miércoles, 31 de agosto de 2011

CAPERUCITA ROJA (2011)

El cuento de Caperucita Roja y el lobo feroz de toda la vida merecía otra cosa, ya únicamente por respeto a un clásico. También es culpa mía, ya que debería haber observado que la culpable de esta adaptación cinematográfica es Catherine Hardwicke, la responsable de la primera Crepúsculo, dato muy doloroso y que conlleva una pastelosa relación amorosa con un trasfondo fantástico en todos sus films, esta vez, jugando de nuevo con la licantropía.
Me dejé convencer por su envoltorio engañoso, por su fotografía a lo "fantastique" y por ese Gary Oldman que con sus camaleónicas interpretaciones siempre me acaba por convencer. Escogí esta cinta sin consultar casi críticas, pese a conocer su fugaz paso por nuestros cines sin pena ni gloria.
Sabía lo que me iba a encontrar a medias, pero la balanza se decanta hacía lo descartable una vez más.
No desvelaré nada en concreto, pero Catherine sitúa la famosa fábula en un pueblecito amenazado por un lobo que durante muchísimo tiempo siembra el terror. Entre insoportables jugueteos amorosos, nuestra protagonista Valerie (hermosísima Amanda Seyfried) se ve forzada a contraer matrimonio con un chico que no ama, abriendo las puertas a una deplorable trama juvenil muy lejana a mi interés, ya que sólo me atraía el lobo y sus atrocidades.
Al no poder darle caza, esperarán la llegada de un verdadero experto, Solomon (Oldman, lo mejor del film sin dudarlo, y muy lejos de su mejor momento) que en base a su experiencia con hombres lobo tratará de eliminarlo con su séquito de ayudantes negros (no entendí eso, sinceramente).
La aparición del lobo complicará las cosas, ya que mediante un truco mental consigue hablar con Valerie, considerada entonces una bruja por todos los inspirados pueblerinos. Solomon está convencido que el hombre convive con ellos con naturalidad durante el día y se transforma en el temible lobo de noche, lo que llevará a una desconfianza total entre los habitantes del poblado hasta desvelar el intrigante misterio.Tratando de no ser condescendiente escribiré datos que me han causado vergüenza ajena y que necesito volcar aquí.Para empezar, este hombre lobo no puede entrar en sitios sagrados, iglesias,etc...primera puñalada trapera, ya que ahora resulta que es demoniaco o creyente, quién sabe.
En segundo lugar, el poblado está nevado constantemente y en abundancia pero hay decenas de escotes, mangas cortas y ciertas dosis de carencia friolera en el lugar, detalle que me causó un dolor semejante a un puñetazo en el costado.
En una lamentable secuencia digna de los peores momentos del cine romántico, Valerie se lo monta con su novio engreído pero fiel (puaj), en un pajar...¡¡¡ con fuegos dentro !!! y sin que arda la paja o la madera, un despropósito imperdonable y del todo insultante.
El lobo es calcado a los lobos de Crepúsculo, acabando por completo con mi entrega intelectual aplicada a la cinta hasta el momento. Los diálogos, las acciones o algunas secuencias en teoría pretendidamente terroríficas (el ataque en la cueva) son tan pastelosas que dan risa.
Si algo bueno puedo destacar es que sin duda, el público adolescente le conseguirá ver el encanto (que me expliquen cómo) y algunos trucos de fotografía de vez en cuando logran su cometido, como ese sueño de Valerie arrastrando el vestido por la nieve o parajes de cuento bien dibujados.
A un servidor le ha causado estupor cinematográfico y me contengo para no soltar improperios mayores, ya que mi enfado es de órdago.
Una opción tan prescindible como la cuarta parte de Scooby-Doo y tan tristemente enfocada que si fuera por mí, jamás le volvería a dar una cámara a esa Catherine Hardwicke. He dicho.

martes, 30 de agosto de 2011

THUMBSUCKER (HACIENDO DEDO) (2005)

El cine independiente se me antoja como probar un zumo de frutas tropical de vez en cuando, de entrada apetecen sensaciones diferentes y poco comerciales, pero te la juegas si se pasan con el maldito mango. El caso que hoy propongo contenía demasiado mango, siendo sutil.
La trama tiene tarea. Nos presentan a un joven norteamericano deprimido e inadaptado (los hay en masa cruzando el océano al parecer) que a sus 17 años aún se sigue chupando el pulgar, literalmente.
Su vida se ve afectada por ese motivo, ya que es incapaz de sincerarse con las chicas, de llevar una relación normal con sus padres o confesárselo a su dentista, que a su vez, es más parecido a un psicoanalista.
                                                                                                        La hipnosis parece que tiene su efecto, atenuando ligeramente su causa pero ocasionando otros trastornos. Aconsejado por el profesorado, comienza un tratamiento con fármacos que desatarán la inteligencia oculta del alumno, y se transformará de repente en el líder del grupo de debate, siendo un verdadero fenómeno.
Las consecuencias de ese cambio le harán entender que las cosas siguen realmente igual y que su problema siempre le perseguirá, en forma de chupa pulgares o de cualquier otra manía. Personalmente me sobran algunos actores del reparto que me incitan al insulto, como es el caso de Keanu Reeves (absolutamente innecesario) o Benjamin Bratt, un actor que me desconcierta por lo pésimo que resulta. El film cuenta con un personaje principal bastante acertado, regalándonos expresiones entre divertidas y dramáticas del todo curiosas, pero se ve envuelto en un sinfín de giros de guión sufridamente interesantes y algo necios que nos quiebran la atención. Un film independiente sustentado en una idea pobre, un poco delirante, sí, pero que no acaba de funcionar como pretendía.
Ni salvando secuencias logradas como cuando entran en debates escolares o comparte momentos con su hermano pequeño son suficientes para que seamos capaces de aguantar a un descolocado Vince Vaughn que no alcanza a deshacerse de su papel humorístico para dramatizar lo más mínimo, siendo un engorro y entorpeciendo aún más el film.
No me ha provocado nada en ningún sentido, y salgo tan desencantado de la película que soy incapaz de recomendarla a nadie por nada en especial. Por cierto, tildada de comedia, poco encontraremos de ella, tal vez la situación alocada de su protagonista y su pulgar, que tristemente, son lo mejor del film.

lunes, 29 de agosto de 2011

LA CLASE (2008)

La clase es una versión bastante más refinada y mucho más europea de aquella "Mentes Peligrosas" de Michelle Pfeiffer. El guión es la piedra angular de este tipo de propuestas, y cuando se descubre endeble, hace aguas por todos lados, como ocurrió con la comentada Mentes Peligrosas, que únicamente destacó por el sampleado de Coolio a Stevie Wonder.
Aquí, seguiremos a François, un joven y aplicado profesor de lengua de un complicado instituto de los suburbios de París. Sus alumnos son de etnias muy dispares, de pensamientos bastante diferentes y con edades muy difíciles, comprendidas entre los 14 y los 16 años.
Su día a día en clase resulta una lucha continua contra esa nueva ola de juventudes, chicos y chicas inadaptados, con desestructuración familiar y serios problemas de identidad, que le conducen a los eternos debates sobre religión, educación, disciplina o respeto, llevando a François al límite de sus capacidades docentes.
Sus conversaciones con Esmeralda, Khoumba o Souleymane son duras y tensas, con insultos y faltas de respeto mutuas, a veces con finales esperanzadores, y otras veces con drásticas decisiones. En conjunto la película está rodada con bastante inteligencia, con un alto grado de realismo y según parece, con un destacable rigor cultural francés, plasmando a la perfección las tendencias de la juventud parisina. Una lección más para nosotros (adultos, se entiende) que para esas criaturas afectadas de soledad e incomprensión, cuyas frustraciones se convierten en las nuestras al no encontrar la clave ni la manera de abrirles la mente y hacerles descubrir sus capacidades ocultas, despertar su confianza y que lleguen a ser algo en esta vida. Un visionado igual de duro y tedioso para el espectador, que inmerso en esa clase de instituto, se debate interiormente en qué posición estaríamos ante tal problema o cómo nos enfrentaríamos a los conflictos que van surgiendo durante la proyección. Una cinta larga, complicada y que abre un inagotable fondo de debate socio cultural trasladable a cualquier país, aplicando la misma fórmula y siendo un problema aún sin solucionar en la mayoría de colegios e institutos. La soberbia interpretación del protagonista principal es fundamental para la comprensión del film, añadiendo a su caracterización una fantástica dosis dramática digna de elogio. El equipo de adolescentes que le secundan es del todo acertado, despertando en nosotros todo tipo de reacciones, desde el desprecio a según qué comportamientos, hasta la admiración hacia otros.
Una muy buena película, repleta de matices culturales y propia de un estudio sociológico, ya que provoca un profundo análisis sin decantarse por ninguno en concreto, siendo sabiamente arbitraria.
Si algún "pero" le sacamos es simplemente que su duración no es fácil (128 minutos), que su realismo puede llegar a agobiar y que su contenido no interese por igual a según qué público, pudiéndosele achacar cierta insistencia para criticar al sistema educativo francés.

domingo, 28 de agosto de 2011

LA LEGIÓN DEL ÁGUILA (2011)

Este Peplum descafeinado no pretende ser riguroso históricamente (he leído que hay decenas de fallos temporales y culturales) pero tampoco nos castiga con petulancia cinematográfica. Un film que ha pasado casi inadvertido por nuestras salas y que según parece, no ha pretendido llamar mucho la atención.
La historia nos traslada al Siglo II D.C, donde el legionario romano Marcus Aquila (Channing Tatum), tras demostrar sus dotes de mando y su impetuoso valor, queda gravemente lesionado y relevado de su cargo con honores. Al convivir con su tío (Donald Sutherland, lo mejorcito del film) denota que su linaje continúa con deshonores debido a la fallida misión de su padre, fallecido hace tiempo y recordado por perder el valioso estandarte romano de la legión novena.
Junto a su nuevo esclavo celta Esca, partirán en busca de la recuperación no sólo del estandarte perdido, sino del honor de su linaje.


La película en cuestión, pese a sufrir muchos bajones constantemente, se las ingenia para reflotar cada cierto tiempo y mantener el interés más o menos dignamente. No es significativa cinematográficamente hablando, ya que representa el típico producto coetáneo que tanto hemos visto ya, pero sí encontraremos trazas de buen cine rozando la épica en algunos momentos del film. Para empezar, el protagonista (Tatum) no está todavía preparado para afrontar un papel de esta índole, resultando poco creíble como legionario, tan guapete e imberbe él. Su peculiar Sancho Panza, o sea, su esclavo escudero, tampoco resulta el adecuado, pero conoce trucos para intentar convencernos, con un nivel actoral por encima del de su compañero. Lo más impactante del asunto es que pasados veinte minutos, no logra entusiasmarnos con su cometido, ya que no podemos compartir su desazón por ese estandarte perdido, que a nosotros, sinceramente, el asunto tampoco nos parece tan grave. Esforzándonos en comprender sus intenciones y acompañándole en su aventura, puedo decir que está por debajo de producciones sobre romanos en busca de su verdadera identidad, pero está filmada con gracia e incluso algunas secuencias son entrañables (ese grupo de bárbaros decapitando soldados ante sus muros).
Como ya he dicho, fui incapaz de compartir sus problemas, e incluso me parecía caprichoso e ingenuo adentrarse en ese peligroso periplo únicamente para recuperar ese objeto. Desde otro punto de vista, no me ha incomodado con historietas románticas (no hay nada de nada) y los parajes escoceses endulzan nuestra degustación cinéfila hasta hacerla incluso disfrutable.
Argumentalmente es plana, narrada con oficio pero sin llegar a nada épico, y que visto su final, eso parece que pretendía.
Lo dicho, un peplum nada riguroso históricamente pero que se salva del insulto gracias a colaboraciones de lujo (Sutherland) o escenas con buena técnica y cuidado fílmico, pero poco más.

sábado, 27 de agosto de 2011

A TODO GAS 5 (FAST & FURIOUS 5) (2011)

Para nada soy un seguidor de las películas de coches tuneados con óxidos nitrosos y llantas cantonas, pero algo en el aire me decía que esta vuelta de tuerca a la saga Fast & Furious me podía sorprender satisfactoriamente. Confieso que he visionado las cuatro anteriores, y que he visto desfallecer progresivamente la adrenalínica saga año tras año, pero debo alegar a su favor que por una vez, la quinta parte es tan "significativa" como la primera, sino más.
Si aquella A todo Gas de hace una década se le puede otorgar cierta dosis de personalidad cinematográfica (aunque estuviera orientada a un público concreto), ha necesitado 4 entregas más para volver a recuperar aquella fórmula con igual o mejor resultado.
                   Tras la fuga de Dominic Toretto (Vin Diesel) de la cárcel gracias a las habilidades de su hermana Mia y el ex-policía Brian O'Conner (Paul Walker) y perseguidos por las fuerzas de la ley, huyen estado tras estado traspasando fronteras hasta llegar a Río De Janeiro.
Atrapados en Río, aceptan colaborar en un negocio que acaba resultando turbio, y por si fuera poco, un poderoso mafioso brasileño anda de por medio. La policía decide contar con los servicios del agente federal Hobbs (Dwayne Johnson), que con sus métodos más bien poco ortodoxos les pisa los talones de manera incómoda. Tras reunir a un equipo de profesionales de toda índole (entre ellos, Ludacris, Tyrese, Don Omar o el coreano Sung Kang ) se preparan para dar un golpe definitivo que les permitirá retirarse de una vez por todas e incluso tratar de limpiar sus nombres ante la ley. No os quiero engañar, es lo mismo de siempre pero con un más difícil todavía. La primera parte del film no necesita presentación de personajes y va directa al grano, hecho que se agradece. La secuencia de las persecuciones por las favelas es estupenda, digna de films de mayor entidad y sin acrobacias imposibles (exagerando la realidad pero manteniendo la lógica), que lamentablemente chocan con otras escenas (el tren y sus explosiones) que de tanto tiroteo me acabaron casi por desconectar. La presencia de "The Rock" es de agradecer, y es que en mi opinión, tiene un carácter carismático que le sienta divinamente al film. Por contra, el personaje de Elsa Pataky vuelve a contrarestar la balanza a tablas interpretativas (esta chica sólo me gustó en Ninette). Tanto Diesel como Walker solo se dedican a poner caras de enfado y sorpresa pero sin ápice de sentimiento actoral creíble y por esta razón, el apartado interpretativo sale malparado de mi análisis.
La idea argumental de la segunda mitad, con el robo en una comisaria de policía me ha tenido bailando de interés, seguido de una de las mejores escenas de "coches persiguiendo a coches" (siempre me cansan) que he podido ver últimamente. La manera de sacar el dinero del lugar me ha parecido muy original y la secuencia que menciono, la mejor de la saga, sin duda.
El único problema es su envoltorio prefabricado, adornado con música machacona, ruidos de motores en exceso y chabacanería chulesca del todo agotadora. Quitándole esa parte de grasa al film, ha estado sabroso, en su punto y con una buena guarnición.
Puedo pregonar y pregono que es la mejor de la saga, y que el rumbo que toma, aún siendo demasiado parecido a las Mission:Impossible de Cruise, es digna de aplauso, con garantías de buena acción y grandes efectos especiales.
Anunciada ya su sexta parte para el 2013, sólo puedo decir que visto dónde y cómo termina esta, deberían plantarse con esta mano y no seguir jugándosela.

viernes, 26 de agosto de 2011

AIR DOLL (MUÑECA DE AIRE) (2009)

Que una muñeca hinchable cobre vida es, de entrada, un tema que me llama la atención. Si además sucede en pleno Tokyo, no cabe duda que contiene elementos de sobra para mantenerme pegado a ella. La situación es justamente esa, un ciudadano japonés de mediana edad tiene como acompañante a una muñeca hinchable llamada Nozomi que inesperadamente cobra vida y descubre un mundo nuevo.
El film pretende ser un canto a la vida, una situación surrealista que nos obliga a entender realmente lo importante en nuestras vidas, a valorar detalles básicos que ella descubre por primera vez y que siguen teniendo una magia especial, aunque nosotros ya no se la sepamos ver.
El transcurso del film es pretendidamente lento, logrando unas imágenes llenas de poesía y de una belleza muy elegante, por desgracia alejada del ojo occidental, que la puede considerar tediosa e incluso aburrida.
En cualquier caso, la idea del film es tramposa. Considerando que hubiese podido funcionar igual de bien con un maniquí, un muñeco de trapo o incluso con un jarrón con ojos, el director se las ingenia para despertar en el ojo masculino un aliciente sexual.
La muñeca hinchable ha sido una elección trampa debido a que el sexo no interviene apenas, y la frustración por la escasez de escenas tórridas nos deja confusos, a la espera de que ocurra algo subido de tono. A mi entender, lamentablemente es para todos los públicos.
Yo hubiese agradecido el mismo mensaje pero con más influencia sexual, ya que es el verdadero timón de cualquier sociedad, incluida la japonesa.
Las escenas para el recuerdo son varias, como cuando ella descubre su caja original y mira su precio, cuando sufre un corte y se va desinflando rápidamente, el descubrimiento por parte de su dueño de su vida paralela, o sobre todo, cuando entra en su juego amoroso intentar desinflar a su amante (escenas llenas de esplendor asiático).
Seguramente sea mejor interpretada en tierras niponas, donde tendrá más lecturas que aquí, pero yo me quedo con ese encanto inocente de su protagonista (aunque la actriz no me acabe de convencer), ese contraste entre lo real y lo irreal y la capacidad de mostrarnos con conceptos primarios los elementos más despreciables de la sociedad actual.
También que parte de la acción suceda en un videoclub japonés, con comentarios cinéfilos incluidos convierten a esta película en una experiencia, como mínimo interesante y agradable a la par de disfrutable si se sabe cómo.
Con eso me quedo, con las sanas intenciones del director, que jugando sus simples cartas, ha creado un bello cuento de hadas repleto de ternura y sofisticación oriental, sin entrar en la ofuscación cultural.

miércoles, 24 de agosto de 2011

MATINEE (1993)

En plena crisis con los misiles cubanos, un cineasta de películas de terror de serie B llega a Cayo Hueso, Florida, donde hay una base naval americana, para estrenar su nuevo film Mant, medio hombre, medio hormiga.
Incorpora novedades dentro del espectáculo cinematográfico, como el Rumblerama (aquí lo llaman Retumbarama) o el Atomovisión, que intentan meter (literalmente) al espectador dentro de la película.
Sus métodos son provocar pequeñas descargas en los asientos en momentos clave de la película, firmar un documento antes de entrar a ver el film por si falleces de miedo, hacer coincidir explosiones reales con las de la proyección o simplemente, hacer entrar en escena a un verdadero hombre con cabeza y manos de hormiga.
El cineasta en cuestión es Lawrence Woolsey, un showman de Hollywood que aprovecha el temor por un posible bombardeo a la ciudad para provocar terror de verdad, yendo más allá de lo que la gente espera.
Claramente inspirado en William Castle, un cineasta muy peculiar que emulaba a Hitchcock con su puro y su silueta, además de por garantizarse sus cameos en todos sus films. Responsable de grandes películas como House on Haunted Hill (1959) o The Tingler (1959) ambas con Vincent Price y que inventó justamente el truco de las descargas, lo llamó Tingler.Joe Dante supo dirigir con soltura este tributo a las cintas de terror de serie B de los 50 donde, por desgracia, tampoco faltan los romances adolescentes.
La historia del director Woolsey es interesante, irónica y sobriamente interpretada por un inspirado John Goodman, pero se ve rodeado de pequeñas tramas de menor calibre enfocadas para un público más tiernecito.
Las relaciones del grupito adolescente sobran, sobre todo la del poeta ex-novio de la chica que acaba organizando el desmadre, o la chica defensora de los derechos humanos, inclasificable de paliza que llega a resultar.
Aún entorpecida por estas subtramas, la película sostiene el encanto y me declaro defensor de su causa, al intentar unir a un público adolescente con un tipo de cine gratificante de re-descubrir, procurando ofrecer al espectador de los 90 una dosis de alegría y terror fantástico de aquella época. Detalles destacables hay varios, ya que es un constante homenaje a esos años (que me encantan, como habéis podido observar) y nos regala escenas como esa película dentro de la película, Mant, donde surgen actores míticos de aquellos días como Kevin McCarthy o cuando los niños escuchan a escondidas vinilos con "improperios" considerados fuertes en la época de los 50. La aparición de Dick Miller ya no es sorpresa en las películas de Dante (¿saldrá en todas?) y los guiños cinéfilos campan a sus anchas en esta encomiable filmación que no traspasa nuestra retina pero si se acomoda en nuestras mentes con facilidad, dejándonos un sabor tan agradable que con el tiempo repetiremos.
Me declaro defensor de la idea de aproximar al público a la película, y creo firmemente que el siguiente paso después del 3D (aún sin conseguir, según mi opinión) será el de meternos de lleno en la situación que proponga el film, como bien aventuró William Castle hace tantos años.
Matinee pues, es una película que cada uno valora según su bagaje, ya que si no disfrutas ningún homenaje, te parecerá incluso ridícula.



martes, 23 de agosto de 2011

PUMPING IRON (1977)

Documental ya mítico sobre el mundo del culturismo (de competición) que año tras año ha ido ganando tantos adeptos y seguidores que ha llegado incluso a convertirse en una pieza de auténtico culto especialmente para el público entregado a la disciplina del hierro. Todo comenzó a mediados de los 70 cuando George Butler, un fotógrafo británico, decidió documentar el mundo que encerraba el culturismo y sus entresijos, pero se topó inesperadamente con un personaje de un carisma inconmensurable, Arnold Schwarzenegger.
En primer lugar siguió de cerca el certamen de Mr. Universo de 1975, donde Ken Waller nos enseñaba cómo distraer la concentración de sus rivales escondiéndoles las camisetas (el pobre Mike Katz aún la está buscando) y acabar ganando la prestigiosa competición no únicamente gracias a su imponente físico, sino también debido a su estrategia competitiva.
El sorprendente montaje del film consigue intercalar historias muy personales, como la de Arnold, un chico austríaco de 28 años (1,88 y 109kg) que ya tenía sobre sus hombros cinco Mr. Olympia (el torneo por excelencia que creó Joe Weider donde sólo participan los mejores) y que ese año pretendía conseguir su sexto consecutivo.
Lou Ferrigno, un chico de Brooklyn que mediante el culturismo escapó de sus frustraciones, ya que era el nerd con problemas de audición que acabó siendo el Increíble Hulk y que resultaba el culturista más grande hasta la fecha con sus 125 kg en 1,95 de estatura, o el italiano Franco Columbu, un halterófilo / boxeador con un récord Guiness a sus espaldas, pues era capaz de reventar una bolsa de agua caliente inflándola con sus propios pulmones.
El seguimiento de sus entrenamientos hasta desfallecer (sesión de sentadillas completas entre Arnold y Ed Corney, legendaria), su alimentación, sus objetivos y sus capacidades de auto superación son perfectamente recogidas en este documental independiente que rescató la sub-cultura del body building hasta hacerla llegar al gran público (su estreno en Cannes fue pletórico). Desde los memorables títulos de crédito iniciales, donde Eugene Sandow aparece en pantalla para mostrar el culturismo de principios de siglo hasta el final del film, nos veremos absorbidos por el contagioso carisma de Arnold y su perspicaz modo de ganar la competición, con una asombrosa seguridad en sí mismo y una casi petulante manera de competir, llegando incluso a la trampa para hacerse con el título. Su carácter ganador y su genética superior le facilitan su arrolladora personalidad, y ejemplifica el ingenuo "american dream" que muchos persiguen a ciegas y que en este caso él sí consiguió. Con sólo observar su llegada al californiano Gold's Gym y como logra acaparar las miradas de todo el mundo presente nos podemos hacer una idea de su desbordante presencia, despertando una mezcla de envidia y admiración que incluso nos motiva a entrenar duramente a nosotros, acomodados espectadores. Su capacidad de intensidad en los entrenamientos forma parte de la historia del culturismo, y aunque actualmente haya decenas de monstruos más fuertes que él, nadie ha combinado tan bien estos elementos; la genética, el carisma y la citada intensidad en los entrenamientos, motivada por una auto suficiente capacidad para el esfuerzo y superar los límites personales.
La parte final de film muestra como todos los mejores culturistas se desplazan a Pretoria (Suráfrica) para competir en el Mr. Olympia de 1975, dividido en dos categorías, por debajo y por encima de 90 kg.
Seremos testigos del mejor posador de todos los tiempos (Ed Corney), del frustrado campeón francés Serge Nubret (se comenta que hubo una artimaña por parte de Joe Weider para que no llegara en buena forma física, ya que lo consideraba un rival demasiado fuerte para Arnold) y de las explicaciones de Schwarzenegger acerca de sus estratégicas formas de competir.
Un excepcional film que recoge como ninguno la época dorada de esta disciplina deportiva que tan dividido tiene al público, que como bien dice Arnie, hasta que no se conoce, no se entiende.
Destapando mi parte más objetiva puedo advertir una falta de ritmo allá por la mitad de la cinta, donde la atención se enfoca más en competidores de menos interés, como Mike Katz o Ken Waller, o la falta de aliciente que puede tener si no eres un amante del género.
También la trama que nos quisieron colar entre medio, como la sospechosa pasividad de Arnold ante la muerte de su padre (en realidad, fue a verlo antes de morir) o ciertos toques de guión tramposo ensucian un poco el global, pero que con el tiempo, acaban resultando graciosos y todo.
En todo caso, las aspiraciones del ser humano, sus distintas capacidades y caracteres (evidenciado por el contraste entre Lou y Arnold, la cara y la cruz), y la conquista de tus sueños son suficientes excusas como para darle una oportunidad a esta película documental. 35 años después mantiene intacta su capacidad de magnetismo y sigue animando y motivando a millones de deportistas a conseguir sus objetivos, hecho que resulta insólito en el mundo del culturismo y que debe ser merecidamente reconocido. La edición en DVD de su 25 aniversario (circuló varios años en VHS en condiciones underground) es realmente aconsejable, ya que recupera metraje inédito, un documental sobre Schwarzenegger y recoge el momento de re-agrupación muchos años después de todos los protagonistas, con un Arnold ya Gobernador llegando a lo grande.
Actualmente algunos ya no están entre nosotros, como Serge Nubret, en coma desde marzo de 2009 y recientemente fallecido el pasado 19 de abril de 2011.
En resumen, un espléndido film, ya de culto, que agrupa a una generación irrepetible de deportistas y que consiguió plasmar la magia de esa época, siendo un verdadero tesoro para el que aquí escribe.
Acabaré mi escueto análisis con una frase de Arnold en la película que lo define todo : -Para mí, es tan satisfactorio como un orgasmo- lo dicho, no perdáis más tiempo y haceros con ella.

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