sábado, 17 de marzo de 2012

AL ROJO VIVO (1949)

La banda de Cody Jarrett (James Cagney) asalta un tren llevándose un botín de 300.000$, a la vez que asesinan a los dos guardias que custodiaban el dinero y a los dos maquinistas que habían oído el nombre de Cody durante el golpe. Tras el golpe, se ocultan en medio de las montañas, donde se reunen en una casa aislada con el resto de la banda, la madre de Cody (una mujer de carácter y que tiene idealizado a su hijo) y a la novia de este, Verna (Virginia Mayo). Allí durante días esperan con paciencia el momento oportuno para huir, sin embargo las pesquisas policiales hacen que poco a poco el cerco se vaya estrechando y parece inminente su detención. Al brillante Cody se le ocurre un curioso plan con el que pretende eludir la larga condena que le espera si le juzgan por el asalto al tren, decidiendo entregarse voluntariamente y confesar ser el autor del robo ocurrido en la misma fecha en el Hotel Palace y que sigue sin resolverse, donde además no hubo ningún herido ni se hizo uso de la violencia. Sabiendo que la pena que le podría caer sería mínima en cualquier caso. La policía viendo la jugada del astuto gángster en su comparecencia ante el juez, decide mover ficha por su parte, decidiendo infiltrar a un policía para que comparta celda con Cody, se gane su confianza y finalmente logre las pruebas necesarias para confirmar su culpabilidad en el caso del tren. Por su parte el jefe de la banda planea pasar lo más tranquilamente posible su corta estancia en prisión, sin embargo ambos tendrán que cambiar sus planes repentinamente.

Este fue el primer film de la segunda etapa del gran James Cagney en los Estudios Warner Bros, ya que después de muchos años de relación profesional, Cagney decidió dar por terminada esa fase de su carrera algo cansado de tener que repetir el mismo papel como gángster una y otra vez. Junto con su hermano se embarcó en un proyecto para realizar otro tipo de películas bajo el sello de la productora "Cagney Productions", sin embargo estas películas tuvieron poco éxito comercial, por lo que la Warner Bros volvió a contar con uno de sus actores más representativos, aunque para ello tuviera que darle muchos poderes a Cagney, como el poder cambiar y revisionar a su gusto los guiones de los proyectos en los que tuviera que intervenir, amén de un suculento contrato, por supuesto. Todo con tal de que volviera al rol de gángster que tan buenos resultados había dado en títulos como: Ángeles con caras sucias (1938) o Los violentos años veinte (1939).



El hecho es que aquí supo demostrar su gran valía como actor dando vida a un despiadado y psicótico gángster que a lo largo de toda la película logra fascinarnos. Escenas como el ataque de desesperación que sufre en pleno comedor de la cárcel son una clara muestra de su enorme talento, secuencia en la que se guardó en secreto lo que iba a pasar y se puede ver la enorme sorpresa en la cara de los extras que no dan crédito al ver el ataque que sufre Cody. El actor visitó años atrás un manicomio y de allí sacó algunas ideas para ese momento. Su personaje no se entendería sin el de su madre (Ma Jarrett), interpretado magníficamente por Margaret Wycherly, que aquí se nos presenta dominadora ejerciendo un control total sobre su hijo, agravando si cabe sus problemas mentales; junto con Cagney la mejor de la película gracias al gran magnetismo que transmite.



Los otros personajes principales también destacan por la intensidad de sus interpretaciones, muy bien Virginia Mayo encarnando a Verna, la mujer de Cody, en un papel de mujer independiente, dura y grosera, que se alejaba del arquetipo de mujer del cine clásico que imperaba en aquellos tiempos, por lo que hoy en día más de 60 años después de rodarse, sigue teniendo una gran vigencia. De igual forma Steve Cochran como Big Ed, importante miembro de la banda y que da mucho de sí a lo largo del film.
La historia cuenta con un gran guión que merecidamente fue nominado a los Oscar, basado en parte en la vida del delincuente Arthur Doc y de su madre Ma Barker, que de la mano del director Raoul Walsh (con quien Cagney ya rodó la estupenda Los violentos años veinte) logra imprimir un perfecto ritmo a lo largo de todo el metraje, sin decaer en ningún momento, consiguiendo grandes escenas para el recuerdo (el asalto al tren, el seguimiento del camión, el tiroteo de la planta química o la del comedor de la prisión por enumerar algunas). Además como curiosidad comentar que podemos disfrutar con un sistema de localización que actualmente nos puede parecer de risa, pero que desborda inventiva e interés, un buen precursor de lo que hoy es el GPS, no os lo perdáis. También algunos travellings en las persecuciones de coches que me han parecido muy avanzados por la época y dotan de velocidad y credibilidad estos momentos.
Un gran clásico que merece nuestra atención para descubrir uno de los films de puro cine negro y gángsters más completos que ha llegado a dar el cine, el cual no ha envejecido ni un ápice y que pone de manifiesto lo grande que era el cine de aquellos años, con tipos duros interpretados por los Bogart, Edward G. Robinson, Paul Muni y como no, por James Cagney, que aquí está que se sale.



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