sábado, 27 de abril de 2013

EL PODER INVISIBLE (THE INVISIBLE RAY) (1936)

Los Universal Studios a lo largo de la década de los años 30 y 40, destacaron dentro del cine de terror gracias a grandes títulos protagonizados por clásicos como El Doctor Frankenstein, Drácula, El hombre lobo, La momia, El hombre invisible, etc... Seguidas por toda una serie de secuelas, que salvo algunas excepciones - La novia de Frankenstein, por citar la más destacada -, solo sirvieron para llenar sus arcas merced de trabajos menos cuidados, que representaron una rápida degeneración y hasta una pobre caricatura de los originales - vease la saga de la momia Kharis, por ejemplo -. Sin embargo, los responsables de la compañía intentaron trabajar en otras direcciones, buscando nuevas alternativas a una serie de franquicias que acabarían exprimidas hasta límites insospechados. De esta forma, podemos decir que El poder invisible (The invisible ray, 1936) se adentra en el campo de la ciencia ficción prescindiendo de las figuras de terror clásicas, resultando un soplo de aire fresco entre tanto refrito. Eso sí, para el proyecto se contó con los dos actores más representativos del cine de terror de esos años y que mejores réditos le supuso a los estudios, un duelo que se repitió en más de una ocasión entre Boris Karloff y Bela Lugosi. La historia nos presenta al Dr. Janos (Karloff), quien ha descubierto un poderoso y nuevo elemento bautizado como Radium X y que podría suponer un gran avance para la humanidad. Invitando a su mansión de Los Cárpatos a dos eminentes doctores, entre ellos el Dr. Benet (un Lugosi mucho más contenido de lo normal) con quien mantiene más e una diferencia profesional.

La mansión de Janos en plena tormenta
Dispuesto a presentarles su trabajo mediante una demostración en directo para poder reivindicarse ante ellos. Con una serie de explicaciones fanta-científicas delirantes que no tienen ninguna base creíble ni por asomo, nos presentan un equipo creado por Janos que puede captar las vibraciones del pasado de la galaxia de Andrómeda y así descubrir como un meteorito que contenía este nuevo elemento se estrelló millones de años atrás en territorio africano. Propiciando de esta manera la creación de una expedición conjunta para descubrir su localización y poder investigar sus propiedades. Sin embargo, el receloso Janos decide una vez allí ir por su cuenta y terminará contaminándose por no tomar las suficientes precauciones al estar expuesto al Radium X, solo evitando la muerte gracias a un oportuno antídoto preparado por su "colega" Benet, que desde ese momento deberá tomar el resto de su vida...
Janos junto a su esposa Diana.
La película en su conjunto es más que interesante y presenta una serie de elementos que más adelante en la década de los años 50 abundaría en el cine, cobrando protagonismo la ciencia y la ética de su uso, con el siempre inquietante trasfondo de la era atómica que tanto influyó en las producciones de esos años. De esta forma, la película intenta exponer que el peligro no es el descubrimiento en sí (recordemos que en multitud de producciones anteriores se intentaba recalcar que el hombre no tenía derecho a adentrarse en la obra de Dios), sino que depende de los hombres y el uso que le den (Benet la usará para curar miles de enfermos, mientras Janos solo sabrá utilizarla con fines egoistas y dañinos). Un discurso que unido a unos personajes con cierta profundidad, dotan a la obra de una mayor trascendencia e interés de la que le presuponía en un inicio. Karloff como casi siempre cuaja una buena actuación y su torturado personaje tiene varios momentos destacables a lo largo de la historia. Por parte de Lugosi, me ha sorprendido positivamente cierta contención en su trabajo, dejando de lado sus típicos tics y sobreactuación de la que hizo gala en tantas otras ocasiones. En cuanto a los secundarios tenemos personajes oscuros y trágicos (la anciana y ciega madre de Janos, por ejemplo) y otros que solo responden a los cánones impuestos en la industria cinematográfica americana de entonces (recordemos la imposición desde 1934 del código Hays), como son la pareja de tortolitos, que empañan el tono incluso enfermizo que predomina en otros minutos.

Janos trabajando en sus experimentos

El cara a cara de dos mitos del cine de terror clásico

Es fácil diferenciar 3 partes muy definidas en el film y que practicamente ocupan un tercio del metraje cada una. La primera, sorprende por su brillante puesta en escena, unos grandes minutos con la presentación de los personajes principales en una mansión de corte clásico en medio de los Cárpatos, con tormenta nocturna incluida para dramatizar más el encuentro entre Janos y Benet, y su charla posterior acerca de sus respectivas investigaciones.
Janos contaminado por el Radium X...
Excelente plano con Janos a punto de matar...
La segunda supone un cambio total, pasando a desarrollarse plenamente en medio de África y que se podría encuadrar con el cine de aventuras con romance incluido. Aquí es donde se vislumbra la mano del gran capo de la Universal, Carl Laemmle Jr, con la inclusión de una joven pareja de enamorados (Diana, la joven esposa de Janos, y el joven explorador Ronnie) y que ya nos hace sospechar hacia donde puede acabar derivando la historia. Mientras que la parte de la investigación, la contaminación de Janos y el descubrimiento de los síntomas de su nuevo "poder" me han parecido interesantes y acorde con la trama principal, esta subtrama amorosa se me ha hecho bastante algo más pesada y ha supuesto el típico peaje de estas producciones.
Para el tercio final, el film ya pone todas las cartas sobre la mesa con la transformación de Janos en un mad doctor que solo ansía vengarse tanto de los científicos que le acompañaron a África y a quienes acusa de robarle su descubrimiento, como de su esposa y su nuevo amor. Un tramo dominado por la enfermiza presencia entre las sombras de Janos y que puede llegar a recordar films como El abominable Dr. Phibes (The Abominable Dr. Phibes, 1971) o Matar o no matar, este es el problema (Theatre of Blood, 1973), ambas protagonizadas por el gran Vincent Price, donde asistimos a una serie de asesinatos por parte de un personaje enloquecido y hambriento de venganza, mientras las autoridades - aquí aconsejadas por el personaje de Lugosi - intentan detenerle. Un film estimulante en su mayor parte, pero que cojea por culpa de demasiados minutos de un romance forzado y sin mucho interés, así como por el happy end que parece impuesto desde las altas esferas de la compañía para suavizar el tono inquietante de la obra. Con todo, una película a descubrir -y a disfrutar- por parte de todos los amantes del cine de terror clásico.


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