martes, 17 de mayo de 2011

PLEASANTVILLE (1998)

Pleasantville es una serie de televisión de los años 50 donde solo se respira pureza, tranquilidad y orden, y que cuenta con un buen puñado de seguidores. David (Tobey Maguire como de costumbre, insulso) es un fiel espectador que conoce todos los entresijos de dicha serie y que piensa engullir la marathon que se celebra esa noche. Su hermana Jennifer (Reese Whiterspoon algo más inspirada que su compañero) tiene otros planes junto al guaperas de turno de su instituto.
A raíz de una pequeña discusión donde rompen el mando a distancia, se presenta en su casa inesperadamente un señor que dice les arreglará el problema. Casi sin darse cuenta, se verán encerrados dentro de dicha serie, todo en blanco y negro y protagonistas absolutos de la misma, sin que nadie repare que nunca habían estado allí (de hecho, serán los hijos de los Parker absorbiendo la identidad de éstos). Allí comenzarán a experimentar un mundo muy especial, donde las canastas siempre entran o los libros están todos en blanco y donde además nadie ve más allá de su pequeño pueblo (en realidad, nadie sabe que hay más mundo después de pleasantville). La entrada de David y Jennifer desestabilizará la armonía del pueblo y cada vez que alguien se salga de lo establecido se verá coloreado, convirtiéndose en un grupo de repudiados sociales y creando altercados del orden. Comenzará el sexo (divertido Paul walker), el arte (pesadisímo Jeff Daniels) o los juicios de valores entre grupos de color, una clara referencia de conflicto racial y opresión social.
De principio a fin me pareció original, creando un mundo nuevo que juega con lo clásico y lo novedoso, quizás acercando a nuevas generaciones el contrapunto del cine de antaño, trayéndolo con cariño y buen pulso. Lo mejor de la cinta es sin duda su premisa, interesante y bien concebida, pero lamentablemente se ve fuertemente afectada por su dilatado metraje que obliga a bostezar antes de que nos demos cuenta.
A mi entender, 124 minutos son excesivos, y no sirven para desarrollar nada más en concreto, solo para dar vueltas sobre el mismo tema una y otra vez, que por bueno que sea, cansa.

La recreación de los años 50 está conseguida
Particularmente me gusta más cuando descubren el mundo nuevo (muy simpática esa parte) que cuando alteran su armonía, debido a que se convierte en rutinario y previsible, que es dónde está el mensaje del cineasta sin lugar a dudas, pero donde más me he aburrido.
Tal vez esté un poco sobrevalorada con el tiempo, y pese a conservar matices muy interesantes, acaba siendo simplona y sobre todo, conservadora. Del reparto de secuandarios destacaría un enorme William H. Macy, que logra una expresividad sobresaliente y acapara con sus maneras toda nuestra atención, enriqueciendo un personaje a priori simplón pero regalándonos momentos impagables de tristeza, bochorno, alegría y soledad a partes iguales, siendo el mejor del film para el que aquí escribe.
Resumiendo diré que ha sido un film encomiable y agradable pero a su vez excesivo y demasiado correcto, sin escarbar más en la sociedad actual y su putrefacto estado de salud.
Personalemente el juego del color conviviendo en un film con el blanco y negro tiene sus minutos de gracia, pero se vuelve plúmbeo a los pocos minutos, una de cal... y otra de arena.


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