miércoles, 11 de enero de 2017

GODZILLA (1984)


El fracaso de Godzilla contra Mechagodzilla (1975) en los cines japoneses provocó un parón en seco de la producción de nuevas entregas de la saga y así fue hasta 1984. Durante esos 9 años, la figura de Godzilla se erigió como un incontestable icono pop a nivel mundial, y si en Japón ya no se hacían más entregas de la serie, si se estrenaban en el resto del mundo, aunque si bien los horrorosos remontajes y doblajes hicieron que la imagen de estas películas fuera totalmente freak y distorsionada.
Se negociaron numerosos proyectos en Japón para continuar la saga pero ninguno de ellos llegó a buen puerto. Mientras tanto, en el resto de países asiáticos, subproductos de serie Z con monstruo gigante inundaban las pantallas mostrando una cara totalmente decadente del género, ya pasto de las sesiones más grindhouse de lugares recónditos del mundo.
En EEUU, Hanna Barbera se atrevió con una serie de animación titulada simplemente Godzilla y aunque gozó de cierto éxito, su calidad y trato del personaje era bastante vergonzoso.
Aprovechando el renacer de las monster movies de los 70 como el nuevo King Kong (1976), Tiburón (1975) o Piraña (1978), se empezó a fraguar, a principios de los 80, una versión americana del saurio radiactivo. El encargado de dirigirla iba a ser Steve Miner (Viernes 13, 2ª y 3ª parte) y siguiendo la moda de esos años iba a ser rodada en 3D, pero finalmente el proyecto no llegó a producirse.
Godzilla vuelve a Tokyo 30 años después
Si tenemos que darle las gracias a alguien por el renacer de Godzilla en toda su gloria a mediados de los 80 es a Tomoyuki Tanaka, productor de la Toho y de toda la saga Godzilla, quien gracias a su cariño por la criatura y su incansable esfuerzo, hizo dar a luz el proyecto de una nueva entrega de Godzilla.
En 1983 se organizó en Japón un festival donde se proyectaron todas las entregas de la saga clásica, lo que ocasionó una nueva fiebre Godzilla entre los japoneses, hecho que allanó el terreno para la producción de Godzilla (1984). Algunas de las obligatorias directrices para esta nueva entrega era que Godzilla volviera a ser la criatura maligna y destructora de sus inicios, y que la única referencia de la saga fuera la inicial Japón bajo el terror del monstruo (1954), siendo una secuela directa de la misma 30 años después (y obviando el resto de entregas de la saga clásica).
Ishiro Honda se mostró interesado en regresar a la saga pero la Toho (para tristeza de Honda), acabó eligiendo a Koji Hashimoto, director de amplia experiencia como ayudante de dirección en numerosos títulos de la saga clásica de Godzilla, así como también de grandes blockbusters de la destrucción como El hundimiento de Japón (1974) o Apocalipsis 1999 (1974).
En el film, un submarino atómico soviético es destruido por un enemigo desconocido. Los rusos piensan que han sido los americanos y preparan la guerra contra Estados Unidos y los países de la OTAN. Entonces, un avión de reconocimiento japonés declara que el enemigo fue Godzilla. Las noticias de su regreso hasta ahora ocultadas son hechas públicas.

Godzilla vuelve a ser la criatura malvada de sus orígenes
En Godzilla, los políticos las pasan canutas
La pareja de enamorados intentará sobrevivir de entre la destrucción
El mejor momento, tras explotar un misil nuclear, el cielo de Tokyo se tiñe de rojo sangre
¿Habrá algo que pueda detener a la bestia?
Es de remarcar que cuando un film de Godzilla se pone serio es infalible como representación social de una época con sus temores y obsesiones, creando una radiografía del momento muy interesante. Japón bajo el terror del monstruo (1954) funcionaba a la perfección como metáfora de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, así como de las heridas aún abiertas de la II Guerra Mundial, y la reciente Shin Godzilla (2016) lo hace del desastre de Fukushima.
Este Godzilla ochentero recoge de forma muy acertada el clima de la Guerra Fría, las tensiones entre EEUU y Rusia y el nuevo temor a una guerra atómica con Godzilla como representación de estos temores. De esta manera, una parte del metraje transcurre entre despachos y cómo los gobernantes se enfrentan a la situación de contener el regreso de Godzilla 30 años después, mientras Rusia y EEUU les presionan con detonar una bomba atómica sobre Tokyo.
Preparando el traje de la criatura
Esta nueva entrega es seguida con un tratamiento muy serio y realista, hecho que se agradece, aunque esa seriedad se vea en entredicho cuando en el tramo final aparece el Super-X (una nave de defensa súper moderna) o unos tanques que disparan rayos láser.
El film está lleno de imágenes poderosas, de ideas nuevas y resultonas, como ese inicio pseudo gore con un barco infestado de enormes cucarachas agigantadas y que resultan ser los parásitos de Godzilla. El monstruo tarda en aparecer y su primer acto de presencia en plena central nuclear japonesa es imponente. La cinta, quizás para empatizar de una mayor manera con los personajes principales (los cuales sufren la destrucción en primera persona), toma una gran influencia del cine catástofrico de la época como Terremoto (1974), El coloso en llamas (1974) o El hundimiento de Japón (1974), con los protagonistas quedando atrapados en un edificio semi-destruido e intentando escapar de entre los escombros.
Los efectos especiales son imponentes en muchos momentos (si lo comparamos con las entregas de los 60 y 70), y las secuencias de destrucción consiguen un muy logrado nivel de dramatismo. Godzilla, en esta ocasión está más crecidito y llega ahora a los 80 metros de altura, y aunque vuelve a su apariencia animal y amenazadora, no se lucieron especialmente con el diseño de la cabeza de la bestia, con unos ojos algo fallidos y distraídos.
Los 30 últimos minutos de la cinta son una escalada impecable de tensión y geniales momentos: Godzilla causando destrucción y enfrentándose a la navecita ultramoderna Super X, mientras un misil nuclear amenaza estallar sobre Tokyo, y haciéndolo en plena atmósfera causando un apocalíptico e infernal cielo rojo sobre la ciudad de excelentes resultados...
Godzilla (1984) vuelve a tomarse en serio a la bestia y lo acerca a las nuevas generaciones con una propuesta que se mueve en terrenos más realistas con un sólo monstruo atacando la modernísima y ochentera Tokyo.
Una película que funciona como parábola política de la época y como entretenido film catastrofista. Además, contiene ese aroma ochentero que tenían todas las producciones japonesas de la época, que es irrepetible y le da un plus aún mayor. Al haber un solo monstruo, la historia puede volverse sosa y lenta por momentos, el Super X por poco arruina el tono realista del film, pero en general es una muy competente puesta al día del mito radiactivo y que gana con cada visionado (y la canción pop ochentera de los créditos finales, interpretada por The Star Sisters y titulada Goodbye Godzilla, la estuve cantando meses cuando era pequeño, piel de gallina cuando la escucho en el presente).

Un momento de Godzilla 1985, el esperpéntico remontaje americano del film japonés
El film obtuvo una muy buena taquilla en Japón, con 3,5 millones de espectadores y se convirtió en un pequeño clásico de los video-clubs. Tomoyuki Tanaka vio cumplido su sueño de hacer regresar a Godzilla a las pantallas y con un éxito recuperado, por lo que se retiró del mundo de la producción cinematográfica aunque en las futuras entregas de la saga su nombre aparecerá siempre en los créditos como homenaje a un hombre que se desvivió por el personaje desde sus inicios en 1954.
En EEUU y por raro que parezca en plenos años 80, se volvió a realizar un horripilante (aunque interesante para completistas) remontaje titulado Godzilla 1985, donde se eliminaron numerosas escenas y las sustituyeron por actores americanos, entre ellos Raymond Burr, quien retoma su personaje del remontaje americano Godzilla King of the monsters (1956) 30 años después en calidad de "experto" en materia monstruosa.
Por supuesto, el trato neutral que el original japonés daba al conflicto entre Rusia y EEUU fue eliminado de este montaje y con patéticos momentos como el de presentar a un diabólico personaje ruso que a malas activa el misil nuclear sobre Tokyo (cuando en la original intenta detenerlo muriendo en el intento).
(Redactado por Adrián Roldán)

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