martes, 7 de octubre de 2014

FESTIVAL SITGES 2014, DÍA 2 : MUSARAÑAS, CREEP & IN ORDER OF DISAPPEARANCE

[·REC] 4: Apocalipsis arrancó el primer día de festival con más o menos aceptación por parte del público, ya que se disfruta, como muchas películas de este certamen, en función de cómo te la tomes y de lo que esperes de ella.
Debo añadir que este 2014, aunque al departamento de prensa nos hayan sacudido nuestras tradicionales directrices, se ha mejorado en un aspecto crucial para disfrutar las filmaciones al máximo : el subtitulado.
Mucho más iluminados y agradables en Auditori y Retiro (ya no son paneles de aeropuerto) e incluso proyectados, como ahora se hace en  la mítica sala Prado. Un lujo que desde aquí agradecemos de todo corazón.
Pero a lo que íbamos. En esta segunda jornada de empacho cinematográfico, retomamos nuestras butacas de nuevo para ver una producción nacional, apadrinada por nuestro querido Álex de la Iglesia (aquí en labores de producción), y cediéndole la batuta de dirección a dos nuevos talentos del panorama español (Juanfer Andrés y Esteban Roel), aunque eso sí, ambos demasiado deudores del estilo "De la Iglesia".
Musarañas no sólo es "la nueva película de Hugo Silva", como muchos decían en las colas de espera. Si no más bien se trata de una comedia en tono muy negro, bastante divertida (solo gracias a Macarena Gómez, que lo da todo) y a veces mordaz, que necesitaba un ejemplar masculino infalible ante cualquier mujer, por muy mojigata que ésta fuera.
Esta triste historia de dos hermanas que viven casi en devota clausura (la mayor padece un grave caso de agorafobia), se verá truncada por un accidental suceso con un vecino (el ejemplar antes citado), que tras caerse por las escaleras, será literalmente secuestrado por éstas, sufriendo las consecuencias.
Macarena Gómez en Musarañas
Situada en los años 50, con varias caras conocidas (entre ellas la de un anecdótico Luis Tosar) y con un ritmo satisfactoriamente in crescendo, el film no se preocupa tanto por su coherencia argumental como se podría esperar de ella (padece incoherencias varias) pero sí es capaz de captar toda nuestra atención durante su desarrollo, e incluso ofrecernos algunos momentos de alto voltaje.
Un trabajo moderadamente digno y simpático que sin embargo, cosecha tantos comentarios favorables como desfavorables, y eso, por descontado, evitará que la película vuele más alto de lo que seguramente merezca.
(Redactado por Jesús A.)

Atraídos por las buenas críticas cosechadas y por un argumento a priori muy prometedor, nos acomodamos en la abarrotada sala del Retiro para tratar de disfrutar "Creep", de Patrick Brice (también protagonista, guionista y de hecho, principal culpable del asunto).
Nunca me he sentido atraído por el dichoso "found footage" salvo en un par de ocasiones muy puntuales (Troll Hunter, por citar alguna). Es más, poco a poco me estoy convirtiendo en un feroz detractor y deseo que desde ya, esa moda -que está durando demasiado-, desaparezca del panorama cinematográfico y sea simplemente un recurso más para cineastas con algo más que decir.
Para la ocasión, Aaron (Brice) agarra su handycam y nos muestra su solitario viaje a una cabaña en el bosque, donde un personaje llamado Josef (interpretado por el reconocible Mark Duplass) le ofrecerá una jornada laboral sospechosamente bien remunerada.
Ni más ni menos que 1000$ sólo por filmar 8 horas de su vida, ya que según cuenta, el cáncer cerebral se lo lleva por delante sin remedio. Aunque se palpe la inestabilidad mental de Josef desde un buen inicio, el bueno de Aaron le seguirá el juego hasta unas consecuencias ¿insospechadas?....
En este tipo de propuestas, véase : cámara en mano, planos caseros, escenas mareantes y sonido descuidado, brilla por su ausencia uno de los aspectos más relevantes en mi apreciación por el buen cine, como es una buena puesta en escena. Punto fatal número uno.
Mark Duplass, tratando de dignificar lo imposible
Si una vez forzados a presenciar tal historia, observamos como nuestra idea preconcebida del film resultaba muy superior al resultado final y vemos como se desaprovecha su premisa, el chasco se multiplica. Punto fatal número dos.
Tristemente al terminar la proyección, vemos como únicamente nos han recompensado con un par de destellos ingeniosos (bueno, quizás 3) dentro de sus eternos 82 minutos, y descubrimos que hemos pagado un precio demasiado alto por dedicarle nuestra total atención. Punto definitivamente fatal número tres.
En definitva, un film insignificante que malgasta un buen planteamiento y que evidencia, como ya suponíamos, el agotamiento de este cine low budget que no ofrece ya mayor interés. (Redactado por Jesús A.)


En el séptimo arte abundan las historias en las que personajes ejemplares, pacíficos, incapaces de hacer daño ni a una mosca, por avatares y circunstancias de la vida, mutan en una persona desconocida incluso para ellos mismos. Tal es el caso de Nils, el quitanieves de un pequeño pueblo de la fría y desolada Noruega que acaba de recibir el premio como ciudadano del año. Una apacible existencia que se verá truncada cuando su mujer reciba una llamada anunciando la muerte de su hijo a causa de una sobredosis, y la posterior confirmación por parte de la policía de que no va a investigar el caso considerando que se trataba de un yonki más. Destruyendo así a pasos agigantados la vida de la pareja, hasta tal punto en que Nils bordea el suicidio al no encontrar ninguna motivación para seguir viviendo. Pero todo cambia cuando se entere que realmente ha sido una víctima inocente de una peligrosa banda de narcotraficantes, será aquí donde empiece la transformación de Nils, determinado a descubrir realmente que pasó, con una nueva motivación que guía sus pasos, la poderosa venganza dirigida hacia el gran capo de una importante banda de narcotraficantes del país.
En el film sobrevuela siempre el concepto de "ojo por ojo", siendo el leitmotiv de la práctica totalidad de protagonistas de la función, pues los ajustes de cuenta de Nils tendrán sus consecuencias alterando el equilibrio de las diferentes mafias que operan en la zona y cada uno buscará resarcirse con sus propios métodos.



Gracias a una espectacular fotografía de Philip Øgaard, el paisaje helado se nos muestra más inmenso, desolado y amenazante que nunca, creando un vínculo con el western y sus áridos parajes. Nils, como justiciero monta su quitanieves de igual modo que muchos justicieros del far west lo hieran sobre sus monturas. En ese terreno asistimos a un duelo que sabe jugar con gran equilibrio con los géneros del thriller y la comedia negra, haciendo gala de un humor que le otorga un toque muy acertado. Impagables los diálogos entre los mafiosos serbios hablando sobre las cárceles noruegas donde la incredulidad de uno de ellos nos puede recordar a las lineas que intercambiaban Vincent y Jules en Pulp Fiction hablando sobre las "pequeñas diferencias". O la aparición de las esquelas con toda la sucesión de muertes, como el ritual para deshacerse de ellos en los primeros casos, arrancaron carcajadas de toda la platea.
Asimismo la caricaturización de algunos de los personajes, como el capo de los mafiosos noruegos (vegano y estresado por tener que ser "tan malo") o el "Papa" serbio, encarnado por un veterano Bruno Ganz, consiguen quitar hierro al drama de In order of disappereance, convirtiéndose en un gran entretenimiento no falto de su dosis trágica.
Un film que reafirma la buena salud del cine nórdico, que cada año nos sorprende con alguna joyita, y este año la hemos disfrutado en Sitges, muy recomendable.
(Redactado por Marc Ventura)

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