jueves, 24 de mayo de 2012

EVERYTHING WILL BE FINE (2010)

El público ya tuvo la oportunidad de verla en el pasado Festival de Sitges o en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes, y a posteriori ha formado parte de la cartelera del Atlántida Film Fest de este año, donde un servidor le ha echado el guante.
Se trata de una producción danesa firmada por el director Christoffer Boe, que en esta ocasión se aleja de los dramas más notables y reconocidos de su filmografía (como Allegro y Reconstruction), para enmarcarse dentro género del thriller pero con algunas señas personales que lo diferencian del esquema típico americano. Se nota ese toque europeo que destila el film, en sentido positivo si hablamos en términos generales.
La historia nos presenta a Jacob Falk (Jens Albinus), un guionista de cine que se encuentra en un momento crucial de su vida, ya que por un lado tiene una enorme presión por parte de Hakon, director de cine para el que está trabajando, para que le entregue de una vez por todas un guión para poder arrancar a tiempo el rodaje de su nueva película. Por otro, su mujer Helena y él están ultimando los trámites para adoptar por fin un niño en la República Checa, un proceso que les está llevando desde hace meses al límite en el terreno emocional, sufriendo lo indecible para no haya ningún problema que les impida tenerle con ellos.


Desgraciadamente para él, una noche regresando de una reunión de trabajo, atropella a un hombre en la carretera y por miedo a que ese incidente pueda complicar el proceso de adopción, decide huir tras llevarse la bolsa de la víctima. Para su sorpresa, al revisar el contenido descubre unas fotos que podrían tener gravísimas consecuencias al compremeter al Gobierno. Falk se encuentra entonces en un dilema terrible ¿Qué hacer ahora? ¿Callar o sacar a la luz esa información?
A partir de este punto la película empieza a jugar sus bazas, y donde veíamos una historia aparentemente sencilla y clara en su linea argumental de partida, empieza a abrir subtramas que ayudan a que nuestro desconcierto vaya en aumento en medio de una atmósfera cada vez más desasosegante.
La intensidad y tensión van creciendo a medida que empezamos a dudar de si todo lo que estamos viendo está pasando realmente o es fruto de la desesperación y el miedo que empieza a invadir irremediablemente a Falk que ya ve fantasmas allí donde no los hay, ¿o sí?


La narración está estructurada en dos lineas argumentales (la propia de Falk y la de Alí, el hombre atropellado), ambas en lineas temporales distintas utilizando un recurso bastante típico para ir complementando la historia principal con las revelaciones de la otra. Eso sí, de forma bastante efectiva, porqué negarlo.
Si a esto le unimos una exquisita dirección (bien rodada con algunos momentos cámara en mano logrados y una notable ambientación) y la no menos buena actuación de Jens Albinus, que sabe transmitirnos convincentemente ese poso de tristeza que destila su personaje y el estado mental al que se ve sometido, parece que todos los ingredientes están dispuestos para disfrutar de una buena dosis de cine. Y durante muchos minutos es así, un arranque excelente que nos empieza a inquietar poniéndonos en la piel del protagonista, un suceso casual que va a cambiarle la vida, tensión y nervios, lo dicho, un buen arranque.
Sin embargo parte de la investigación posterior en la que se ve envuelto no acaba de ser todo lo convincente que uno desearía, tengo ciertas dudas de si es porque entra en ese terreno que comentaba antes de querernos hacer participes de la paranoia de Falk y por ello hay cosas que dejan de tener una coherencia completa, o simplemente porque en ciertos puntos el guión flaquea.
Como sea, la película es altamente entretenida, siempre me han gustado los thrillers y esos personajes paranoicos en medio de grandes conspiraciones, funciona de forma más que notable al menos hasta que a falta de 10 minutos el director parece querer esclarecerlo todo de una forma brusca, a la vez que clara e irrefutable mediante el uso de un flashback que personalmente me ha decepcionado. Casi hubiera preferido un final abierto y quedarme con la eterna duda de que pasa, que ver como el director mata el argumento de una forma tan poco acertada y que no viene demasiado a cuento. Es que pasamos de ir a 150 km/h a tener que pegar un frenazo para acabar en una calle peatonal con límite de 30km/h. Una verdadera lástima que el cierre no esté a la altura de todo el resto, que de por sí, ya merece un visionado.
Por cierto, simplemente como detalle, supongo que os habréis dado cuenta del enorme parecido del cartel con el de la película Vértigo.

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