domingo, 1 de enero de 2012

MALAS TIERRAS (1973)

Nebraska, 1958. La pareja formada por Charles Starkweather, de 18 años y Carol Ann Fugate, de 14, cometerían los asesinatos más atroces que aún se recuerdan en los Estados Unidos. Según cuentan, Charles era un chico inestable que no tuvo una infancia normal, ya que estaba repleto de inseguridades y no conseguía escapar de su mediocridad escolar. Tras ver el film "Rebelde Sin Causa", se obsesionó con la figura de James Dean hasta tal punto que llegó a emular su peinado, sus andares e incluso la manera de hablar. Enamorado perdidamente de una niña de apenas 13 años, Carol Ann, y repudiado por la familia de ésta, un día los mató a sangre fría y comenzó su deplorable andadura (disparó a la madre, al padrastro y acuchilló a su hermanita Betty, de tan sólo 2 años de edad, para luego enterrarlos en el jardín).
Carol, superada por las circunstancias, le acompañó en su huida a través del estado y colaborando con el resto de asesinatos, disparando a quién se interpusiera y cobrándose la vida de un total de 11 personas.
Este caso verídico fue suficiente inspiración para un joven Quentin Tarantino, que escribió la historia de un film dirigido por Oliver Stone llamado "Asesinos Natos" (Natural Born Killers, 1994), donde relataba la huida similar de un par de adolescentes.
En esta "Malas Tierras", ópera prima de un recién graduado por Harvard Terrence Malick, la historia se relata desde un prisma diferente. Aquí, Kit Carruthers (Martin Sheen), es un basurero de 25 años que se enamora de Holly (Sissy Spacek) de 15 y mata al padre de ésta por no aprobar su relación, comenzando así su agitado viaje a ninguna parte.
La trágica huida les llevará a lugares recónditos obligándoles incluso a esconderse en las montañas, donde su situación siempre se irá complicando cada vez más a causa del inestable carácter de Kit, que a base de engaños y de la ceguera enamoradiza de Holly, se irá saliendo con la suya.
Con un futuro incierto en sus vidas y una tormentosa relación que va tocando fondo, la pareja deberá saldar sus cuentas con la justicia para así, afrontar el destino que se han labrado, convertirse en criminales prófugos sin una causa que lo justifique, como su adorado James Dean.


El film ofrece diferentes aciertos dignos de mención, como unas poéticas imágenes cargadas de personalidad cinematográfica acompañadas de una música del todo variada y disfrutable, muy adecuada para una historia repleta de giros imprevisibles.
Profunda y sosegada, estamos ante un film que no cae en el error de repetir clichés, nada afectada de artificios y libre de cualquier esclavitud fílmica propia de trabajos de iniciación como les ocurre a muchos cineastas.
Aquí, Terrence, consigue crear un ritmo narrativo muy identificativo, como veremos en sus posteriores trabajos, creando una sucesión de secuencias ricas en matices sugestivos y apreciables para cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad hacia las imágenes.
Consigue de esta manera, la que podría ser la road movie más inteligente (rozando la pedantería para algunos, imagino) que jamás haya tenido el cine, aproximando la atroz historia de estos dos indeseables al terreno de la empatía humana, redibujando su destino y endulzando sus actos, imperdonables, pero proyectados a un campo sensitivo muy loable. Las actuaciones de ambos protagonistas es notable, si bien Spacek parece tener su estela vagamente apagada por el perfecto trabajo de Sheen, que encarna a un triste imitador de Dean con todas y cada una de las connotaciones tristes que eso conlleva.
Incluso el propio director tiene oportunidad de salir en pantalla, encarnando al hombre que deja un recado a un ricachón en un determinado momento del film. Anécdotas aparte, y como nota discordante, podría argumentar una falta de fuerza en los diálogos en general (aunque hay un par muy divertidos), un sutil mensaje de redención en los acontecimientos criminales (por momentos parece que lo enfoque como una mera gamberrada adolescente, sin ahondar en la gravedad del asunto) o una complejidad argumental libre de interpretaciones (el comportamiento de su compañero en la granja tras el escopetazo).
En todo caso, es un film tan inspirador como estimable, de un cáliz diferencial que suscita al aplauso y que agradezco se haya desviado tanto de lo habitual en este tipo de propuestas. Conmovedora en ocasiones, satisfactoriamente imprevisible y arrebatadora en sus imágenes (ese Kit con el rifle sobre sus hombros como James Dean viendo el atardecer), es un opción muy recomendable para los espectadores más sensibles a las imágenes con vida propia que impregnan a nuestras retinas de algo diferente.





Para los más interesados en la verdadera historia de estos dos, podéis clickar aquí.

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