domingo, 2 de octubre de 2011

¡AY, CARMELA! (1990)

¡Ay, Carmela! fue la película de Carlos Saura que arrasó en los premios Goya de aquél ya lejano 1990, cosechando nada más y nada menos que 15 nominaciones y consiguiendo la friolera de 13 galardones, incluyendo los más relevantes como son el de mejor película, actor, actriz, director o mejor actor de reparto.
Se centra en la historia de Paulino y Carmela (Andrés Pajares y Carmen Maura), una pareja que junto al joven y mudo Gustavete (Gabino Diego), forman un grupo de vodevil cómico que ameniza a los grupos republicanos durante la odiosa Guerra Civil española.
Tras una demostración de sus habilidades conjuntas y hartos de pasar tanta hambre como penurias, deciden robar gasolina a un camión ajeno para poder llegar hasta Valencia, pero desgraciadamente serán capturados y despojados de sus pertenencias por los Nacionales.
En tales circunstancias, donde sus vidas penden de un fino hilo, sólo tendrán una oportunidad de salir con vida de allí; actuando para los Nacionales a las órdenes de un fascista comandante italiano.
Lo que a priori se presenta como una ocasión magnífica para conseguir la libertad se convierte en una declaración de intenciones políticas por parte de Carmela, que ante los atónitos ojos de su compañero, desvelará su antifascismo en el peor momento posible. El film juega con elementos muy diversos, atacando la política de aquella época mediante la comicidad más desenfadada (sólo hay que ver los gases tan famosos de Paulino en sus espectáculos) o la letra de las canciones de la provocadora Carmela, llenas de sátira y mala uva.
El enfoque general se agradece, cómico a la vez que crítico y enriquecido en gran parte por sus actores principales, ya que tanto Andrés Pajares como Carmen Maura firman sus mejores papeles hasta el momento, sinceros y honestos sin ápice de exasperantes sobreactuaciones innecesarias.
Son personas de a pie, simpáticas y sencillas pero atemorizados por el Franquismo que tratan de salir adelante con sus "inocentes" shows, que sin ser nada del otro mundo, obtienen cierta fama meritoria.
Disfrutaremos de un ritmo cinematográfico muy placentero, sin aburrirnos en ningún momento y entremezclando momentos de diferente psicología, desde la risa compartida en un teatro improvisado hasta el fusilamiento en el paredón sin motivo alguno.
Su principal baluarte son los actores como ya he comentado, pero destacaré que ofrece también una bonita historia sin final feliz que, acorde con la situación de España durante la Guerra, se cobró las vidas de los que menos merecían perderla. Saura acerca una situación muy trágica de una manera muy sutil, aumentando nuestra empatía con el maravilloso trío protagonista, que en realidad, era el perfil del español medio, con destinos inciertos y atrapados en un régimen de auténtica frustración personal.
¿Hasta dónde llegaríamos para salvar la vida?,¿Cual es el límite de nuestras conciencias?, son preguntas que pasan por la torturada cabeza de Carmela y que decidirán su futuro para bien o para mal, y donde cada uno tiene su motivo para decantarse hacia el lado que más le convenga. Paulino en cambio es más camaleónico y esconde sus tendencias políticas para salvaguardar la integridad, o el tímido Gustavete, atónito ante todo lo que ocurre sin casi entender nada, es un mero espectador de los acontecimientos.
Secuencias como el fusilamiento en la escuela donde los apresan o la actuación final frente al grupo fascista (las banderas española, italiana y alemana detrás como telón en el teatro producen escalofríos) pertenecen ya a la cultura de la cinematografía española, tintándola de una desgarradora verdad que algunos se niegan a ver y que es necesario recordar, para mostrar el infierno que fue España y el daño que hacen las dictaduras.
Una espléndida filmación que envejece fenomenal y que de una manera muy especial se cuela a través de nuestras retinas para quedarse ahí, en nuestra memoria cinéfila,  recordándonos lo afortunados que somos al vivir con nuestras actuales comodidades sin, a priori, temer por nuestra seguridad en cada esquina.
En conclusión diré que tiene más puntos positivos que negativos, un gran grupo actoral (ver a Pajares fuera de su registro habitual es una experiencia entrañable, ya que demuestra un talento que parecía imposible), un argumento lineal pero efectivo (que no efectista) y un profundo respeto por los caídos en la Guerra, siendo casi una bonita oda hacia ellos.
Me reservo los poquitos puntos negativos de la cinta para no enturbiar ningún visionado, y que la magia que desprende siga atravesando retinas y consciencias.



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