martes, 22 de enero de 2013

MADRID,1987 (2011)

Según la RAE, la “imaginación” es la facultad del alma que representa las imágenes de
las cosas reales o ideales, formadas por la fantasía. En el cine, como en la literatura, ese componente de fantasía resulta indispensable para la creación de cualquier obra, sea del género que sea.
El último trabajo del pequeño de los Trueba, “Madrid,1987”, descubrimos un claro ejemplo del uso del imaginario a cargo del personaje de Miguel, un cínico y corrosivo literato, oxidado de whisky y cigarrillos al que da vida José Sacristán.
En la película, de aire intimista y sensitivo, el mordaz escritor plantea a una sinuosa estudiante llamada Ángela (una Maria Valverde abrumada pero idónea) una experiencia muy interesante, dentro de unas circunstancias excepcionales.
Casi por accidente, el ya otoñal escritor y la constantemente ruborizada alumna se quedarán atrapados en el baño de un piso ajeno, desnudos (con apenas una toallita) y sin posibilidad de salir durante un largo fin de semana.
Tras tantearse intelectual, física y moralmente, ambos comenzarán a desnudar su alma, a desprenderse de aquello que los protege y desvelando así sus verdaderas personalidades, repletas de inseguridades y frustraciones.
Será entonces, ya expuestos y desarmados el uno ante el otro, cuando Miguel, con la ayuda de un simple marco de madera colocado en la pared haciendo las veces de pantalla y una fría bañera como butaca, hará un uso espléndido de su imaginación para narrar una película inexistente, pero tan viva como cualquier otra.


Ángela, que observa atentamente ese marco sin espejo como si fuera una pantalla de cine, sigue con interés la soberbia narración de su admirado Miguel, absorbente y detallada como si de una buena experiencia cinematográfica se tratara. El hastiado escritor, explica con naturalidad posiciones de cámara, tipos de planos y actuaciones del reparto como si de una proyección real se tratase, mientras nosotros tan sólo vemos como la imagen bordea las aristas de una madera apoyada en la húmeda pared.
Podemos encontrar pues, durante esta magnífica secuencia, un uso de la imaginación completo y definido, donde un erudito literario, con un uso magistral de la narrativa verbal, consigue una experiencia de fantasía completa que otorga al film de David Trueba una nueva dimensión, una dimensión tan fingida como la propia ilusión del cine. Y todo gracias a una mero marco de madera, apoyado solitario en los azulejos de un baño ajeno.
De esta manera, se constata que el significado que la RAE otorga a la palabra “imaginación”, se plasma en su totalidad dentro de esta sencilla pero inmensa escena, donde se propone fantasía, narrativa y sobre todo, esa facultad del alma para representar cosas reales o ideales.

domingo, 20 de enero de 2013

THE PHANTOM : EL HOMBRE ENMASCARADO (1996)

La crítica cinematográfica Maria Casanova apuntaba sin escrúpulos en Cinemania que "El hombre enmascarado no tiene nada destacable ni divertido", y que el film resultaba "flojo".
"Una blandita película de acción que presenta a un superhéroe embotado (..).. esto es material de menor calidad incluso para una matinée del sábado..." disparaba la publicación británica Halliwell's, entre tantas otras críticas negativas que fácilmente se recogen en la red.
Pero rompiendo los esquemas, como es su costumbre, nuestro estimado Carlos Aguilar escribe : "The Phantom supera a otros abrazos cine/cómic de los años 90, como Batman o Dick Tracy, por su acertado equilibrio entre homenaje e ironía, su modesto y conseguido tono 'camp', los aciertos escenográficos,etc...".
Como ya todos sabemos y más o menos tenemos claro, el cine es, como pasa con los colores o los sabores, cosa de gustos; pero no deja de sorprender como un film de aire B, aparentemente fácil de encasillar, acaba por suscitar gran cantidad de opiniones diversas, tanto en el público como en el profesional del medio.
Por esa razón, y porque el género "superhéroes" siempre me ha cautivado lo suficiente, he decidido rescatar este título tan pisoteado para comprobar, por mí mismo, qué consecuencias me deparaba su visionado, para poder así salir de dudas y ver qué me inspiraba.
Estamos a finales de 1938 en la selva de Bengala (India). Unos saqueadores bajo las órdenes de un ricachón de Nueva York (al más puro estilo Indiana Jones) tratan de robar una de las 3 calaveras de Tuganda, que al ser reunidas (según la leyenda), otorgarían un poder único a quién las posea. Lo que no se espera el grupo de piratas es la existencia de un justiciero enmascarado ("el fantasma que camina" según los nativos) que, desde hace más de 4 siglos, defiende la selva y sus tesoros y que no les permitirá salirse con la suya.







Tras el episodio fallido de sus hombres, el magnate Alexander Drax (un adecuado Treat Williams), recurrirá a métodos de mayor envergadura para conseguir las calaveras (secuestra a la chica, promete dominar el mundo,etc...), obligando finalmente a nuestro héroe (Kit Walker, interpretado por el meritorio Billy Zane) a viajar a la gran manzana para proteger su tesoro y así vivir una experiencia vital inesperada.
De alguna manera, y tras haber visto el film, puedo llegar a entender ambas posturas. A los detractores les entiendo por ver en el film un planteamiento algo tópico y pobre en su transcurrir (no hay buenas sorpresas de guión, para qué engañarnos, y recurre a un exceso de situaciones límite del héroe o sucesos estereotipados a lo largo del metraje), tener algunos vacios en la historia (esa innecesaria y desafortunada escena inicial en horrible voz en off) o una banda sonora bastante olvidable, además de alguna actuación del todo mejorable (Kristy Swanson y su personaje de Diana).
Sin embargo, me decanto más por resaltar sus aciertos, muchos y de diversa índole, que la convierten en un film más estimulante de lo que parecía en un principio (y por supuesto, totalmente reivindicable).
Así pues, The Phantom, obra del director australiano Simon WincerD.A.R.Y.L ), se descubre como una aventura ingenuamente divertida y muy entretenida (pese a bajones en su meridiano), con un héroe que a medida que avanza la trama nos va cayendo mejor (acaba por ser incluso empático) y una ambientación muy destacable, con grandes efectos, arriesgado humor y extraordinarias secuencias de complejas coreografias y situaciones de cámara (fantástica secuencia del puente al comienzo del film).


Su aspecto tebeístico le otorga una atmósfera idónea para el celuloide, y no fracasa en su difícil tarea de traslación de las tiras originales, tratando las imágenes como perfectos marcos de viñeta. Dicho cómic, creado por Lee Falk en 1936 y aún en plena vigencia comercial, se considera a día de hoy un pionero de la actual figura del superhéroe, aunque ahora nos pueda parecer algo arcaico (el diseño de su indumentaria es, cuanto menos que ridícula y pasada de moda).
Las localizaciones resultan estupendas, tanto en el ámbito puramente de la Naturaleza, con unas imágenes sensacionales de la jungla, playas o cuevas, etc...como de la ciudad, con una recreación de la Nueva York de finales de los 30 muy adecuada, sorprendente para una producción de "aparente" low-budget.


Anecdóticamente podremos "deleitarnos" con una Catherine Zeta-Jones muy jovencita (apenas 25 añitos), tremendamente sugerente, hermosa, sinuosa y...bisexual, lo que inyecta al film una nueva dimensión sexual, disimulada, sí, pero muy atrayente y sensual.
Bajo esa capa pues de producto concebido únicamente para su consumo del público "ducho en la materia", se esconde un film estimable, que fusiona el cine de aventuras al estilo de Indiana Jones con algunos ejemplos del mejor cine fantástico italiano, recordando en más de una ocasión a la genial Diabolik, de Mario Bava (la mansión oculta, los tesoros, su apariencia, las mujeres...).
Como colofón, resaltar que ni mucho menos es la única versión del héroe, y que, pasando por alto sus más que olvidables adaptaciones turcas o indias, fue llevada a la TV gracias a una exitosa serie estadounidense de 15 capítulos a principios de los 40, y más adelante, en múltiples series de animación.
Parece ser que, hasta la fecha, esta "pequeña pero matona" cinta de aventuras de serie B ha conseguido ser el mejor ejemplo fílmico para la gran obra del fallecido Lee Falk, y sin duda, él estaría orgulloso del resultado.



sábado, 19 de enero de 2013

FAHRENHEIT 451 (1966)

Fahrenheit 451 nos lleva a explorar un futuro de lo más demoledor e inquietante, imaginado por el recientemente fallecido y fantástico escritor de ciencia ficción Ray Bradbury. Autor clave con obras como Crónicas marcianas o esta misma, entre muchas otras. Uno de los autores del género más reconocido y que a lo largo de su vida ha contribuido de formas bien distintas a la industria del cine. Con algunas adaptaciones para la gran pantalla de historias suyas como: Vinieron del espacio (It Came from Outer Space), ya comentada en el blog, El hombre ilustrado, The Picasso summer o El monstruo de tiempos remotos. También en su faceta de guionista para otras películas o series; y mediante colaboraciones con referentes del nivel de Alfred Hitchcock o John Huston, por ejemplo.
Y es que uno no puede dejar de preguntarse al ver la cantidad de films de ciencia ficción con guiones risibles que llenan continuamente los cines, porque no recurren más a obras sobradamente contrastadas para su adaptación cinematográfica de autores como Philip K. Dirk, el propio Bradbury, H. G. Wells, Orson Scott Card, Isaac Asimov y un largo etc... de verdad que es un misterio sobre el que cuesta encontrar respuesta.

El equipo de bomberos saliendo para una nueva intervención...
La quema de libros según dicta la ley...
Aunque luego, cuando se confirma la existencia de un proyecto para trasladar al cine una novela de cualquiera de estos autores, a uno le entren sudores fríos ante la posibilidad de ver como muy probablemente, nos encontremos que una vez más no han sabido captar el espíritu del original. Para este 2013 nos aguarda la versión cinematográfica de El juego de Ender, basado en la novela homónima de Orson Scott Card, ya veremos, porque sin duda la obra original va a requerir de un buen guión para sabernos trasladar el imaginario que relata el libro.
Sin embargo, y volviendo atrás en el tiempo, para la adaptación a la gran pantalla de la obra de Bradbury que comentamos hoy, se eligió a François Truffaut, uno de los cineastas más reconocidos del momento, y el máximo exponente del movimiento de la Nouvelle Vague que en Francia llevaba años rompiendo con los esquemas del cine clásico de entonces. Suya fue la responsabilidad de escribir el guión y dirigir la película, adentrándose en un género, la ciencia ficción, con el que no había trabajado anteriormente. Seguramente en manos de un director americano habría resultado muy distinta, más convencional sin duda. Pero aquí se nota su sello personal en la manera de rodar y trasladarnos en imágenes ese futuro imaginado por Bradbury.

Montag hablando con una inteligente Clarisse que sembrará la duda en su alma...
Enganchados delante de la pantalla...
Desde el tono frío de sus imágenes, con un look general que nos recuerda a ciertas obras de ciencia ficción rusas o de Europa del Este (tipo Solaris); pasando por el detalle de que para las dos mujeres protagonistas del film, Mildred (la mujer de Montag) y Clarisse, una de las líderes del movimiento de la resistencia que intenta evitar la desaparición total de los libros, eligió a la misma actriz: una excelente Julie Christie, y las rodó en la mayoría de planos de forma bien distinta, abundando para Mildred enfoques laterales, mientras que para la segunda planos frontales.
La historia nos plantea un futuro distópico en el que el acceso a la cultura por parte de la población mediante los libros, se considera un crimen y está penado incluso con la muerte, escudándose el Gobierno que lo hace para evitar los sufrimientos generados al acceder a sus contenidos a la gente. El cuerpo especial de bomberos es el encargado de lidiar con este problema, localizando tanto a los responsables como los libros escondidos para proceder a su inmediata incineración.

Descubriendo que esconde un libro en su interior...
Uno de estos bomberos es Montag (Oskar Werner), quien se está labrando una prometedora carrera hasta el momento en que el casual encuentro con una joven llamada Clarisse, despertará en él la curiosidad por leer el contenido de alguno de los libros que se dedica a quemar. De esta forma, en su siguiente intervención y antes de rociar con queroseno todos los libros, se lleva uno para leer en su casa, sin saber que esto cambiará para siempre su percepción de la sociedad en la que vive y lo más importante todavía, a él mismo...
Fahrenheit 451, refleja de forma clara y certera algunos de los distintivos de las sociedades totalitarias como fueron la Alemania nazi o la Rusia comunista. El propio Bradbury reconoció que Fahrenheit se basaba en las quemas de libros propugnadas durante el nazismo, así como en las purgas culturales de Stalin, aunque podríamos extenderlo a las hechas por Mao en China o cualquier otra. Siendo de esta forma una película que nos habla de las sociedades que quieren prohibir la cultura, la educación, evitar el acceso al conocimiento como uno de los métodos para dominar más facilmente a una población, que de otra manera podría girarse en contra del gobierno. Asimismo, sorprende la clarividencia de la sociedad futura que tuvo, al mostrarnos una población mansa que consume ingentes horas de su vida plantados delante de televisores planos como los actuales, viendo programas interactivos de pura telebasura.

Beatty convenciendo a Montag del peligro de los libros...
Una sociedad donde el consumo de drogas y tantas horas de contemplación delante de las pantallas, ha anulado casi completamente las emociones de la gente, dejándoles en la completa ignorancia de la realidad en la que viven.
La película tiene grandes momentos que nos van a hacer reflexionar mucho sobre la implicación de esta frialdad con la que queman los libros, control total de la sociedad, ver como son adoctrinados los niños en la escuela, la ironía de que se llame cuerpo de bomberos al equipo de incineración o el lirismo de su final... pero si tuviera que destacar un momento en concreto, me parece encomiable el discurso que le hace Beatty (Cyril Cusack), el jefe de Montag, acerca de lo que dan de sí los libros, cuando empieza a atisbar una sombra de duda en su fiel ayudante. Excelente momento en el que descalifica a las novelas por tratar sobre gente que no existe, un libro sobre el cáncer porque solo haría cundir el pánico entre los fumadores o desprestigiando la filosofía y sus autores que solo saben decir "yo tengo razón", mostrándose muy inteligente y astuto.
Otro aliciente del film es su buena banda sonora, a cargo de uno de los nombres más reconocidos: el gran Bernard Herrmann, a quien hemos de agradecerle su gran trabajo en obras como La guerra de los mundos, Ciudadano Kane, Taxi driver, colaborador en muchas de las grandes obras de Hitchcock como El hombre que sabía demasiado, Vértigo o la célebre Psicosis.
Una película que quizás ha quedado algo olvidada por el público en general, pero que merece sobradamente que sea reivindicada, descubierta o revisionada nuevamente, pues tiene lo mejor que uno puede buscar dentro de la ciencia ficción.
En el año 2002 se estrenó una película que todavía permanece inédita en nuestro país y que respiraba un aire muy similar al de Fahrenheit 451, se trata de Equilibrium con Christian Bale tomando un papel muy similar al de Montag aquí. Y que también es una interesante obra de corte más moderno, no tan buena, pero que merece ser rescatada para completar una buena sesión de futuros distópicos.

lunes, 14 de enero de 2013

ROBINSON CRUSOE EN MARTE (1964)

Daniel Dafoe escribió en 1719 una de las obras de aventuras más conocidas de todos los tiempos: Robinson Crusoe, donde se relataba en forma de autobiografía ficticia las vivencias de un náufrago inglés que pasó 28 años en una isla tropical. La novela no deja de ser un claro reflejo de la época en que fue escrita y un ensalzamiento del colonialismo que convirtió a Inglaterra en una de las grandes potencias mundiales, a la vez que un canto a la superioridad cultural y moral del hombre occidental sobre sus semejantes menos evolucionados. En la obra de Dafoe, el indígena salvado de ser devorado por unos caníbales, es educado y subyugado a manos de su amo inglés que representa la cumbre del hombre moderno.A priori, puede parecer que esta versión que tratamos hoy, no se trata más de un intento de transportar las originales aventuras de Robinson Crusoe al espacio y con ello captar la atención del público, siempre amante del cine de aventuras. Queriendo aprovechar además que en los años 60 se empezaba a explotar la exploración espacial, con el consiguiente interés popular. De esta manera es facilmente entendible el rodaje de este film. Sin embargo, y para sorpresa nuestra, hemos descubierto que en muchos tramos se acerca más al género cómico que a otra cosa, gracias a algunas escenas y lineas de diálogo que nos han arrancado multitud de carcajadas, luego os cuento. Y así tenemos que tomárnosla si la queremos disfrutar en toda su esencia, como una gamberrada digna en algunos momentos de los guionistas de Top Secret o Naked Gun, ya que desde el punto de vista del puro cine de aventuras, todo y que tiene sus momentos interesantes, el que busque un film clásico al uso, puede salir decepcionado tras su visionado. Por lo que es muy recomendable verla en buena compañía y con la correcta predisposición de pasarlo bien y reírse.

El accidentado aterrizaje en Marte...
Como comentaba, la película puede hacernos pensar en sus primeros minutos que va a tener un tono serio e incluso dramático. Tanto con su arranque, donde vemos las habituales operaciones que llevan a cabo los dos integrantes de la tripulación de una nave espacial en órbita cercana a Marte (si obviamos el uso de los mismos botones para todo tipo de funciones bien diferentes: comprobaciones, arrancar motores, solo les faltaba guisar un pavo...). Así como tras un accidentado aterrizaje de emergencia donde perece uno de los tripulantes (lástima que no aprovecharan más a Adam West), empieza una contrarreloj a la que se enfrenta el superviviente, el comandante Christopher Draper (el que hará de Robinson Crusoe), a sabiendas del poco oxígeno que le queda, la falta de víveres y agua, junto a la soledad (su única compañía es un pequeño mono), y la desesperación que pueden dar de sí la situación. Pero este tono grave queda desmontado a partir de que el guión aparca esta pretendida seriedad para arrancar con continuas bromas (tengo mis dudas de si están creadas de forma consciente o no).

Un chupito de oxígeno directamente de la botella y a seguir...
Con la mesa de diseño lista, es el momento de sentarse y comer con el mono...
Con un tema descacharrante como es la falta de oxígeno, pasando por todo tipos de fases, desde un inicio donde una bocanada de aire de Marte casi acaba con nuestro querido protagonista, a poco a poco ir quedando cada vez más olvidado y poderle ver finalmente paseando tranquilamente sin escafandra por el planeta como quien va a buscar el periódico el domingo por la mañana. Os aseguro que nos depara algunas de las escenas más divertidas del film, obligándonos a obviar su total falta de fidelidad científica en cuanto a lo que una misión espacial da de sí. Como ocurre en otras películas de sci-fi clásicas, que desconocían muchos hechos que hoy nos parecen obvios (atmósfera agresiva, cambios de temperatura extremos, etc..) que imposibilitan la vida humana tal y como se refleja en el film.
Y a partir de aquí, un tono distendido e incluso jocoso se apodera del resto del metraje, que en cuanto a la trama en general sigue con sus paralelismos con la obra original. La paulatina pero perfecta adaptación de Robinson Crusoe en su nuevo hábitat, la exploración en plan colonizador que empieza a realizar, así como el rescate que hace de un pobre indígena, con un look que recuerda al de los antiguos egipcios, esclavizado por unos extraterrestres malévolos.

Uno de los logrados escenarios marcianos...
Sí, es lo que parece, en un jacuzzi tocando la gaita...
La entrada en escena de Viernes (el indígena), es una inyección de escenas, frases memorables y risas aseguradas para todos aquellos amantes del absurdo. Es difícil llegar a plasmar en pocas palabras lo surrealistas que son algunas de ellas y aquí pueden quedar algo desdibujadas, por lo que os invito a que os aventuréis con ella y juzguéis vosotros mismos.


Desde el trono dirigiendo el trabajo de Viernes... impagable...
Imaginaros al pobre salvaje que acaba de huir de sus captores, que no paran de disparar desde sus naves espaciales contra las montañas donde se ha escondido, desconcertado, asustado y que de repente se encuentra cara a cara con Robinson Crusoe. Pues éste, demostrando una gran consideración hacia el asustadizo primitivo, poco después le espeta frases del estilo al oírle articular algún sonido entrecortado: "Si sabes emitir esos sonidos, puedes aprender inglés, y lo hablarás aunque tenga que subirme a tu espalda durante dos meses.". O mirándole de cerca y observar el enorme parecido físico entre ambos le suelta a grito pelado: "¿En que nos parecemos? ¿En que nos diferenciamos?"... dejando a Viernes temblando. O ver luego como Robinson está apoltronado en un trono que se ha montado o en un jacuzzi, mientras tiene al egipcio por allí haciendo todas las tareas mientras le va soltando "I´m the boss...". Pues estas son solo algunas de las joyas que nos dejan en sus diferentes intervenciones.

Otro de los destacables efectos del film...
Tampoco se quedan atrás unos efectos especiales creados por Byron Haskin, responsable de la conocida versión de 1953 de La guerra de los mundos y que son muy dignos en la mayoría de momentos para saber recrear la superficie marciana, algunos paisajes fantasiosos están francamente bien conseguidos y otros efectos destacables de igual manera. Sin embargo, las escenas de las naves extraterrestres (curiosamente idénticas a las del film que citábamos unas lineas arriba) disparando contra las montañas, no están al mismo nivel. Reciclando además la misma animación no menos de 10 veces con cualquier excusa. Generando una serie de aparatosas explosiones sin sentido sobre unas rocas donde nunca hay nadie.

¿Qué hay para cenar? Potaje de salchichas marcianas, hijo...
La valoración que le hemos dado queda muy sujeta a la perpetuación que nos ha quedado de algunas de sus escenas y que siguen despertando en nosotros más de una carcajada, más que por la consistencia de un film estrictamente aventurero, pues en este sentido es algo deficitario. Sin embargo a todos los que queráis ver a Robinson zamparse un cocido de salchichas extraterrestres, decorando la cueva con mesas de diseño, haciendo inventos inverosímiles para generar oxígeno y un sinfín más de joyas, esta es vuestra película. De culto para nosotros desde este mismo momento, y algo tiene el film porque ha estado editado por Criterion y si algo tiene su sello personal es el estar integrado por grandes películas de la historia del cine. No lo dudéis.




martes, 8 de enero de 2013

CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE (SOYLENT GREEN) (1973)

El nombre de Richard Fleischer es todo un referente Atraco al furgón blindado (1950) o Testigo accidental (1952), con el puro cine de aventuras llevando a la gran pantalla durante la década de los 50 a Kirk Douglas en 20.000 leguas de viaje submarino (1958) y en Los Vikingos (1958), y casi 30 años más tarde, haciendo lo propio con el hercúleo Arnold Schwarzenegger en Conan el destructor (1984).
dentro de la industria del cine; prolífico director que se atrevió a abordar los géneros más diversos, que devendrían exitosos films a lo largo de la primera mitad de su carrera. Desde el cine negro con títulos como
También se adentró en varias ocasiones en la enrevesada mente de un piscópata, siendo la primera de ellas una de las tres adaptaciones que se han llevado a la gran pantalla del crimen real que cometieron dos universitarios americanos en los años 20 bajo el título Impulso criminal (1959) y que el propio Hitchcock ya contara en La soga (1948). Sin embargo, las más inquietantes serían: la poco conocida pero muy a tener en cuenta por el interesante asesino que retrata, El estrangulador de Rillington Place (1970) y en último lugar, quizás la más redonda de las tres, con El estrangulador de Boston (1968) con un Tony Curtis en un registro muy alejado de sus roles habituales, bordando aquí su papel de serial killer.

La Nueva York del 2022...
Pero es en el campo de la ciencia ficción y el fantástico donde encontramos la que es para mí una de las mejores películas del género, Viaje alucinante (1966), y posiblemente su mejor contribución al cine. Un film inolvidable, de los que queda grabado en la memoria y que aguanta sin desgaste el paso de los años, dejando pasmados una generación tras otra de espectadores. Su otro film dentro del género fue Soylent Green (1974), título original que aquí se tradujo como Cuando el destino nos alcance. Una obra más dura, al enmarcarse dentro del subgénero de los futuros distópicos y que tampoco tiene desperdicio.

La investigación de un simple asesinato abrirá las puertas a una realidad desconocida...
El porqué de la aparición de películas que reflejaban un futuro tan poco esperanzador lo podemos encontrar si echamos un vistazo a la situación histórica y política que se vivía en los Estados Unidos en los años 70, cuando se rodó. La delicada situación económica debido a la crisis energética, una creciente preocupación por la polución (se empezaba a hablar del problema de los gases contaminantes), con una altísima tasa de violencia urbana, a nivel internacional existía una gran tensión con la otra gran superpotencia del momento: Rusia. Y así podríamos seguir desgranando toda una serie de motivaciones que llevaron a que se generara una corriente de pensamiento muy distópica, remarcando que si entonces la situación ya era mala, en el futuro aún iban a estar mucho peor.
De esta manera, el film nos sitúa en el año 2022 en Nueva York, una metrópolis que ha alcanzado un nivel de superpoblación insostenible, con más de 40 millones de personas. Malviviendo en su mayoría en diminutos pisos, hacinados incluso en las escaleras de los edificios o en la calle. Con una precariedad laboral alarmante, y lo que es peor con una escasez de alimentos que ha obligado a la creación del Soylent Green, un alimento sintético destinado a paliar la acuciante hambre de sus habitantes, mientras los ricos siguen pegándose una vida a cuerpo de rey, en lujosos edificios y prostitutas a su servicio (aquí catalogadas como "mobiliario").

Pedaleando para obtener algo de luz...
En este panorama vive Thorn (un veterano policía al que da vida Charlton Heston), a quién se le asignará la investigación de la misteriosa muerte de un importante personaje de las finanzas. De esta manera, con la apreciable ayuda de Sol (un entrañable Edward G. Robinson en su último papel) intentarán desentrañar qué hay detrás de su asesinato, sin sospechar que sus pesquisas les llevarán a una verdad mucho más reveladora e inquietante.
La película tiene, para empezar, la virtud que casi 40 años después de su estreno se revela totalmente vigente con la situación actual que vivimos. Un paralelismo preocupante debido a la creciente inseguridad creada a raíz de una crisis financiera que parece no tener fin, problemas medioambientales como el deshielo de los polos, efectos invernaderos, conflictos armados, etc... un paraíso celestial, para que nos vamos a engañar...
La historia nos muestra una sociedad que ha llegado hasta tal punto, que el suicidio está bien visto, alentado a través de centros especiales creados expresamente para facilitar y gestionar unas muertes que deben servir para aligerar los problemas de superpoblación y falta de recursos. Espeluznante.
Como buena película de ciencia ficción clásica, su punto fuerte recae en el argumento, en una historia que aparentemente versa sobre una investigación de un homicidio, pero que sirve de mero hilo conductor para mostrar hasta dónde ha llegado la sociedad en su vorágine de desarrollo y descontrol, para acabar desembocando con su revelador final, en algo completamente distinto y sorprendente.

Recogiendo manifestantes con excavadoras...
Se agradece esta sencillez de medios para recrear la Nueva York del futuro, lejos de las sociedades futuristas más utópicas, no vemos avances tecnológicos destacables, sino más bien un estancamiento o retroceso incluso de la sociedad presente. Logrando en algunos momentos con un simple tono verdoso en las imágenes, recalcar la precariedad en las calles o el terrible calor imperante en el planeta y demostrando una vez más la innecesaria omnipresencia que en la actualidad tienen los efectos especiales en las grandes y huecas producciones de ciencia ficción.
Todo ello hace que su visionado se nos haga más cercano, realista y deprimente, dotando al film de un halo incluso nihilista que he encontrado particularmente acertado.

Uno de tantos centros creados para gestionar el suicidio...
Hay varios momentos memorables a lo largo del film, y la mayoría nos las regala el veteranísimo Edward G.Robinson, que con su mera presencia y actuación, se merienda a un simplemente correcto Charlton Heston, al que hay que reconocerle saber elegir muy bien sus papeles dentro de los pocos films del género en los que participó (recordemos su papel en El planeta de los simios). A destacar la escena en que comparten una comida de verdad por primera vez en años, ver a Sol pedaleando a pesar de su edad para poder mantener encendida una bombilla o su emotiva escena final, solo son algunos de los buenos detalles que nos regala Soylent Green.
La brutalidad de esas enormes excavadoras recogiendo a los manifestantes, y evidentemente, por encima de todos, su revelador final es uno de esos momentos que le quedan a uno muy grabados en su memoria, atacando todos los estamentos de una sociedad corrupta, degradada y sin ningún tipo de moral, haciendo de éste un clásico imprescindible de la ciencia ficción que sigue sorprendiendo y que arrancó un gran aplauso en su proyección en la sesión de Phenomena.




domingo, 6 de enero de 2013

LA ANGUSTIA DEL MIEDO (1983)

Con apenas 16 años, un chico austríaco llamado Werner Kniesek asesinó a su madre tras asestarle diversas puñaladas, sin posteriores síntomas de arrepentimiento. A los 26, y tras algún tiempo en tratamiento psiquiátrico, disparó a una anciana a sangre fría mientras cometía uno de sus tantos robos, sumando así la segunda víctima a su incipiente historial criminal. Pero no sería hasta enero de 1980, tras ocho años en prisión y gracias a un permiso penitenciario de 3 días que le otorgaron por buena conducta, cuando cometería los asesinatos más atroces que ha conocido Austria.
El mismo día de su libertad, Werner cogió un taxi y a punto estuvo de estrangular al conductor/a, pero no lo consiguió. Frustrado y convencido de sus planes homicidas (asesinar para conseguir satisfacción mental como sea), se colaría en una urbanización de clase alta, lo que fueron malas noticias para la familia Altreiter.
Walter, un chico minusválido y retrasado de 26 años vivía allí junto a su enferma madre Gertrude y su hermana Ingrid, de tan sólo 24.
El psicópata entró en la casa, los torturó, estranguló y apuñaló a los 3 y luego durmió junto a sus cuerpos muertos, en una fechoría sin nombre que duraría más de 10 agónicas horas. Su extrema anormalidad asesina llegaba hasta tal límite, que incluso proporcionó a la anciana Gertrude sus medicinas del corazón, a razón de que pudiera vivir más horas de calvario.
Horas después, fue detenido y condenado a cadena perpetua tras confesarlo todo y argumentando que - no podía descartar nuevos homicidios - si lo liberaban de nuevo. Un caso único, sin duda, dentro de la tranquila atmósfera austríaca (además, cuenta con un fallido intento de fuga en los noventa que daría para otro film..).
Aún vigente la terrible noticia en el país, el director y guionista Gerald Kargl (de apenas 30 años), movió cielo y tierra para poder llevar el caso al celuloide, ya que según él, había sentado un precedente criminal insólito en su país.


Sin apoyo económico ni experiencia previa (tan sólo algunos cortos en su haber) y al borde de la ruina (llegaría a pedir varios préstamos para su realización), Gerald llevaría a cabo su primer y único film hasta la fecha bajo el título "Angst", o como tímidamente se le conoció en España, "La Angustia del Miedo".
Este rara avis en la cinematografía austríaca destaca por su cruda y aterradora recreación de los hechos, filmados con una narración casi en tiempo real (tan sólo pequeñas elípsis en su segunda mitad) y con una inquietante voz en off del asesino que nos hará participes de su desequilibrio en primera persona. Si a eso le sumamos un actor protagonista ideal (Erwin Leder, muy conocido en aquél entonces por el film Das Boot), nulas conversaciones (nadie conversa en el film, salvo pequeñísimas excepciones), mínimos nombres (sólo sabremos el de la chica, que aquí le llaman Silvia en vez de Ingrid) y una cámara excepcionalmente poco común, tendremos ante nuestros ojos una de las películas sobre asesinos en serie más perturbadoras e interesantes de toda la historia cinematográfica.

 
Ese último punto, el extraordinario uso de la cámara, merece un punto y aparte en mi análisis. Fantásticos planos de irregulares angulares, casi incómodos, en su mayoría picados (hasta que él tiene el "control"), crean en conjunto una perfecta traslación hacia el interior de su mente, convirtiéndose en uno de los mejores aciertos del film, entre tantos otros.
Esos juegos imposibles de cámara, vistas de pájaro asombrosas (todo cables y poleas), grandes angulaciones y un cercano y tembloroso acercamiento de su expresiva cara (gracias a un gran anillo unido al cuerpo del propio actor) son recursos increíbles para un film de bajo presupuesto que consigue transmitir de manera excelente, el anormal punto de vista de un asesino desquiciado.
En poco más de 1 hora de metraje, se condensa un film tan angustioso como vibrante, de una aspereza visual insólita, dueño de una música de pesadilla y con grandes dosis de violencia sobrecogedora, (más sugerida que mostrada), pero que guarda momentos de inclasificable brutalidad (memorable secuencia del último asesinato).
Una opción escalofriante de "cine directo al estómago" que, dentro de sus límites, es bastante fiel a los sucesos verdaderos y queda ya como un documento aterrador de lo allí acontecido. Una pesadilla que el pueblo austriaco no quería recordar (ellos temen más a los extranjeros, no a los suyos..) y que, por ende, obtendría el fracaso esperado.
Así pues, con una risible distribución, el film se perdió en el más absoluto de los olvidos provocando tal insatisfacción en su director (tardó varios años en pagar sus créditos), que éste actualmente lo repudia por sus excesos tremebundos (de hecho, y muy irónicamente, ahora se dedica a hacer anuncios y películas educativas).


Para el que aquí firma, se mantiene como una muy destacable propuesta que se desmarca de todo lo establecido para conmocionar al espectador sin previo aviso, pues nada parecía indicar que contuviera unas imágenes tan demoledoras una cinta centro europea.
Un ejercicio competente de cine terrorífico que no desmerece con el paso de los años. Aconsejable para todo aquél que no padezca del corazón...

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