras, una sepia extraterrestre azulada y de cabeza en forma piramidal capaz de atravesar el cuerpo de Gamera. Desgraciadamente, el bicho aparece al final, pero la batalla que enzarza con Gamera es lo más destacable de la presente entrega, siendo muy entretenida de ver y provocando algún que otro plano bien sorprendente.
Siempre me ha inquietado que a pesar de ser films muy infantiles, las batallas en la saga Gamera sean tan gore. En esta ocasión Viras atraviesa la panza de Gamera clavándole una y otra vez su afilada cabeza piramidal frente a la atónita mirada de los niños. La manera en la que Gamera acaba con Viras es curiosa y pone la guinda a tan extraño film.

Foto de rodaje
Viras ataca la Tierra (1968) es un film directamente malo, con un infantilismo estomagante, stock shots por doquier y de ritmo aburrido aunque contenga un enemigo llamativo y una batalla final digna de admirar. Para mi sorpresa, el film funcionó en Japón a nivel de taquilla. Desgraciadamente y a partir de entonces, la saga clásica de Gamera seguiría esta línea. Para su estreno por TV en EEUU y aprovechando el tirón de Invasión extraterrestre (titulada allí Destroy All Monsters), Viras ataca la Tierra se tituló Destroy All Planets.

miércoles, 22 de marzo de 2017

GAOS, EL TERROR DE LA NOCHE (1967)

Gaos, el terror de la noche (1967) supone el regreso a la dirección de Noriaki Yuasa a la saga Gamera, y así continuará hasta el fin de la serie clásica con Supermonstruo Gamera (1980).
Los monstruos del fin del mundo (1966) obtuvo un fuerte éxito en Japón pero no cumplió las expectativas de la Daiei, quien invirtió un presupuesto millonario para dicho film. Para la tercera entrega de la tortuga gigante se decidió ir a terrenos más seguros; recortes presupuestarios y una trama que va directa al público infantil, el sector cada vez más proclive al género Kaiju. Por suerte, con la presente entrega, nos encontramos en un puente nada molesto entre una mínima seriedad con esfuerzo y un infantilismo que se puede aguantar. Un último destello de calidad antes de la debacle de futuras entregas.
Si Ghidorah, el dragón de tres cabezas, se convirtió en el enemigo definitivo de Godzilla, lo mismo podemos decir con Gaos para Gamera. Gaos, una versión oscura de Rodan, es un enemigo interesante. Un ave prehistórica carnívora que se dedica a devorar seres humanos, de hábitos nocturnos, con capacidades regeneradoras, actitud salvaje y dotado de poderes como el de crear vientos huracanados con sus alas, sofocar fuego enemigo con una especie de extintor corporal que haría las delicias del cuerpo de bomberos, y de disponer de un rayo láser que divide los edificios en dos. Un enemigo poderoso y que se lo pondrá bien difícil a la tortuga.
La bajada de presupuesto se nota pero al menos podemos disfrutar de algunas escenas de destrucción muy conseguidas, además de planos elaborados y de gran calidad, como el de Gamera sujetando a Gaos mientras está amaneciendo (un plano fantástico).
El papel de Gamera tratada como un héroe de carácter siniestro y que continúa siendo temido (básicamente por los adultos), es interesante y bien resuelto. Un ejemplo de esto es la curiosa escena en que el niño protagonista, a lomos de la bestia, es rescatado a través de una noria. Un héroe visto con recelo pero que no duda en sacrificar su vida para rescatar a algún infante en apuros.

Gaos, la nueva amenaza de la Tierra
Le gusta devorar seres humanos pero el niño tiene la suerte de que lo rescate Gamera
La tortuga gigante lo tendrá difícil contra Gaos
El público expectante al resultado del combate
Vencido Gaos, Gamera se retira a descansar siendo vitoreado por el infante de turno
En este sentido, el elemento infantil es representado una vez más en el orondo niño de eterna gorra quien no cesa de gritar el nombre de la tortuga hasta la extenuación y de participar en reuniones y estrategias de carácter militar, dando ideas de cómo acabar con la bestia Gaos.
El infantilismo se puede atragantar por momentos pero resulta simpático y no tan deleznable como veremos en futuras entregas; aquí por lo menos vemos ciertos detalles adultos y serios.
Gaos presenta aspectos sorprendentes como son su intrínseco carácter violento. No es habitual en un Kaiju que éste se dedique a devorar seres humanos sin compasión (y menos en un film infantil como éste).
Las batallas con la tortuga gigante son atractivas y vuelven a sorprender por lo sanguinolento, en comparación con los films de Godzilla. Aquí Gaos secciona con su rayo el brazo de Gamera y mientras la tortuga no duda en arrancar con sus descomunales colmillos trozos de piel o miembros de su enemigo.
Los efectos especiales, sin ser ninguna maravilla (son bastante inferiores a los de Los monstruos del fin del mundo), cumplen en un film de estas características (gracias, seguramente a la pericia de Noriaki Yuasa en el campo de los efectos especiales) y presentando momentos sorprendentes como la primera aparición de Gaos devorando a un maleante en la cueva, con una reconstrucción a tamaño real del brazo de la bestia.
Las batallas del film son cruentas
El film no duda en transmitir el mensaje ecologista típico del cine japonés, esta vez representado en la construcción de una autopista en medio de un bosque, lo que provoca los enfados del ecosistema en forma del pájaro Gaos.
También, la presente entrega, vuelve a convertirse en un festival de planes militares descabellados y absurdos para detener a Gaos, llevándose el premio esa mega construcción giratoria que comienza a dar vueltas a gran velocidad con Gaos encima y llevándose éste un mareo descomunal.
En este tramo final de descubrimientos científicos y tácticas militares, la historia se vuelve algo repetitiva y ya cansina. La música pasa muy discretamente y los actores son prácticamente planos e invisibles, llegando a un punto repelente como es la madre del niñato, quien sólo aparece para exclamar a grito pelado el nombre de su hijo.

Foto de rodaje
La mano de Gaos preparada para actuar
Gaos, el terror de la noche (1967) es una entrega entretenida y muy entrañable. Un film que no destaca excesivamente pero que resulta agradable. Una película que se presenta como el último destello de mínima calidad en la saga clásica de Gamera, ya que a partir de Viras ataca la Tierra (1968), la saga se convertiría en un festival infantil inaguantable.
La línea infantil presentada por Gaos, fue bien recibida entre el público japonés siendo mucho más rentable que Los monstruos del fin del mundo (1966), y acabándose por convertir con el tiempo en la entrega más famosa y conocida de la saga clásica de la tortuga.
Dicho éxito mostró el camino a seguir para Gamera. Y a Gaos, convertido en el enemigo por antonomasia de la tortuga gigante, lo volveremos a ver siendo descuartizado en Guiron, guardián del planeta prohibido (1969) y tomando un papel muy importante en la excelente trilogía de los 90 de Gamera dirigida por Sushuke Kaneko.

jueves, 16 de marzo de 2017

LOS MONSTRUOS DEL FIN DEL MUNDO (1966)

La primera entrega de Gamera, El mundo bajo el terror (1965), obtuvo el suficiente éxito para asegurar una serie de secuelas. La Daiei había encontrado así una gallina de los huevos de oro que rivalizaba en taquilla con Godzilla, el rey del Kaiju Eiga, y había que aprovecharlo.
Como veremos en futuras entregas, la imagen y la calidad de las secuelas en la serie clásica de Gamera (que duraría hasta 1980), caería en picado por sus enormes recortes presupuestarios e insoportable infantilismo. Pero antes de llegar a ese punto nos encontramos con sorpresas como el presente film.
Los monstruos del fin del mundo (1966) es la película de mayor calidad de Gamera en su serie clásica y uno de los Kaiju más destacables de la época. Tras el éxito del primer Gamera, se aumentó considerablemente el presupuesto para su secuela. La poca confianza del estudio frente a Noriaki Yuasa hizo que se le desplazara de las tareas de dirección y lo pasaran al departamento de efectos especiales. El más experimentado Shigeo Tanaka fue el escogido para tomar las riendas de Los monstruos del fin del mundo.
Tras una peligrosa expedición para recuperar un ópalo gigante, el desastre ocurre cuando éste resulta ser un huevo del que surge Barugon. Armado con una lengua mortífera y rayos helados, Barugon siembra la destrucción en Japón. Afortunadamente, Gamera acude al rescate.
Algo muy a tener en cuenta en la presente entrega de la tortuga con esteroides: se trata de un film serio y de cara al público adulto. Un motivo de alegría para aquél con alergia a la presencia de niños chillones... es el único film de la saga clásica de Gamera en la que no aparece ni un solo infante molesto.
Los monstruos del fin del mundo (1966) va por derroteros mucho más interesantes. Una entrega seria y cuidada, con personajes algo más interesantes y carismáticos, y con algún que otro momento escabroso y violento. Presenta buenas interpretaciones en general, Kojiro Hongo y Koji Fujiyama, el cual interpreta al inolvidable malvado egoísta Onodera, vuelven a verse las caras como ya hicieron en el film Kujira Gami (1962).
El primer tercio del film, donde un grupo de personajes desconocidos entre sí son contratados para encontrar una gema preciosa en una isla perdida en medio de la nada, está muy conseguido y te introduce muy bien en la trama. Además, se recupera el elemento de aventura en la jungla con indígenas de por medio (incluida la nativa buenorra de la que el protagonista se queda prendado), y que tan bien le sientan a estos films con los peligros que esto concierne (arenas movedizas, escorpiones venenosos...). Incluso asistimos a una muerte escabrosa y en directo por una picadura mortal, algo muy inusual en un Kaiju.

Gamera vuelve al ataque
Mientras, nuestros protagonistas buscan una gema en plena isla perdida
La nativa de buen ver les advierte de los peligros de la jungla
Encontrada la gema, Onodera, intenta matar a sus compañeros y se da las de "villadiego"
Pero de la piedra preciosa surge Barugon. El caos se adueña de Japón
Suerte que Gamera pasaba por ahí
Foto de rodaje
En una cueva encuentran el huevo de Barugon, el que confundido por una joya, es robado por el malvado Onodera. Tras este tercio inicial, poco a poco nos vamos introduciendo en terrenos Kaiju. Otro elemento llamativo es que Gamera aparece más bien poco y sigue con malas intenciones, como vemos en el magnífico inicio donde la tortuga destruye una presa.
El tratamiento de Barugon, como un Dios del que no se debe perturbar su sueño, recupera los mejores conceptos mágicos y mitológicos de Mothra y por supuesto cuando el monstruo es llevado a la civilización fruto del egoísmo éste lo destroza todo.
La película presenta unos efectos especiales muy conseguidos en general, con unas maquetas a un nivel de detalle espectacular y con unos excelentes momentos de destrucción por parte de Barugon en Osaka (como cuando el monstruo congela todo a su paso o hace uso de un rayo arco iris destructivo). Además, consigue momentos espectaculares e inéditos en un film de la época, como es el nacimiento de Barugon, realizado con un gusto, sentido mágico y realismo para quitarse el sombrero.
Los escenarios del film permiten un uso del color exquisito y un technicolor radiante. Los monstruos son presentados con realismo, como animales salvajes y se comportan como tal (sin chorradas humanizadas de ningún tipo), y las batallas juegan con ese concepto, lo que es muy destacable. Tampoco se escatima en violencia y la batalla final es un festival de chorros de sangre color violeta.
La banda sonora es sencillamente maravillosa y le da el toque épico y mágico que necesita la historia. Tenemos detalles interesantes que vuelven a incidir en el trauma de la II Guerra Mundial. Hirata, el hombre que contrata a los protagonistas para buscar la gema, es un ex-soldado el cual ha quedado paralítico.
Cartel español de la época
El problema con Los monstruos del fin del mundo (1966) viene en su tercio final cuando los militares no dejan de probar estrategias a cual más descabellada para acabar con Barugon y hace que el ritmo decaiga en exceso y desees que Gamera reviva y vuelva a la carga. Pero en general, estamos hablando de toda una sorpresa de la época. Un Kaiju que recupera seriedad y tratamiento adulto.
Un film que destaca por su sentido mágico y mítico, por su cuidado en las escenas de destrucción, por presentar a unos monstruos comportándose de forma realista aderezados con unos muy competentes efectos especiales y además con unos personajes principales que sin ser la panacea resultan lo suficientemente carismáticos como para prestarles atención. Toda una pequeña joya, mejor y más interesante que algunos de los films de Godzilla que se estaban haciendo por la época y que para mi sorpresa no obtuvo el éxito esperado en su estreno en Japón. Se estrenó en EEUU directamente en TV con 10 minutos recortados y con el título War of the monsters.
Algunas curiosidades: al igual que El mundo bajo el terror (1965), este film también tuvo algunos problemas en su rodaje. La escena en que Gamera destruye la presa sufrió de dificultades técnicas, ya que no había manera de destrozarla.
El increíble detallismo y trabajo para las escenas en que Barugon congela Osaka llevó muchísimo tiempo a los técnicos para que dichas escenas durasen unos pocos segundos. Y por último, no había manera de hundir el traje de Barugon en el lago en la escena de su muerte por lo que fue motivo de nuevos retrasos en el rodaje. Por cierto, no confundáis a Barugon con Baragon, el monstruo que aparece en Frankenstein conquers the world (1965) aunque su nombre sea tan parecido.
Para acabar, este film contiene una anécdota insuperable. Por lo visto, los estudios japoneses de la época contrataban a los actores por paquetes de varios films. Cuando a Kojiro Hongo le dijo la Daiei que su siguiente película con ellos iba a ser la secuela de Gamera, el actor pensó que participar en un Kaiju iba a arruinar su carrera para siempre por lo que fingió estar hospitalizado para escaquearse del rodaje. Para desgracia de Hongo, los productores de la Daiei fueron a visitarle al hospital (él con todo el papelón, brazo vendado incluido) y le dijeron que iban a esperar su recuperación antes de iniciar el rodaje. A pesar de sus reticencias, la experiencia con Los monstruos del fin del mundo debió sorprender para bien a Kojiro Hongo ya que regresó a la saga de la tortuga en Gaos, el terror de la noche (1967) y Viras ataca la Tierra (1968).
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