miércoles, 4 de julio de 2012

CINTURÓN ROJO (REDBELT) (2008)

Mike Terry es el propietario de la academia Southside en Los Angeles, un lugar donde desde hace años, enseña el arte del Jiu-Jitsu (su versión brasileña, por cierto), en particular a agentes de policía, guardaespaldas y personas con oficio necesitado de autodefensa.
Su mujer brasileña, Sondra, le ayuda en su negocio en la medida de lo posible, pero las cosas no van todo lo bien que deberían y ya acumulan demasiadas facturas sin pagar, crispando su relación poco a poco.
Una noche, Mike salva de una paliza en un bar al popular actor Chet Frank (Tim Allen), que quedará asombrado por su disciplina y lo invitará a cenar a su casa para hablar de "negocios", tratando de que participe en un torneo de artes marciales mixtas que se celebrará en breve.
Mike respeta profundamente la filosofía del Jiu-Jitsu y considera que la lucha en campeonatos es síntoma de debilidad, por lo que rechaza la idea de participar en uno, por muy suculenta que sea la cifra.
Sin embargo, el sentimiento de culpa por el suicidio de un buen amigo, el hecho de acumular tantas deudas y el ineludible cierre de su negocio, acabarán por convencerle de que es la única vía de supervivencia.
Ahí es cuando Mike, honrado y noble hasta la médula, combatirá no sólo contra sus adversarios, sino también contra sus principios más arraigados, sintiendo el mayor dilema moral de su existencia.
Este curioso film del guionista convertido a director David Mamet no es fruto de la casualidad, ya que se trata de un proyecto muy personal y de una extraña riqueza dramática que lo envuelve todo, alejándola de ser una mera cinta de artes marciales al uso.
Para empezar, el propio Mamet es cinturón morado en Jiu-Jitsu (lleva practicando este arte más de 6 años), y su intención con este film no es otra que reflexionar sobre dicha filosofía marcial milenaria (con más de 4000 años de antigüedad), ahondando en sus valores más básicos (respeto, honestidad,armonía en uno mismo y autocontrol) enfrentándola contra el imparable y artificioso mundo del show-business, para comprobar si prevalecerían intactos o se tambalearían sus fuertes cimientos.
Mike se verá tentado por el dinero, la fama y el reconocimiento mediático, y ese será quizás el combate más duro de su vida, incluso viendo como pierde a sus seres queridos por el camino o presencia como sus enseñanzas son manipuladas y extorsionadas sin remedio (aunque la idea del hándicap en el combate me parezca muy flojita, me parece que entiendo las intenciones de Mamet).


Quién espere ver en Redbelt una cinta de artes marciales común se verá irremediablemente decepcionado, ya que se trata de un auténtico ejercicio dramático visto desde diferentes perspectivas humanas (esa alumna traumatizada, la familia destrozada de su amigo, su propia mujer o incluso él mismo).
El personaje de Mike está interpretado con solvencia por el inglés de origen nigeriano Chiwetel Ejiofor, que no necesitó más que 3 meses de entrenamiento para parecer un auténtico maestro (según Mamet, 12 horas al día por eso). Le acompañan actores de renombre como Tim Allen (no demasiado creíble como héroe de acción pero...), Joe Mantegna (muy adecuado como mafioso) o el mismísimo Dan Inosanto (ex-compañero y alumno de Bruce Lee), que aquí hace un cameo final como "el Maestro".
La sobriedad del conjunto se ve aquejada por ciertas licencias de guión (el asunto del tiro al cristal debería ser menos relevante, no se escarba lo suficiente en la relación matrimonial de Mike...), que no alteran demasiado el significado de la propuesta, pero si desmejoran la relevancia global del film, que necesitaba más profundidad argumental para saciar al espectador más atento. Choca que un guionista tan laureado como Mamet descuide aspectos en los que en teoría se siente más cómodo y en cambio, filme con tanto oficio, como si su faceta de director le hubiese ganado terreno al de creador de historias.


Así pues, Cinturón Rojo es un solvente drama independiente salpicado de artes marciales que logra descolocarnos al no tirar por la vía fácil (puñetazos y patadas por doquier) y que hace una sana reflexión sobre los aspectos más vulnerables del ser humano, pero que no logra traspasar nuestras consciencias lo suficiente como para que mostremos hacía ella la admiración que pretendía.

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