sábado, 31 de octubre de 2015

SITGES DÍA 8 - VIERNES 16 DE OCTUBRE

Resulta de lo más complejo abordar con conocimiento de causa a un cineasta tan prolífico como Takashi Miike. Con alrededor de un centenar de films en su haber, el japonés ha sido capaz de rodar hasta 3 y 4 películas por año, algo realmente insólito sólo al alcance de nuestro añorado Jesús Franco.
En consecuencia, el hecho de haber visionado únicamente unas pocas películas de Miike (unas 6, puede que 8 a lo sumo), mi perspectiva no puede ser del todo precisa, pues no va más allá de vislumbrar, a grandes rasgos, un discurso cinematográfico generalmente centrado en la acción adrenalínica, las diferentes formas del terror y las subculturas o tradiciones niponas.
Considero que estuve confuso viendo su última propuesta exhibida en Sitges, "Yakuza Apocalypse", pues la importante maraña argumental unida al considerable aluvión multireferencial de Miike me distanciaban de su comprensión.
Una locura de lo más freak con vampiros y yakuzas, seres mitológicos japoneses, millones de extravagancias, ranas expertas en artes marciales y un largo etcétera que me procuraron una interminable sesión de cine de lo más delirante y caótica, aunque con hallazgos a reivindicar.
Miike, aún dentro de ese caos, nos propone que sigamos la historia de Kagayama, un leal acólito del legendario jefe yakuza Kamiura que, poco antes de ser asesinado por un misterioso sindicato terrorista, le traspasa su condición secreta de vampiro. Éste, confuso pero decidido a vengar su muerte, se deberá enfrentar a un peculiar equipo de asesinos, a cada cual más extraño.

Kagayama se enfrenta a un poderoso asesino para vengar a su vampírico jefe yakuza
La distancia socio-cultural no me permite adivinar buena parte de las referencias expuestas en el film, si es que hay tantas como creo, pero desde mi punto de vista se trata de un batiburrillo amorfo, dilatado y confuso, de un millón de ideas entremezcladas sin demasiado tino.
Por un lado hay una divertida y clara crítica social hacia el mundo de los yakuza, lógicamente empalidecido en nuestros días y que gracias al embrollo vampírico consigue momentos de acertada lucidez (el hecho de "plantar" yakuzas para que "broten" en un invernadero (...) o que nadie les tenga ya el menor respeto).
Miike también juega a plasmar miles de conceptos extraídos del anime, la televisión, los videojuegos o incluso la mitología nacional, todo dentro de un contexto alocado y neonizado que roza el disparate, delirante en la mayor parte del metraje, y en contadas ocasiones, con cierta genialidad formal.

El más temido de los asesinos, una gigante rana con poderes y aptitudes extraordinarias....en fin.
Niños brotando de la tierra.....(sic)
Hay cabida para momentos de toda naturaleza en la odisea del japonés; desde las artes marciales más estrafalarias, la comedia desmadrada, la exagerada dramatización de hechos puntuales con absurdas redenciones personales o incluso reminiscencias al western.
Una experiencia con muchos contras pero que te conduce por lugares nunca antes transitados como espectador y que puntualmente son de agradecer. Un film dificilmente contextualizable y mucho menos comprensible en su condición de cine puramente nipón, sin duda a años luz de una completa asimilación por parte del público occidental. (Redactado por Jesús Álvarez).


Poco o nada sabíamos acerca del film "Writers retreat", el debut cinematográfico del británico Diego Rocha, más allá de una pequeña sinopsis y un intrigante póster promocional que invitaba al terror de corte psicológico. Lo cierto es que, sin restarle méritos a la presentación previa por parte de Rochas sobre el film, es de ley destacar que los verdaderos aplausos en la sala no fueron dirigidos hacía él, sino para su hermosísima hija, traductora ocasional, y que nos deslumbró a todos sin excepción sobre la tarima del retiro.
Confesado esto, nos sumergimos en la historia de Zandra, una novelista de éxito que como parte de la documentación para su próximo libro (entre otros motivos), participa como docente en un retiro de escritores que confesarán sus más oscuros deseos y/o preocupaciones. Lo peculiar de esa reunión de extraños personajes es que están citados en un enclave muy diferente, Kilton Island, una especie de islote incomunicado por la subida de las mareas que, supuestamente, los alejará de sus ajetreadas vidas por un tiempo. Zandra y el grupo afrontarán de maneras muy diversas la pronta desaparición de un miembro del grupo, dando lugar a sospechas y tensiones crecientes sobre si ha habido o no un asesinato.
El modesto debut de Rochas tras las cámaras nos ofrece dos partes bien diferenciadas entre sí (diríase incluso que parecen 2 películas distintas y unidas toscamente), siendo medianamente interesante en su primera mitad, con una atmósfera, presentación de personajes y diálogos acertados (e incluso bien actuada); y una segunda mitad, horrorosa en el sentido estricto de la palabra, que deja en evidencia las carencias y la dificultad que tiene filmar el terror y que hunde completamente la condición del film en sí.
La idea de un retiro de escritores variopintos en un islote remoto es lo mejor del film, que pese a ofrecer una puesta en escena más televisiva que cinematográfica (véase : eternos travellings en círculo mientras se discute, planos confusos que nada aportan o síntomas de torpeza en el uso de los códigos más elementales), no nos irritan del todo y se deja ver sin problemas.
Ni tan siquiera algunas pedanterías de guion como esas citas continuas a Mark Twain, retorcidas referencias literarias y algunas lecturas "profundas" de los sentimientos humanos nos apartan de un nudo bastante interesante, incluso adictivo. Esa relación lésbica interracial , la inquietante anciana escandinava o el rencor entre Zandra y el escritor listillo eran puntos a favor del film que mantenían un pulso narrativo reconfortante.

Un asesino hace de las suyas ante el asombro de los literatos
Lo malo del asunto es la alarmante bajada de calidad, tanto argumental como técnica, que sufre la película en el momento de su resolución, cuando todo debería ser más intenso, caótico y emocionante. Se desaprovecha casi por completo las posibilidades que ofrecía el lugar, muy al estilo "british horror", y que sin la adecuada capacidad de plasmación no surte efecto inquietante alguno.
Se desvanece la propuesta de una manera insalvable, pues sin esa parte final pseudo-terrorífica, y si se hubiese acudido más a fuentes cercanas al famoso Cluedo, el film hubiese funcionado, en mi opinión, mucho mejor. Aunque claro, parte de su intención comercial radicaba, imagino, en calzarla adecuadamente para el Festival en cuestión.
Mantiene Zandra en la película que su cita favorita de Mark Twain es “Escribe sobre lo que sabes”. No sería descabellado entonces que acudiéramos a su misma fuente de inspiración para reprocharle al bueno de Rocha que por favor, la próxima vez, "filme sobre lo que sepa". (Redactado por Jesús Álvarez).

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