sábado, 24 de noviembre de 2012

QUÉ PELO MÁS GUAY (2012)

La película está basada en la homónima y exitosa obra de teatro que desde 2002 hasta 2006 llenó las butacas de los teatros en Madrid, gracias a la compañía Sexpeare y que, como suele pasar, se traslada al celuloide pretendiendo similares resultados.
La cosa va así: Fran y Eddie (Santi Molero y Rulo Pardo), son un par de gángsters de pacotilla que pretenden vender una maleta repleta de droga. Para ello, han preparado un encuentro con un comprador en una peluquería abandonada a las afueras de la ciudad. Las cosas tomarán un giro imprevisible cuando uno de ellos entre en el baño y se encuentre inmerso en un viaje temporal. El otro, por su parte, iniciará un meta-viaje por la propia película.
Anunciada como una mezcla imposible entre "Regreso al futuro", "Pulp Fiction" y "La Vida de Brian", esta cinta no logra levantar el vuelo en ningún momento, fallando en su propósito de divertirnos y desaprovechando un argumento juguetón, recurriendo a unas desafortunadas líneas de diálogo, muy repetitivas e inconsistentes (¿quién no acaba cansado de sus discusiones estériles a los 20 minutos?).
Mucho me temo que la obra teatral seguramente conseguía cierta complicidad cómica con el público asistente, pero aquí queda más que patente que en el lenguaje cinematográfico la cosa no funciona de igual manera y que el tufillo televisivo desborda (y casi diría que desacredita) las posibilidades del film.

Fran y Eddie esperando a su comprador...

Ambos intérpretes están poco inspirados, casi como si le estuviesen haciendo a desgana un favor al director, que se apoya en exceso en ellos para que el asunto sea divertido (uno de ellos se cree negro, va con el pelo afro y adopta una actitud "Tarantinesca", sin la gracia que ello pueda suponer...) y el otro hace las veces de colega despistado.
Los viajes en el tiempo son una fuente inagotable de historias, y si a eso le añadimos el sempiterno asunto de las drogas (que siempre se cuela por ahí), bromas sobre gays (aquí, de parvulario) e incluso unas secuencias alternativas con crítico de cine incluido (ese bar con todo reducido se escapó a mi limitada comprensión) podríamos estar hablando de una comedia fresca e irreverente. Lamentablemente, la frescura se le acaba muy pronto y lo irreverente no tiene demasiada cabida en el film, terminando por ser ciertamente fallido, convencional e incluso cargante (el tono usado cansa al espectador, abusando de gritos y bochornosas conversaciones). Con todo y con eso, la cinta guarda pequeños aciertos que suavizarán nuestro visionado, como aisladas bromas muy graciosas (¡me robas el plano!), frikadas cinéfilas (se amontonan los guiños) o simpáticos giros argumentales (pese a estar muy manido, el hecho de salirse de la película siempre resulta, y si es con líneas temporales diferentes, el lío está servido).
El insoportable y sobreactuado camarero conversando con el crítico

Sin añadir nada más al respecto, diré que éste primer film de Borja Echeverria (ex-guionista de TV para Vaya semanita, Qué vida más triste o del programa especial a Gila llamado ¡Arriba ese ánimo!) ha sido cuanto menos que irregular, y que pese a contar con una buena mano de partida, no ha conseguido estirar la magia de la obra teatral al mundo cinematográfico.
Tan sólo aconsejable para curiosos del humor freak y valientes cinéfagos sin demasiados prejuicios.


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