jueves, 1 de marzo de 2012

BLACK MIRROR (2011) - SERIE TV


Mini serie formada por tres episodios totalmente independientes, ya que no comparten ni personajes, trama, localización, ni el mismo marco temporal. Sin embargo todas ellas guardan algunos puntos en común y que hacen entendible que formen parte de esta Black Mirror que tan gratamente me ha sorprendido. En todos los episodios se hace patente una denuncia a la sociedad actual, la frivolidad imperante en muchos aspectos de nuestras relativamente cómodas vidas, la insensibilidad hacia los otros, el consumismo casi patológico que mueve los engranajes del sistema o la incapacidad de comunicación cara a cara entre las personas; son algunos de los puntos que quedan como trasfondo en estas interesantes historias. 
El primer episodio se titula: The National Anthem; que con su arriesgada premisa logra desmontarnos por completo desde buen principio. Todo se inicia con una llamada a altas horas de la madrugada en un dormitorio que es el del mismísimo Primer Ministro Británico, anunciándole que la Princesa ha sido secuestrada. Acto seguido le vemos reunido con todo su Gabinete de crisis visionando un vídeo que se ha colgado en Youtube y que descarta que pueda tratarse de una broma; al verse a la propia Princesa atada y leyendo, sin dar crédito al texto, a la extraña demanda de su secuestrador. Solo será liberada si el Primer Ministro accede a mantener relaciones sexuales en directo y transmitido por televisión antes de las 4 de la tarde de ese mismo día, en caso de negarse, ella morirá... Pero eso no es todo, debe hacerlo con un cerdo. ¿Cómo? ¿Esto va en serio? Solo llevaba 5 minutos de visionado y ya estaba seguro de que no iba a apagar sin saber que ocurría al final... una curiosidad morbosa se había apoderado de mí.


Ni en broma, id pensando algo... porqué yo no me follo a un cerdo...
Obviamente a partir de ese instante empieza una dura cuenta atrás en el que se barajan todas las posibilidades para encontrar a la Princesa antes de la hora límite, pues de lo contrario el Primer Ministro tendría que poner en un lado de la balanza su integridad como persona, el saber que iba a ser ridiculizado hasta límites insospechados al ser obligado a un acto de zoofilia sin precedentes, destruyéndole como persona; y en el otro el saberse el único con capacidad para salvar la vida a una ser humano, y en este caso de la Realeza. El episodio logra su cometido, con una hora muy intensa, bien narrada y con unas buenas actuaciones, sobretodo por parte de Rory Kinnear dando vida al ficticio Primer Ministro Michel Calow. Se palpa la tensión y el ambiente opresivo por la situación con la que deben lidiar los protagonistas, ayudando a que nos sumerjamos en la historia. Asimismo critica a Twitter, pone en tela de juicio la falta de empatía del público en general que muestra un interés macabro y desprovisto de cualquier tipo de sensibilidad por llegar a ver a una persona en esa situación. Un excelente arranque para esta serie y que no dejará indiferente a nadie. 

El segundo episodio se titula 15 Million Merits: En mi opinión, quizás la menos brillante de las tres historias, pero igualmente notable en su ácida crítica a  la telebasura, a la sociedad de consumo y la cada día más predominante (y en algunos casos casi exclusiva) forma de comunicación que muchos tienen a través de las redes sociales. Si la novela 1984 de George Orwell nos planteaba una sociedad futura donde la humanidad carecía de libertad al estar dominada por un "ente" llamado Gran Hermano que controlaba totalmente sus vidas. Este episodio nos sitúa en un futuro deprimente de fecha incierta, donde la humanidad vive en grandes centros sin ningún tipo de contacto con el exterior y controlados mediante un sistema que fomenta el consumo continuo; allí todos deben trabajar para conseguir la energía para que todo siga funcionando, desde las luces, las pantallas o las máquinas que expenden la comida creada artificialmente.
Obligados a ver publicidad a todas horas y a consumir siempre...
Esclavos del sistema.
Pero lo más curioso es la manera que tienen para generar esta energía: obligados a pedalear sin pausa sobre bicicletas estáticas para ganar créditos (de alguna forma me ha recordado a la película In Time en este aspecto), delante de grandes pantallas que les bombardean continuamente con publicidad (obligatoria del todo, ya que si quieren evitarla han de gastar parte de sus créditos), nuevos juegos, vídeos musicales, vídeos pornográficos que visionan sin inmutarse y sin interactuar con los compañeros que tienen al lado. Mientras los no aptos, los que se quedan sin créditos y los gordos, son relegados a funciones de limpieza, a la vez que son continuamente humillados y despreciados por el resto que sigue pedaleando in parar día tras día para ir acumulando créditos. La única opción que tienen para escapar de esta triste exisstencia es participar en un gran concurso tipo reality llamado Hot Shot, en el que deben demostrar algún talento especial para ser fichados para formar parte de uno de los múltiples canales que aparecen en las pantallas, el único problema es que solo para participar se necesitan 15 millones de créditos...

Juzgados por el jurado del concurso y los avatares del resto de compañeros.
Interesante se mire por donde se mire, es imposible no reconocer ciertos comportamientos compulsivos que se están convirtiendo normales hoy en día, asimismo una crítica a la obsesión del culto al cuerpo encerrándose en gimnasios para machacarse en estúpidas clases de spinning. Un acierto de historia que vive su mejor momento con el duro careo cargado de energía que hace el protagonista de la historia en el tramo final, y que solo se ve empañada por un final un tanto decepcionante, pero que deja bien claro el mensaje que nos quería transmitir.

El tercer episodio se titula The Entire History of You: Una última historia que también nos va a dar mucho en que pensar tras acabar de verla. En cierta forma guarda un parecido razonable con la premisa de la película La memoria de los muertos, en la que la humanidad llevaba un chip implantado que grababa todo lo que veían a lo largo de sus vidas y en la que Robbin Williams encarnaba a un especialista en hacer montajes de los recuerdos de los muertos para presentar un vídeo a la familia en el funeral. Una excelente idea que por desgracia estuvo pobremente aprovechada, quedándose en un thriller mediocre y demasiado previsible. Ya centrándonos en la que tenemos entre manos aquí, nos sitúa en un futuro en el que gracias a los avances tecnológicos, los humanos llevan incorporados un chip que también permite grabar todo lo que uno ve, de manera que a voluntad del usuario se puede acceder en todo momento a cualquier recuerdo de nuestra vida y repasar todos los detalles una y otra vez, verlo en pantalla, o simplemente borrarlo si no se quiere conservar.


Accediendo a los recuerdos.
Lo que puede parecer un beneficio en todos los sentidos, se nos presenta aquí como un regalo envenenado para el día a día de una pareja, por ejemplo. La típica conversación de "yo te dije tal cosa..." y la negativa del otro a creerlo, siempre acaba con un "rebobinemos" y veamos que se dijo exactamente, deshumanizando en gran medida la "magia" de este tipo de situaciones. El episodio arranca con una entrevista de trabajo a la que asiste nuestro protagonista, Liam Foxwell, y tras la cual descubrimos la existencia del chip al verle repasar los detalles de la entrevista para intentar fijarse en las reacciones de sus entrevistadores e intentar sacar alguna conclusión. Su posterior asistencia a una cena donde le espera su mujer acompañada de toda una serie de amigos o conocidos, abre la caja de Pandora al atisbar ligeramente a su llegada una conversación que ella mantenía con un desconocido. Poco a poco se obsesiona con ese breve momento repasándolo una y otra vez en su cabeza desde todos los ángulos posibles, en busca de una respuesta a la duda que le corroe: una posible infidelidad ed su pareja.


De nuevo se nos pone sobre la mesa el debate de hasta que punto las mejoras tecnológicas nos ayudan realmente en nuestra vida o pasan a ser más bien un problema. Contiene escenas muy logradas con las discusiones en las que se recurre al vídeo una y otra vez para echarle las culpas a la pareja por algo del pasado, o cuando hacen el amor y ambos está recurriendo a recuerdos de otras relaciones a escondidas del otro; la trama va ganando interés a medida que nos acercamos al final del episodio, resultando altamente satisfactorio.
Una serie contundente y atrevida como pocas para ser irreverente (sobre todo en el primer episodio), o crítica con los hábitos tecnológicos actuales y la telebasura, de la mano de Charlie Brooker, también creador de la mini serie de 5 episodios Dead Set, en la que ya había dado claras muestras de hacia donde quería dirigir su mirada crítica, al exponer una contaminación que acababa por convertir a todo el mundo en zombie a excepción de los participantes del concurso Gran Hermano, que siguen ajenos a todo y únicamente preocupados por sus cosas (pinta muy bien, tengo que verla). En resumidas cuentas, Black Mirror es una serie diferente, fresca en muchos sentidos y que dificilmente será estrenada en nuestro país (¿alguien se imagina si se hubiera hecho aquí el primer episodio la que se habría montado?) y de la que muy pocos van a disfrutar, por ello os la recomiendo especialmente, seguro que no os defrauda.


1 comentario:

  1. Hombre, tiene puntos seductores, sobre todo el primer capítulo.....
    Cuando David y yo, en una época muy muy lejana, nos sentamos a ver Dead Set, no nos pareció gran cosa, de hecho, no la terminamos de ver. Pero quizás a ti te guste más, eso estaria bien saberlo.

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