sábado, 24 de noviembre de 2012

COMPLIANCE (2012)

Compliance, ya dejó huella en el último Festival de Sundance, siendo una de las películas que despertó interés a lo largo del certamen. La historia arranca en uno de tantos restaurante de comida rápida que abundan en cualquier ciudad americana, por lo que se nos cuenta aquí, podría ocurrir en cualquier punto del país. Donde Becky es una joven adolescente que trabaja a las órdenes de Sandra, la encargada del local. Una llamada por parte de un agente de policía pone en alerta a Sandra de que una mujer acaba de denunciar a su joven empleada de haberle robado dinero. Sin atreverse a poner en duda al agente de la ley y condicionada a partir de ese momento por las órdenes del oficial de policía, Sandra retendrá a Becky y la irá sometiendo a todas las humillaciones que se le ordenen por teléfono. Lo que inicialmente parece un mero malentendido y que fácilmente se podrá aclarar tras charlar con la acusada y chequear sus pertenencias, acaba derivando en una creciente pesadilla para la joven que ve como es humillada y vejada una y otra vez, empezando a desdibujarse hasta desaparecer la linea que separa lo legal del mero abuso. Una película que en su fondo pone en relieve cierta psicopatía en la sociedad americana y su abusivo sistema policial, que aquí se demuestra más cruento aún, al ser capaz sin estar presente ningún agente, en desarrollar el miedo en unos ciudadanos que apenas se atreven a contradecir al oficial al mando del caso, teniendo éste el poder de desarrollar en ellos un comportamiento agresivo, ilegal y casi injustificable desde el patio de butacas, desde donde a veces nos costaba creer lo que estábamos viendo.

Becky esperando la siguiente orden por parte del policía...
Sandra, escuchando atentamente la siguiente orden del policía...
El film se escuda al final relatando que existen unos 70 casos similares al año en los Estados Unidos, donde este tipo de abusos suelen contener escenas como las que acabamos de visionar, queriendo de alguna manera darle cierto verismo, que desde nuestra perspectiva nos cuesta creer que esto pueda ocurrir. Y que aquí de ninguna manera podríamos seguirle tanto la corriente a alguien que ni conocemos y que por teléfono acaba de identificarse como agente de policía, pero estamos hablando de los Estados Unidos y ese es otro mundo...

Becky incrédula al oír como el oficial le explica que ha sido denunciada por robo...
La película en sí, consigue lo que se propone, que es incomodar al espectador con una situación que muestra nuestra vulnerabilidad ante la autoridad (tanto policial como por parte de un superior en nuestro trabajo), haciendo que a medida que avanzan los minutos, empecemos a dudar de si ya hemos asistido a la última de las vejaciones que sufre Becky (agunas de ellas muy explícitas). Sin embargo, el hilo conductor acaba cansando un poco, secuencia tras secuencia se repite el mismo esquema: orden del agente de policía, titubeo por parte de quienes tienen que acatarla, pero aceptación y ejecución al fin tras una amenaza de tono marcial desde el otro lado de la linea telefónica. Quizás se habría agradecido darle más metraje al desarrollo de quién está al otro lado, y que aquí solo tenemos la oportunidad de ver muy al final, impidiendo que lo que intuíamos como la vuelta de tuerca que necesitaba la historia para coger velocidad de crucero de nuevo, se quede en un mero apunte para cerrar la película. Interesante, dura y perturbadora, por mostrar la vulnerabilidad a la que todos podemos estar expuestos, pero que a nivel cinematográfico se le tiene que achacar el no saber cambiar de esquema narrativo a lo largo de más de una hora, haciéndose algo monótona en este sentido.

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