miércoles, 4 de mayo de 2011

LA TIENDA DE LOS HORRORES (1960)

Seymour es un joven y torpe dependiente de una floristería en un barrio marginal que está a punto de cerrar por sus bajas ventas. Cuando su jefe le anuncia que está despedido, Seymour le dice que está trabajando en una nueva planta que puede ser la nueva atracción de la tienda, les permita captar la atención de la gente y mejorar las ventas.
Agarrándose a esta última oportunidad, Seymour se desvivirá para que la nueva planta crezca y sobreviva.
Su sorpresa llega cuando descubre de que se alimenta la planta y de la capacidad de esta para hablar, presentándosele un dilema entre ceder a las exigencias de la planta o no.
Esta es una cinta menor, hecha con muy poco presupuesto por el maestro del cine de serie B, Roger Corman; se nota que no había dinero para casi nada y casi todas las escenas pasan en decorados de interiores, pero con buen sentido del humor y tirando de saber hacer, nos regala esta simpática obra que con una durada de 70 minutos, cumple con lo que buscaba, un toque de cine de antaño y reírme un poco, tanto con lo que considero aciertos como los puntos en los que creo que cojea, disfrutando de un humor negro irreverente para la época.
Más curiosidades, la idea se le ocurrió a Corman en plena noche de borrachera y se utilizó como escenario un edificio que se iba a derruir en 3 días, por lo que en un día se preparó el guión y en dos más se grabó este pequeño clásico.
Habría un remake en 1986 titulado "La pequeña tienda de los horrores", que superaba en todos los aspectos a la que tenemos entre manos. Mejor actuada, buenos medios, un guión más trabajado, más divertida y dándole un toque musical que incluso a mí, poco amante del género, me parece que es de lo mejor que he visto (hubo también un musical en Broadway).
Jack Nicholson debutando
Aquí en la versión de 1960, la actuación deja bastante que desear, casi parecen aficionados a los que han dado el guión unos minutos antes de actuar (limitaciones del mini presupuesto supongo). El actor que hace de Seymour es muy torpe y cansa un poco que te lo recuerden cada dos por tres haciéndole tropezar con un cubo, una silla o lo que haya por en medio. En cambio otros detalles son de agradecer, como algunos diálogos que destilan un humor negro muy bueno o la madre alcohólica del protagonista que se bebe hasta el jarabe de la tos o la prostituta que acabará siendo una de las víctimas. Una cosa más, aparece un Jack Nicholson jovencísimo, haciendo de masoquista que acude a la consulta del sádico dentista, y que gracias a Corman consiguió hacer aquí su primer papel como actor, solo por ello ya merece verla.

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