jueves, 26 de mayo de 2011

EL TESTAMENTO DEL DOCTOR CORDELIER (1959)

Revisión del clásico El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde por parte de todo un cineasta como Jean Renoir, quien realizó esta adaptación para la televisión. Al más puro estilo de la serie de Hichtcock (Hitchcock presenta), aquí el director hace una aparición en el plató de televisión donde empezará la introducción y narración de la historia como si de una noticia real se tratase, para presentarnos la película.
Esta es una versión bastante libre en cuanto a la situación temporal y física, trasladándola a Francia, donde el personaje será llamado Doctor Cordelier, un prestigioso psiquiatra.
Arrancamos con la visita del Doctor a un amigo suyo, notario, a quien le entrega un nuevo testamento donde pide que todos sus bienes sean legados a un tal Opale.
La sorpesa del bueno del notario será al empezar a tener noticias de que el tal Opale está buscado por la policía por varios delitos, empezando a preocuparse por su amigo.
Cordelier (muy bien interpretado por Jean Louis Barrault) está obsesionado en la naturaleza del alma humana, empezando unos experimentos para poder aislarla como si de algo físico se tratara. Como es lógico, acabará creando una fórmula que le llegará a convertir en Opale, una criatura despreciable, sádica, abusiva y cruel, que quedará liberado de las ataduras sociales para actuar con total impunidad y sin remordimientos, liberando los más oscuros deseos del doctor, quien siempre ha temido esa parte suya pero también tentado por ella.
La caracterización de Opale es buena, buen maquillaje y una actuación un tanto exagerada pero que no queda nada mal al genio de la criatura. Tiene aciertos durante su desarrollo (juega bastante bien con las transformaciones del personaje y la inteligencia del doctor para encubrir todo lo que su alter ego hace mientras está suelto), bien rodada, no hay que olvidar quien estaba detrás del cámara, pero me queda la sensación de que tal vez no era necesaria esta nueva versión, ya que tampoco nos aporta mucho más que las versiones anteriores ya hicieran, pues el tormento, sufrimiento y remordimientos del doctor ya estaban bien explicados, recomendada entre todas ellas
El hombre y el monstruo (1931). Una pieza curiosa que te distrae sin ningún problema y que permite ver una historia un tanto diferente de un mito como es el Dr. Jekyll.

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