jueves, 2 de junio de 2011

EL VUELO DEL NAVEGANTE (1986)

Una década, la de los 80, es especialmente entrañable. Nos dejó esa serie de películas míticas, que aunque todos sepamos sus condicionantes cinematográficos, nos entusiasmaron y marcaron por igual. Realizaciones como Los Goonies, Cazafantasmas, Regreso al futuro, Indiana Jones, Gremlins y un larguísimo etcétera, fueron nuestro alimento cinéfago desde pequeños, y el cariño hacia ellas no parece agotarse. En mi búsqueda de títulos ochenteros algo olvidados, me tropecé con esta "El vuelo del navegante", una producción de 1986 que contiene todos los elementos de la década y que recordaba muy lánguidamente, así que decidí recuperarla.
La emblemática nave








Nos cuenta la aventura de David, un niño de 12 años que allá por 1978 se hace cargo de buscar a su hermano pequeño por un bosque (1 km de caminata peligrosa por un bosque frondoso y tenebroso, lo más normal del mundo) y que por ser curioso tropieza y queda inconsciente. Al despertar, para su sorpresa, han pasado 8 años y todo ha cambiado, sus padres y su hermano han envejecido, ya no viven en la misma casa, etc... en cambio, él, no ha cambiado en absoluto. La NASA a su vez descubre un objeto volador no identificado (vale, un OVNI) que hace pensar en similitudes con la desaparición inexplicable del chico. Al recluir al chaval en sus instalaciones, David descubrirá que ha sido abducido y llenado de información cartográfica espacial, y que se ha convertido sin quererlo en el navegante de dicho OVNI..


La película combina factores de contraste importante (no hay que olvidar que es de Disney) ya que los fascinantes primeros 20 minutos son propios de una obra de culto, transmitiendo intriga, guiños al cine fantástico muy acertados y ocasionales señales de maestría argumental. Tras esos excepcionales minutos, las expectativas estaban muy altas, y es ahí cuando cae en picado absoluto y se convierte en una más de las familiares y tontorronas entregas fantásticas de la odiosa Disney (solo es odiosa cuando cursilea con estilos así, se me entienda). Tratando el tema con simplonería y esa inocuidad tan detestable, pura farsa. La relación de la nave MAX con David es de risa, una mente extraterrestre superior (le recibe en búlgaro, no en lenguaje alienígena) acaba hablando como un niñato de colegio al que daríamos collejas sin parar.
Sarah Jessica Parker, en un pequeño papel
El director Randal Kleiser, autor de Grease, se auto homenajea constantemente, usando la música del mencionado título o hablando de sus realizaciones más acertadas, como Starsky & Hutch. Los efectos especiales no son nada del otro mundo pero podríamos perfectamente hablar del precioso diseño de la nave, creada con buen gusto y siendo muy creíble, a mi entender (existe una a tamaño real en los estudios Disney de Florida). También me gustaría comentar que es la primera producción Disney que usa palabras malsonantes, al decir -mierda!- en un par de ocasiones, (así me gusta, siendo atrevidos).
La nave, aparcada en Disneyland Orlando
Basta destacar que al situarnos en esas épocas y degustar este tipo de trabajos, no queda otra que constatarlo como un homenaje familiar al cine extraterrestre tan de moda en los 50, y considerarlo un digno ejercicio de cine para jóvenes, sin necesidad de atacarlo fílmicamente, sino todo lo contrario.
Mi puntuación arriba no deja de ser una extraña combinación de cariño, objetividad y fascinación por ese comienzo tan bien estructurado. Marc, la Martina deberá visionarla cuando tenga 6 u 8 años, es necesario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...