jueves, 31 de marzo de 2011

YO AMÉ A UN ASESINO (1951)

Cine negro en esencia, desde el primer plano, en que la cámara se mueve de la cama donde duerme el protagonista de la historia con cara de pocos amigos, hasta la mesilla de al lado donde hay un pistola, ya sabes que algo va a ir mal.
En esta ocasión Nick Robey un delincuente del montón va a realizar un atraco en el que como es evidente no todo irá como estaba planeado y perdiendo los nervios dispara y mata a un policía, cosa que le obligará a esconderse en una piscina pública esperando que el temporal amaine. Allí conocerá a una joven a la que engañará para poder salir de allí con ella y acompañarla hasta su casa y una vez allí tomar como rehenes a toda la familia.  Casi toda la peli transcurre dentro de la misma casa, por lo que tal vez en su orígen fuera una obra de teatro. La encontré notable y en algunos momentos bastante inquietante, ya que cuando a una situación de tensión le añades un espacio reducido, aún crea más agobio. Hay que reconocer que algunos comportamientos son comprensibles al ser hace 60 años, hoy en día hay cosas que sería difícil que pasaran de la misma forma. Pero me tuvo muy entretenido.




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