lunes, 17 de octubre de 2016

FESTIVAL DE SITGES 2016 : DÍA 7

Corren buenos tiempos para el thriller nacional. Películas tan notables e interesantes como "No habrá paz para los malvados"(2011), "La Isla Mínima" (2014) o la reciente "Tarde para la ira" (2016) dan fe de ello.
El último trabajo de Rodrigo Sorogoyen "Que Dios nos perdone", también entraría con honores en esa privilegiada lista, que nos devuelve las ganas de pisar/pagar un cine para ver un producto nuestro (y no me refiero al típico gestado en Estados Unidos con firma española) y salir del todo satisfechos.
Con un estilo sobrio, directo, trabajado y coherente; de personajes firmes, que reformula el thriller clásico pero sin calcar a los de siempre, y en donde el guion, las interpretaciones y la puesta en escena, rozan la excelencia al no caer en dinamismos obsoletos ni en un humor de teleserie.
Sorogoyen nos sitúa en Madrid, en aquél caluroso agosto de 2011. En plena crisis económica, y mientras la capital recibía al Papa Benedicto XVI, un asesino en serie comienza a cobrarse víctimas de manera cada vez más contundente y brutal.
A los antitéticos inspectores Alfaro y Velarde, bravucón e inestable el primero, tartamudo y metódico el segundo, se les asignará la difícil tarea de encontrar al criminal sin levantar mucho polvo, pues el país tiene la mirada puesta en otros asuntos "de mayor importancia".
Muchos elementos entran en juego para dar forma a esta formidable película policíaca, y no solo desde un punto de vista cinematográfico, sino también por ofrecernos un discurso social muy relevante a la par que actual, ahondando también en psicologías de toda índole y creando, a mucha honra, un serial killer para el recuerdo.

Alfaro y Velarde, juntos en un caso que les desborda
De entrada, el escenario de una Madrid sufriendo una de sus peores olas de calor, socialmente indignada y con aglomeraciones de devotos cristianos adorando al Sumo Pontífice, resulta ideal para relegar un caso de asesinatos a un cuarto plano en los medios de comunicación.
Los detectives, cada uno con sus respectivas vidas al borde del colapso, dibujan sendos personajes con gran acierto pese a las dificultades que entrañaban (sobre todo para De La Torre), y demuestran talento y profesionalidad a un nivel muy competente.
El telón social de fondo, con la indignación política y los comienzos de la peor crisis económica en democracia, construyen un escenario conflictivo y crispado, que se respira en la relación entre compañeros, jefes, noticiarios o incluso dentro de las familias. Un ambiente malsano y rancio que alimenta el odio general del film y nos impregna de una atmósfera agobiante pero idónea, sin duda uno de los aspectos más interesantes del conjunto.

Tras las huellas de un asesino brutal
Si a todo eso le sumamos un metraje ágil, buenas dosis de acción inteligente, diálogos casi brillantes, una narrativa con desparpajo más un original asesino y violador de abuelas (aunque nos recuerde vagamente al inigualable Bates de Hitchcock), ya tenemos veredicto.
Film, en suma, espléndido, que no llega a obra maestra por licencias en la historia y falta de pretensiones más altas, pero que puede sacar pecho ante productos similares de mayor presupuesto, y que tiene, gracias a su humildad y valentía, un lugar de honor en el cine nacional. ¡ Un bravo para Sorogoyen !.
(Redactado por Jesús Álvarez)

El cine de animación rara vez entrega películas destinadas exclusivamente al público adulto, en la actualidad suelen abundar las películas infantiles o en el mejor de los casos, destinadas a toda la familia gracias a una serie de "capas" que la hacen accesible a un amplio abanico de edades - véase la magnífica Del revés de Pixar-. Dentro del cine animado para adultos, podemos encontrar títulos clásicos como "Heavy Metal", "Cuando el viento sopla" o "El gato Fritz"; o más actuales, como las imprescindibles "Bals con Bashir", "Princess" o "The Fake", por citar algunas, pero no solemos tener muchas oportunidades a lo largo del año.
Por eso, la inclusión en la programación de Sitges de "Bad Cat", me parecía una propuesta irresistible. La película es la adaptación de un cómic turco de título Kötu Kedi Şerafettin, creado por Bülent Üstün, enormemente popular en su país natal, que nos presenta las aventuras de un gato llamado Shero, un auténtico rufián malhablado, malcarado y obsesionado con ligar, beber, comer e insultar a todo hijo de vecino que se cruce en su camino.
Junto a sus amigos Riza la rata y Rifki la gaviota, están preparando una noche de barbacoa, cuando surge la oportunidad de intentar ligarse a la dulce gatita de un dibujante de cómics que vive por allí cerca. Pero el destino siempre está lleno de sorpresas, y el breve encuentro terminará con la muerte de forma accidental de la gatita. Como consecuencia, su dueño, presa de la ira, buscará vengarse de Shero y de otro felino -un proxeneta- que pretendía presentarle a la atractiva gata.
En la dura pelea, solo Shero sobrevive, mientras el dibujante termina con los sesos desparramados al caer desde lo alto del edificio. Sin embargo, volverá de entre los muertos convertido en una especie de zombie vengativo que sólo tendrá en mente matar a Shero.
Por si el día no hubiera sido suficientemente duro, la casera del piso donde vive Shero, está a punto de desahuciarles y ese día se le presenta un hijo bastardo reclamando su paternidad.   
Bad Cat sorprende desde su primer fotograma gracias a una cuidada animación tridimensional muy en la línea de la última entrega de las aventuras de Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo. Demostrando el cariño que se le ha dedicado al diseño de los personajes, decorados, objetos y detalles de todo tipo, y su interactuación. De la película solo se puede decir que es un disfrute transgresor de principio a fin, cuyo cómic nació en el año 1995, momento en que el movimiento underground permitía mucho más que hoy en día la publicación de obras con un contenido tan subido de tono.
Shero y su dueño son puras caricaturas de muchos clichés turcos: el gato más deslenguado y con más mala ostia con quien nos hayamos cruzado nunca, mientras su "cuidador" de aspecto brutal, cejijunto, con camiseta imperio y peludo como un oso, resulta ser un amante del arte que decora su apartamento con litografías de Picasso y toca música clásica con su violonchelo. De ritmo vertiginoso -pero sin pasarse-, también aprovecha como en otras películas del festival, para lanzar una crítica a la banca urdiendo un atraco surrealista a una sucursal bancaria. Repleto de gags visuales, chistes, frases lapidarias y muy mala baba, ha sido una de las propuestas con las que mejor lo he pasado este año en Sitges. Realmente una película a rescatar para aquellos que no tuvieron oportunidad de verla.
Al terminar la película, los directores de la misma - Ayse Ünal y Mehmet Kurtulus - atendieron una ronda de preguntas, donde dieron luz ciertos aspectos desconocidos en nuestras tierras acerca de la animación turca en general. Sobre el cómic en que se basa el filme, comentaron que se publica en forma de semanario de dos hojas con gags muy inconexos entre ellos, lo que dificultó el poder crear un largometraje en el que desde hacía más de 10 años ya tenían sus miras fijadas. Para el proyecto contaron con la entusiasta colaboración del creador del cómic, quien además aparece caricaturizado en la película como el dibujante apacible que termina transformado en un zombie.
Asimismo, aclararon que el cómic es mucho más corrosivo y transgresor que la versión animada, que si bien no se queda corta en el apartado escatológico o visual, no llega a la altura de su fuente original, donde se puede ver como Shero nace gracias a una masturbación y donde el contenido sexual y de incorrección verbal es altísimo.
(Redactado por Marc Ventura)


Su presentación en Sundance, donde dividió al público de forma brutal (muchos huyeron de la sala rechazando la propuesta y los que se quedaron acabaron amándola), no hacia sino aumentar las expectativas respecto a "Swiss Army Man", film dirigido y guionizado por Daniels (Dan Kwan y Daniel Scheinert).
La verdad es que el punto de partida del film, con un cadáver moribundo, interpretado por Daniel Radcliffe, el cual no cesa de emitir flatulencias, era bien llamativo, algo muy del gusto de un Festival como Sitges.
La historia presenta a Hank, quien lleva una larga temporada aislado en una isla desierta, pero tras encontrar a un cadáver de un joven que el agua ha traído hasta la orilla, logra escapar haciendo uso de sus "especiales" habilidades con los gases corporales. 
El film sorprende por su tono juvenil, gamberro y tremendamente imaginativo, aprovechando el espacio de la acción y llevándolo al terreno de lo absurdo y al surrealismo. Sí, el cadáver moribundo (interpretado muy bien por cierto, por un Daniel Radcliffe quitándose ya definitivamente el sambenito de Harry Potter forever), es una auténtica navaja suiza: se tira pedos que lo ayudan a propulsarse cual lancha motora o emana de su boca chorros de agua limpia que sacian la sed del protagonista; pero el film no se queda en estas demostraciones de humor escatológico, absurdo y refrescante.
Una vez el cadáver empieza a hablar, la película entra de lleno en terrenos más profundos y complejos: la vida, la soledad, las relaciones humanas o cómo nos amarga la forma de comportarnos frente a la sociedad. Un camino que lleva a Hank, interpretado por un estupendo Paul Dano, a redescubrirse a sí mismo y a enfrentarse a sus temores más internos a la vez que cuenta una preciosa historia de amistad.


Si encima, el objeto de deseo de esta extraña pareja es Mary Elizabeth Winstead (la fémina de la cual Hank está enamorado y nunca se atrevió hablarle), una actriz de referencia para el que esto suscribe por motivos evidentes, el film se hace emocionante, divertido y reflexivo.
Juega en contra que su humor sea muy especial y que al fin y al cabo, no hay mucho más que rascar en la trama y el metraje se haga, por momentos, algo largo y con escenas reiterativas y repetitivas. Pese a todo, el clímax final es inmejorable y hace que al acabar la proyección, no puedas reprimir una sonrisa tonta de satisfacción. 
(Redactado por Adrián Roldán)

En el reciente festival de Cannes 2016, algunos privilegiados asistieron a la proyección restaurada en 4K del clásico film checo de ciencia ficción "Ikarie XB-1". Conocida película por ser la primera producción checa de dicho género y por servir de fuente inspiradora para futuros clásicos como "2001 : Una odisea del Espacio (1968)" o "Alien, el octavo pasajero (1979)".
Basada en la novela "La nube de Magallenes" del polaco Stanislaw Lem, el film por fin se ha visto reivindicado tras tantos años, pues no se pasaba en un cine en su versión original intacta desde su gran acogida en Trieste de 1963. Y es que al poco de estrenarse, y para comercializarla mundialmente, la AIP (American International Pictures, con el incansable Roger Corman de por medio) la rebautizó y remontó para adaptarla a otro tipo de público.
Así pues, el novedoso film de Jindrich Pólak, tras el centrifugado yanki, pasó a titularse "Voyage to the end of the Universe" ("Viaje al fin del Universo" en España), y suprimió por completo 10 minutos del original, cambió el final por otro más "adecuado", alteró el nombre de los actores checos, anglofonizándolos, e incluso eliminó uno de los puntos más significativos y auténticos de la película, su marcado espíritu comunista.
Gracias al festival de Sitges 2016, unos pocos pudimos deleitarnos con esa copia restaurada y original que se exhibiera en Cannes, además de sorprendernos por la noticia de su posible re-estreno en salas de nuestro país a principios de 2017. Todo un lujo.
La película nos sitúa en el año 2163. Ikarie XB-1 es una nave que viaja a una velocidad cercana a la luz y que ha sido enviada, en un viaje de más de 2 años y junto a una tripulación mixta de 50 personas, a un desconocido planeta "blanco", cerca de Alfa Centauri, que no esté tan dañado como del que proceden.

Tratando a un astronauta afectado por la radiación
Durante el plácido trayecto, toparán con otra nave espacial abandonada, aparentemente terrícola, que emana radiación mortal, provoca desequilibrios psíquicos graves y parece una seria amenaza para los intereses de la misión.
El componente fuertemente comunista del film es palpable en toda la cinta. Desde el comportamiento general de la tripulación, todos de una misma condición, con raciones de comida equitativas y sin apenas jerarquías visibles, hasta la propia alegoría de la búsqueda de una sociedad ideal (ése planeta "en blanco"), huyendo de un sistema podrido.
Las ideologías políticas no terminan ahí, pues también hay claras referencias a la Guerra Fría (el armamento que transporta la nave abandonada y que atenta contra sus intereses), o al sistema de estancamiento económico que azotaba la república checa a principios de 1960.

Un robot "obsoleto", de lo más divertido de la cinta
Un asombroso ejemplo de su poderío estético
Lejos de ser solo un film panfleto, "Ikarie XB-1" también se adentra con desparpajo en aspectos tecnológicos, y es ahí donde encontramos sus mayores virtudes. Con un acabado estético magnífico, un despliegue visual sorprendentemente actual y una visión muy estimulante del presente y futuro de la ciencia espacial, el film posee una poderosa identidad propia y se desmarca por su originalidad, exotismo y su capacidad premonitoria (incluso en aspectos musicales). Todo un alarde de invención estética que contrarresta y/o complementa el fuerte aroma político.
La balanza se desequilibra cuando el film trata de ahondar en las relaciones humanas, pues esboza con brocha más bien gruesa las relaciones de amor (seguramente respetando los límites permitidos), fraternidad, desquicio psicológico (en el caso de un tripulante en concreto), sus fallidas pretensiones como thriller o las mínimas dosis de violencia.


Incluso sabe contagiarnos el tedio cuando a la tripulación, por causas que no desvelaré, les entra una somnolencia extrema. Ése es, en realidad, el verdadero talón de Aquiles de esta peculiar película sobre el espacio, aburrirnos en buena parte de su segunda mitad.
Como curiosidad, parece ser que el maestro Kubrick mostraba a su equipo de realización escenas de "Ikarie XB-1"  mientras rodaba su obra maestra "2001", y hay quién ve más de una similitud entre ambas. Sea como sea, bienvenida reivindicación de este clásico desconocido, y ya de culto, de la ciencia ficción checa.
(Redactado por Jesús Álvarez)


Christopher Smith, director de "Detour", presentó la que según él es su mejor película hasta la fecha. Asiduo al festival desde que en la edición del 2004 presentara Creep, a la que posteriormente se unirían Triangle y Black Death en el 2009 y 2010 respectivamente. La historia nos presenta a Harper, un joven estudiante de casa acomodada que vive convencido de que el accidente de coche que llevó a su madre a estar en coma, fue causado por su padrastro con la intención de librarse de ella, conseguir una buena herencia y poder estar con una pretendida amante a la que según el joven visita con asiduidad en Las Vegas. Una noche de borrachera solitaria para evadirse del calvario en que se ha convertido su vida, le lleva a entablar conversación con un tipo duro llamado Johnny, quien tras escuchar sus teorías acerca de su padrastro se ofrece a solucionarle el problema y hacerlo desaparecer del mapa a cambio de 20.000$. Al día siguiente, cuando Johnny se presente delante de su puerta para recogerle e ir a Las Vegas para acabar con su padrastro, se da cuenta del problema en que se ha metido por culpa de unas copas de más. Y aquí deberá elegir si sigue con el plan trazado en una noche etílica o se queda y planta cara a Johnny que ante todo quiere sus 20 mil.

Si algo se le tiene que reconocer a la última película de C. Smith es que es un neo-noir más que decente, bastante respetuoso con el género -incluso con guiño a la mítica Detour de 1945 que están dando por televisión-, a la vez que no tiene miedo a presentarse con una personalidad propia con una estructura narrativa que usa el splitscreen cuando quiere presentar una disyuntiva -como cuando podemos ver a Harper siguiendo a Johnny hacia Las Vegas mientras en el otro lado de la pantalla se queda en casa-. Por fortuna es un elemento del que no se llega a abusar y no entorpece el ritmo de la película, sino que logra darle un punto de tensión y sorprende a medida que vamos atando cabos conforme avanza la historia.



Con una buena actuación de los actores principales, los personajes y elementos que pueblan la historia son viejos conocidos del noir: en muchos casos elementos fuera de la ley, con cuentas pendientes con terceros o cuya vida va encaminada en la senda de los perdedores, como es el caso de Cherry, la joven puta que les acompaña en su viaje y a la que un cliente ha marcado con un navajazo en la cara. Con algún que otro interesante giro de guión y un buen trabajo de montaje logra sorprender en determinados momentos para que la experiencia sea agradable, ligera eso sí, pues al terminar no es una película que invite a grandes reflexiones ni tenga momentos que vayan a perdurar mucho en el recuerdo.
(Redactado por Marc Ventura)


Cada vez más, el triunfante concepto inmersivo que ha conseguido el mundo del videojuego se va colando progresivamente en otros formatos audiovisuales. Uno de los últimos experimentos con el que está jugando el mundo del cine estos últimos años es el fallido y caduco 3D o la realidad virtual.
"Hardcore Henry" es un vehículo de acción cuya mayor atención se centra en que sus 90 minutos están grabados en primera persona y casi en tiempo real, cual videojuego shot'em up tipo Call of Duty (o Doom, para los nostálgicos y amantes de los clásicos de la Play Station de los 90).
La trama es bien simple. Henry, el protagonista (o nosotros, si lleváramos un mando) revive en un laboratorio y de la mejor manera, siendo ensamblado biónicamente con prótesis robóticas súper poderosas por una enfermera de muy buen ver que dice ser su esposa (Henry no recuerda nada de su vida anterior). A los pocos minutos, unos maleantes comandados por un personaje con poderes psíquicos, mata a todo el mundo en el laboratorio, aunque Henry (junto a su curvilínea mujer) consiguen escapar.
Es cuando empieza un sin parar de acción cada 2 minutos con Henry encontrándose cada dos por tres con personajes metidos con calzador, los cuales le dan alguna pista o nueva arma que le permita seguir en el desarrollo de los acontecimientos (como cualquier videojuego del género).


Es evidente destacar que la propuesta es resultona y técnicamente excelente, pero para un servidor, el tema de la primera persona le ha parecido insufrible y tremendamente mareante (y eso que mi mente está más que acostumbrada a las mayores locuras narrativas y visuales).
Para un corto de 10 ó 20 minutos bien, pero no para 90. El conjunto es monótono y aburrido. Todo se centra en una sucesión de escenas de acción, una tras otra, (muy bien hechas, eso sí) donde el mayor atractivo reside en cómo Henry va destrozando a sus enemigos de las maneras más burras posibles.
A destacar el tramo final, donde el nivel de acción llega a cotas sobrehumanas y espectaculares (como fan de Queen, me hizo especial gracia que sonara Don't stop me now cuando Henry se inyecta adrenalina en vena).
Pese a sus aciertos, se trata de un film que funciona como curiosidad narrativa, pero que os aseguro que no volveré a visionar nunca más para así evitarme una buena vomitera.

(Redactado por Adrián Roldán)

En la última década, el cine francés de género ha dado lugar a piezas que han ofrecido nuevas perspectivas del terror, desde el torture porn, con films provocativos, desagradables y viscerales.
À l'intérieur (2007) es una de las favoritas para un servidor de esta nueva y volátil ola de cine de terror francés, a la que también pueden ser ejemplos destacados Martyrs (2008) o Alta tensión (2003).
"Grave" (o Raw, o Crudo), es una de las propuestas más interesantes, no solamente de esta reciente ola francesa, sino del género en estos últimos años, manteniendo el mismo nivel de incomodidad en sus escenas más gore (aunque sin llegar a los niveles de los anteriores títulos mencionados); con un toque de cine de auteur (muy europeo) y una historia femenina de autodescubrimiento sexual, vital (y alimenticio).
Justine, una joven de 16 años, vive en una familia donde todo el mundo es veterinario y vegetariano. Desde su primer día en la escuela de veterinaria, Justine se desvía radicalmente de sus principios familiares y come carne. Las consecuencias no tardan en llegar y Justine empieza a desvelar su verdadera naturaleza.
Lo sorprendente de este film es que se trate de la ópera prima de la directora Julia Ducournau y el resultado final parece haber sido creado por alguien con una trayectoria mayor, y es de destacar la naturalidad con la que pasan los hechos, no solo los sangrientos, sino en las situaciones referentes a la sexualidad o a la descontrolada vida universitaria donde vamos acompañando a la vorágine de degradación (o renacimiento, según como se mire) de Justine, con una fantástica interpretación de Garance Marillier, sin duda, lo mejor de todo el film.


No niego que haya algunas facultades o universidades francesas (o en el resto del mundo) con ese nivel de descontrol alcohólico y sexual, con orgías entre estudiantes en cada esquina, pero por momentos me resultó algo difícil de creer y parecía que estuviera viendo una escuela militar o una rave permanente antes que una escuela de veterinaria, si bien es un ambiente que ayuda en el desarrollo vital de Justine.
Respecto a los desmayos producidos en el Festival de Toronto, he de avisar que si estáis acostumbrados al género y a las emociones fuertes, las escenas sangrientas no os van a quitar el sueño ni mucho menos, pero sí es verdad que esos momentos en donde el canibalismo o la automutilación se hacen presentes, resultan desagradables y muy shockin' (pero no son para tanto).
El giro final, lleno de humor negro, es muy destacable y me hizo especial gracia. Grave (Raw) es un film de terror adulto, hecho con estilo, que remueve y hace pensar, algo muy necesitado en el genero estos últimos años y que con títulos como It follows (2014) o el presente film, hacen que recuperemos la esperanza en el cine de terror.
(Redactado por Adrián Roldán)

La moda de los mockumentary parece que no cesa, para qué engañarnos. Es un género la mar de económico de realizar para directores con pocos recursos pero son un tipo de películas con numerosas limitaciones.
REC (2007), Troll Hunter (2011), Cloverfield (2008) o Paranormal Activity (2007) son buenos ejemplos de cómo enfrentarse a la cámara en mano con buen hacer, e incluso propuestas tan delirantes y marcianas como The dinosaur project (2012) me hicieron especial gracia.
"Operation Avalanche" mezcla el concepto del falso documental con la leyenda urbana de que la llegada del hombre a la luna fue un montaje. Estamos en 1967, y la Guerra Fría está caliente, caliente, con la carrera espacial como punta de lanza. La CIA cree que un espía ruso se ha infiltrado en la NASA para sabotear el programa Apollo, y tienen la “brillante” idea de mandar a unos agentes del departamento de audiovisual para que se hagan pasar por documentalistas y desenmascaren al topo.
Personalmente siento pasión por las teorías conspiratorias, desde que el gobierno esconde la existencia de extraterrestres, que bajo el Vaticano hay un sótano enorme con esqueletos de humanoides gigantes o que el 11-S fue un montaje. Operation Avalanche se centra durante 90 minutos en la creación y desarrollo del montaje de la llegada del hombre a la Luna, y si bien es una vuelta de tuerca interesante, es algo insuficiente para un film de hora y media. 


El metraje se va haciendo largo y vas descubriendo que no hay mucho más que contar, nada más que seguir a unos personajes más o menos anodinos y ver como graban la citada farsa para luego escapar de agentes de la CIA que los quieren ver muertos. Hacía falta una vuelta de tuerca en el guión de esta producción o quizás la presencia de algún alienígena, pero esto ya es a gusto personal.
Operation Avalanche es una propuesta interesante, que retrata bastante bien el clima social y de paranoia de finales de los 60, pero resulta en conjunto un producto soso e insuficiente, aunque pasable.
(Redactado por Adrián Roldán)

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