viernes, 5 de octubre de 2012

FESTIVAL DE SITGES 2012 (2º DIA)

7:05h. Madrugón para poder asistir al estreno de la película catalana Insensibles, de Juan Carlos Medina. Tras un arranque intenso en el día de ayer (pica pica nocturno incluido) seguimos el periplo cinéfago (nunca mejor dicho), tras una noche en la que Marc poco ha dormido gracias a la simpática perra guardián de la casa (mi amada y adorable Yoko), que se ha empeñado en tenerle bien vigilado mientras intentaba conciliar el sueño. Anécdotas aparte, espero que con un buen café, sea capaz de aguantar del tirón la maratón de cine que nos hemos programado para hoy. Y a eso vamos, a consumir los diversos films del género fantástico que aquí nos proponen, entre los que tenemos marcados Holy Motors, Compliance o la esperadísima John dies at the end, entre otras que os iremos comentando a la largo del día. Permitidnos ahora coger energías (y cafeína) para mantener viva la llama informativa....
Aquí podéis ver una inquietante imagen de la primera película que en poco más de una hora tendremos el placer de degustar.



10:00h.  Salimos ya de la gran sala del Auditori tras haber visto Insensibles. El Film cuenta la historia de David, un reconocido neurocirujano a quien tras un accidente de coche, se le descubre una grave leucemia que necesita un transplante de médula para poder sobrevivir. Su petición de ayuda hacia sus padres, su única esperanza de encontrar un donante compatible, solo será el principio para poner en duda todo lo que sabía de sus orígenes. En su búsqueda, descubrirá lo sucedido en una institución mental desde 1931, pasando por la Guerra Civil española, donde en un pequeño pueblo catalán, una serie de niños muy peculiares se desvelaron totalmente insensibles al dolor físico. La película se mueve entre dos lineas temporales (actual y años 30), conjugando bien ambas para ir montando el puzzle que tenemos entre manos, pero pasada una primera mitad muy notable, se le nota una cierta pérdida de ritmo que hace que por momentos, lo pretendidamente poético se acabe convirtiendo en imágenes sin alma, carentes de intensidad gráfica.
Si bien se sostiene y entretiene eficazmente, nos regala un final impropio, y en mi opinión, completamente desacertado (no en ideas, sino en plasmación cinematográfica). De todas maneras, el papel principal de David (Àlex Brendemühl) es destacable y muy creíble, lo que no podemos decir del director del "hospital", un inadecuado Ramón Fontserè. El resto del reparto está muy bien elegido, abundando ahbituales del panorama teatral catalán.

Uno de los niños a punto de ser encerrado en una celda de asilamiento...
La película es un mero vehículo para retratar las dos actitudes con las que se suele afrontar nuestro aún reciente pasado histórico, recordar u olvidar. Poniendo de manifiesto como los hechos vividos a lo largo de la Guerra Civil como en los años posteriores de represión y limpieza que tuvo lugar en España, hay quien prefiere dejarlos bien escondidos y encerrados, mientras otros necesitar el reconocimiento de lo ocurrido. La insensibilidad de los niños (teóricamente seres inocentes) en sentir el dolor y el placer, bien puede ser una metáfora de la insensibilidad de todos aquellos que actuaron así a lo largo de los oscuros años que duró el Franquismo. Una obra interesante, sugerente, a la que quizás se le vaya de las manos el control que tenía, con un final quizás no del todo adecuado y lejos del tono utilizado hasta ese momento.


13:00h. Después de acabar de ver Holy Motors, he regresado dando un tranquilo paseo por la playa de San Sebastián aprovechando el día de verano que estamos teniendo en pleno octubre. La verdad que esta media horita me ha servido para reflexionar sobre lo que acababa de ver e intentar ordenar mis ideas y pensamientos que me han ido surgiendo a lo largo de su visionado.
No voy a engañaros, se trata de una película dificilmente clasificable, de esas que si decidimos entrar a ver, deberemos hacer como el Dr. Jones en "La última cruzada", un acto de fe de enorme calibre y estar dispuestos a tener la mente muy abierta y receptiva a una historia que se escapa de los cánones, no tal solo de los más comerciales, sino incluso de otras obras un tanto más trasgresoras y de cine independiente. De esta forma Leox Carax nos regala un film muy personal y excéntrico, que al menos a un servidor le ha gustado, tanto por mantenerme atento y desconcertado desde principio a fin, como por conjugar una extraña historia a la que se le puede dar múltiples lecturas, pues es fácil que todos podamos interpretarla bastante libremente. En su trasfondo se intuye una crítica a la volatilidad de la personalidad de la gente, más preocupada en aparentar que en vivir, como otros males bien anclados en nuestra sociedad. Así tomando forma de una fábula, nos sumergimos en un viaje por las calles de París a bordo de una limusina blanca, donde Monsieur Oscar (enorme trabajo actoral de Denis Lavant), camaleónico a lo largo de todo el metraje, con hasta 11 cambios de su personalidad (algunos memorables), debe afrontar 11 misiones distintas que le son dictadas por la empresa por la que trabaja (Holy Motors). Si hasta aquí no habéis detectado todo lo que esconde el film, no os preocupéis, solo hace falta ver el primer cambio que se produce en Oscar para empezar a comprender que nos encontramos antes una película diferente, un reto, de aquellas que seguramente gustan o no, de extremos, pero que dificilmente deja indiferente.

No sé si el mejor capítulo, pero sí el más transgresor y chocante que podemos ver...
Es casi imposible no quedar cautivado por las poderosas imágenes de la película y dejarse llevar por el imaginativo cuento que nos narran, a pesar de que la película rompe con el esquema estético y formal del cine, para erigirse más como un juego que como un relato cinematográfico convencional, pero que juego se ha marcado Carax...


17:00h. Nuestra siguiente parada en el Auditori ha sido para ver Compliance, película que este año ya dejó huella en el último Festival de Sundance.
La historia arranca en uno de tantos restaurante de comida rápida que abundan en cualquier ciudad americana, por lo que se nos cuenta aquí, podría ocurrir en cualquier punto del país. Becky es una joven adolescente que trabaja a las órdenes de Sandra, la encargada del local. Una llamada por parte de un agente de policía pone en alerta a Sandra de que una mujer acaba de denunciar a su joven empleada de haberle robado dinero. Sin atreverse a poner en duda al agente de la ley y condicionada a partir de ese momento por las órdenes del oficial de policía, Sandra retendrá a Becky y la irá sometiendo a todas las humillaciones que se le ordenen por teléfono.Lo que inicialmente parece un mero malentendido y que fácilmente se podrá aclarar tras charlar con la acusada y chequear sus pertenencias, acaba derivando en una creciente pesadilla para Becky que ve como es humillada y vejada una y otra vez, empezando a desdibujarse hasta desaparecer la linea que separa lo legal del mero abuso. Una película que en su fondo pone en relieve cierta psicopatía en la sociedad americana y su abusivo sistema policial, que aquí se demuestra más cruento aún, al ser capaz sin estar presente ningún agente, en desarrollar el miedo en unos ciudadanos que apenas se atreven a contradecir al oficial al mando del caso, teniendo éste el poder de desarrollar en ellos un comportamiento agresivo, ilegal y casi injustificable desde el patio de butacas, desde donde a veces nos cuesta creer lo que estamos viendo.

Becky esperando la siguiente orden por parte del policía...
El film se escuda al final relatando que existen unos 70 casos similares al año en los Estados Unidos, donde este tipo de abusos suelen contener escenas como las que acabamos de visionar.
Desde nuestra perspectiva, nos cuesta creer que esto pueda pasar, que de ninguna manera podríamos seguirle tanto la corriente a alguien que ni conocemos y que por teléfono acaba de identificarse como agente de policía, pero estamos hablando de los Estados Unidos...

Becky incrédula al oír como el oficial le explica que ha sido denunciada por robo...
La película en sí, consigue lo que se propone que es incomodar al espectador con una situación que muestra nuestra vulnerabilidad ante la autoridad (tanto policial como por parte de un superior en nuestro trabajo), haciendo que a medida que avanzan los minutos, empecemos a dudar de si ya hemos asistido a la última de las vejaciones que sufre Becky (agunas de ellas muy explícitas). Sin embargo, el hilo conductor acaba cansando un poco, secuencia tras secuencia se repite el mismo esquema: orden del agente de policía, titubeo por parte de quienes tienen que acatarla, pero aceptación y ejecución al fin tras una amenaza de tono marcial desde el otro lado de la linea telefónica. Quizás se habría agradecido darle más metraje al desarrollo de quién está al otro lado, y que aquí solo tenemos la oportunidad de ver muy al final, impidiendo que lo que intuíamos como la vuelta de tuerca que necesitaba la historia para coger velocidad de crucero de nuevo, se quede en un mero apunte para cerrar la película. Interesante, perturbadora por mostrar la vulnerabilidad a la que todos podemos estar expuestos, pero que a nivel cinematográfico se le tiene que achacar el no saber cambiar de esquema narrativo a lo largo de más de una hora, haciéndose algo monótona en este sentido.


19:45h. Después de Compliance nos tocaba la propuesta más gamberra de la jornada, la última obra de Don Coscarelli, con la que muchos nos estábamos frotando las manos. Realmente la expectativa que había levantado la película se notaba, casi era plapable las ganas de pasarlo a lo grande por parte de un público muy entregado y el Auditori lucía lleno, con gente buscando sitio hasta el último momento.
Antes de ver la película, se hizo entrega al director de la misma, del premio "Màquina del Temps" en reconocimiento a su trayectoria, donde destaca por encima de todo su saga Phantasm, cuya primera entrega se programó para el sábado 6 en el cine Prado. Coscarelli se mostró muy agradecido y nos regaló un discurso en castellano para sorpresa del traductor, que quedó como un figurante a su lado. Y tras los aplausos de turno, por fin se apagaron las luces para ver John dies at the end, la adaptación cinematográfica de una serie que arrasó por Internet en un ya lejano 2001. Resumiendo muy rápidamente de que va todo esto, podríamos decir que de dos amigos (David y John) metidos en un montón de sucesos paranormales a los que deberán hacer frente, con astucia y ciertos poderes otorgados por una extraña salsa de soja. ¿Cómo os habeís quedado? Si tomamos el magnífico prólogo del film como termómetro para calibrar lo que iba a dar la película de sí, la verdad es que nuestro convencimiento de que íbamos a asistir a un film que podía devenir de culto, parecía más que plausible. Ya que en apenas un par de minutos nos regala todo un ejemplo de como captar la audiencia, con la historia del asesinato y posterior decapitación de un hombre, con un hacha como la gran protagonista.
Tampoco se queda atrás la siguiente escena, en la que realmente arranca la trama, y en la que un joven llamado David Wong (chico occidental a pesar de su apellido), se ha citado en un restaurante chino con Arnie (Giamatti), un periodista a la caza de una historia con toques paranormales, para poder escribir un buen artículo. El diálogo entre ambos va a ser el hilo conductor, con David intentando convencer a Arnie de ciertos poderes que posee y toda una serie de experiencias paranormales que ha vivido junto a su buen amigo John, y mediante diferentes flashbacks a lo largo del metraje los iremos repasando.

Coscarelli recogiendo su premio
Siendo el primero de ellos el mejor de todos, donde asistimos a unos breves minutos delirantes en el que alucinamos con una entidad que toma forma corpórea gracias a un ser conformado por todo tipo de carne congelada, rematado por una cabeza en forma de pavo de Acción de Gracias, cuyos poderes incluyen ristras de salchichas arrojadizas o el poder de convertir un pomo de puerta en un enorme pene, que ninguno de los dos protagonistas osa tocar, a pesar de que aparentemente sea su única vía de salida (delirante!!!).
Una narración que parece a priori que va a seguir un esquema bastante lineal y repetitivo a lo largo del film (diálogo en el restaurante, seguido del flashback de turno), pero nada más lejos de la realidad, pues Coscarelli, que sin ser un director genial, sí es gato viejo en la industria del fantástico, aquí intenta jugar con toda la baraja, metiendo todo lo que suele funcionar dentro del género: zombies, realidades paralelas, saltos temporales, invasiones extraterrestres, criaturas de todo tipo, poderes paranormales, etc... buscando contentar a todo seguidor de lo fantástico y asegurarse la mano.

David contándole sus experiencias a un incrédulo Arnie...
Pero ya suelen decir que “Quien mucho abarca, poco abraza” y así acaba siendo, pues la película avanza a un ritmo frenético pero como si fuera un pollo sin cabeza, sin ningún rumbo fijo, donde las tramas principales quedan pisoteadas por otras que no para de abrirse cada dos por tres, quedando al final como un ejercicio de pirotecnia sin una identidad clara. Una película que termina por hacerse larga, digámoslo claro. ¿Habría sido un buen corto o mediometraje? Seguramente sí, pero su innecesariamente alargado metraje (casi 2h), la pérdida de todo sentido de la narración hacia su mitad, el poco carisma de sus protagonistas y algunas escenas muy poco acertadas, acaban haciendo que uno espere que tras el siguiente fundido a negro lleguen los títulos de crédito, que se hicieron esperar demasiado...
Un film que para los ya mayores no deja de ser una gamberrada de la que podemos salvar unos cuantos gags y diálogos aislados, pero quizás para las nuevas generaciones constituya uno de esos referentes, como nuestros fueron Bill y Ted. Por cierto, el parecido es más que razonable, pero aquí con un guión mucho más loco. Ya sabéis lo que os espera si le dais una oportunidad...


22:15h. En multitud de ocasiones ya he dejado bien clara mi devoción por el cine coreano, por lo que tenía bien marcada en la agenda Nameless Gangster: rules of time, una ocasión perfecta además para reencontrame con uno de los mejores actores de ese país y uno de mis preferidos: Choi Min-sik, que para todos aquellos que no os suene, fue el protagonista de Oldboy o quien daba vida más recientemente al despiadado psicópata de I saw the devil.
La película nos muestra una historia que en ciertos pasajes puede recordarnos a cintas occidentales como Casino o Uno de los nuestros, teniendo en común con ellas el mostrarnos el ascenso y caída de un hombre metido en negocios turbios con la mafia, pasando del anonimato a crearse un nombre con una fuerte personalidad que erige un pequeño imperio a su alrededor. De esta forma nos situamos en la Corea de principios de los años 80, una época de muchos cambios con los Juegos Olímpicos en el punto de vista de un país que estaba sufriendo múltiples cambios para abrirse al mundo ante tal evento, y lo que supone una oportunidad para todos aquellos avispados hombres de negocios y gente sin muchas contemplaciones ni miramientos. Y aquí conocemos al personaje interpretado por Choi Min-sik, un corrupto agente de aduanas que verá como a partir de un golpe de suerte al encontrar un alijo de heroína, empieza a tener contactos con auténticos gángsters, mafiosos de primera, para poco a poco ir creando a su alrededor un poderoso clan que aprovechará todas las oportunidades a su alcance para forrarse sin miramientos.
El film juega en dos lineas temporales, la primera vendría a contar lo comentado hasta ahora, desde los primeros chanchullos en las aduanas, hasta su entrada por la puerta grande y consolidación como uno de los hombres más poderosos del país. La segunda empezaría en 1990, con la acusación por parte de la fiscalía, en que entre otros cargos que se le atribuyen, están la extorsión, secuestro, malversación o amenazas. Desde este instante tenemos en el punto de mira a un hombre que tirará de todos sus recursos para escapar de la justicia.

Un auténtico mafioso que abrirá las puertas de su mundo al corrupto agente de aduanas...
El film tiene una factura exquisita, como en las mejores producciones del género, con un montaje inteligente a la hora de situarnos en un marco temporal o en el otro, para ir avanzando de forma coherente y ordenada en una interesante trama, que además conjuga todos los ingredientes de clásicos arriba mentados (seguro que la escena del apaleamiento y posterior entierro en medio del campo, os recuerda a una escena casi calcada de Casino donde Joe Pesci y su hermano acababan de la peor manera imaginable sus andaduras como criminales).
Otro punto que queda de relieve en la película, es una crítica hacia la cultura y tradición coreanas (quizás cueste entenderlas para los poco habituados a ellas), como son las organizaciones jerárquicas dentro de los árboles genealógicos de las familias y que aquí son un importante puntal para justificar ciertas acciones y reacciones de los protagonistas.

Finalmente llegando a la cima, un respetado y temido business man...
No falta de nada aquí, desde acción con palizas de todo tipo y para todos los gustos (hasta la clásica con bates de baseball tan habitual en obras de esta nacionalidad), pasando por destrozar un teléfono en la cara de un secuaz que ha dejado mal al clan, y otras varias. De igual manera que la trama socio-política también satisfará a los más exigentes, haciendo que las algo más de dos horas del film se nos pasen volando y nos quede un grandioso regusto al acabar. Seguro que al acabar el festival, esta cinta asiática habrá sido de las que mejor recuerdo me queden. Por otro lado, hay otras citas con el cine oriental que deben ser ineludibles, entre las que destacaría: Dragon (o Wu xia en su título original) o el regreso de Takeshi Kitano con la continuación de Outrage, no deben faltar en vuestras agendas.


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